Ya no lo ocultan. Ya no lo disfrazan. El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha decidido quitarse totalmente la careta. Lo ha dicho sin rodeos: “La sanidad pública para todo y para todos, con una población cada vez más mayor, puede llegar un momento que sea inviable”. Así de claro lo expresó este fin de semana en una entrevista en La Vanguardia.

Estas declaraciones no son un lapsus. Son un mensaje directo, premeditado y rotundo. Una forma de preparar el terreno para poder justificar lo que lleva años haciendo: desmantelar la sanidad pública andaluza, paso a paso, sin complejos y sin freno.

Y ahora lo expresa en voz alta. Es bueno recordar que la sanidad pública andaluza fue, durante años, un referente nacional. Un sistema fuerte, cercano, de calidad y con cobertura universal. Hoy, tras siete años de gestión del PP, esa sanidad está en estado crítico por culpa de Moreno Bonilla.

En Andalucía faltan médicos, enfermeras, anestesistas, matronas, pediatras, fisioterapeutas y personal de gestión y servicios. Faltan camas hospitalarias. Faltan quirófanos abiertos. Faltan centros de salud disponibles por las tardes. Lo que sobra son contratos millonarios con clínicas privadas adjudicados a dedo, sin publicidad y sin control transparente.

Este verano, la Junta de Andalucía se ha permitido el lujo de cerrar el 75% de los centros de salud en horario de tarde. Mientras tanto, ha prorrogado contratos con clínicas privadas, sin concurso público, para que cubran esos mismos servicios. Lo ha denunciado elDiario.es, y también el Defensor del Paciente, que ha pedido al Fiscal Superior de Andalucía que actúe ante una posible desviación y malversación de fondos públicos.

¿A qué precio se sostiene esta deriva? A costa de poner en riesgo la salud y la vida de los andaluces y andaluzas. El Sindicato de Enfermería SATSE ha denunciado que este año se cerrarán en Andalucía más de 2.200 camas hospitalarias, más que en ningún otro lugar de España. Esta decisión va a tener consecuencias directas: más listas de espera, menos operaciones y peor atención.

Las listas de espera se disparan cada día más. Pacientes que esperan hasta años para una operación y hasta meses para una cita médica con el especialista, urgencias saturadas y profesionales al límite de sus fuerzas. ¿Este es el modelo “viable” que nos ofrece Moreno Bonilla? ¿La sanidad a dos velocidades, donde el que puede pagar se cura antes y el que no, se resigna a esperar?

El mismo presidente que ahora afirma que la sanidad pública puede ser inviable es el que ha echado a la calle a 18.000 sanitarios. El mismo que cierra quirófanos por la tarde para no tener que pagar horas extras, mientras aumentan las derivaciones a clínicas privadas. El mismo que ha recortado drásticamente la Atención Primaria, dejando barrios enteros sin médico por las tardes e infinidad de pueblos sin pediatra.

Moreno Bonilla se ha convertido en el mejor comercial de la sanidad privada. Y lo hace con una frialdad calculada. Su modelo es el del beneficio, no el del derecho. Por eso ahora habla sin tapujos de que mantener la sanidad pública para todos puede ser inviable. Porque quiere que te acostumbres a pagar. Porque quiere que te resignes.

Pero no es el primero en hacer esto. Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda con Aznar y Rajoy y muy admirado por Moreno Bonilla, ya abrió este camino hace más de una década. Fue él quien recortó 10.000 millones de euros en sanidad y educación durante los peores años de la crisis, mientras pedía “esfuerzos” a la población. Esfuerzos que nunca se exigieron a los bancos ni a las grandes fortunas. Esfuerzos que pagaron los de siempre: los trabajadores, los pensionistas, las familias sin recursos. Moreno Bonilla es su discípulo aventajado.

Moreno Bonilla no es un moderado, aunque algunos pretendan vestirlo así. Es un gestor implacable con los servicios públicos y generoso con el negocio privado. La sanidad no es una prioridad para su gobierno, por eso ha colocado a Andalucía a la cola de España en inversión sanitaria.

Y es hora de decir basta. Andalucía tuvo durante años uno de los mejores sistemas sanitarios públicos de España. Con profesionales reconocidos, centros de referencia y una red territorial que garantizaba la atención médica en todo el territorio. Esa sanidad no se cayó sola. La están desmantelando.

Ahora que lo dicen sin pudor, tenemos que responder sin miedo. La sanidad pública no solo es viable: es imprescindible. Y no se toca. Porque no estamos hablando de un privilegio, sino de un derecho. Porque no se puede permitir que quien va de moderado acabe dinamitando la mayor conquista social de nuestra democracia.

Cuando tus padres estén enfermos, cuando tus hijos necesiten que los vea un médico, cuando tú tengas que acudir a urgencias y encuentres el sistema desbordado, quizá ya sea tarde para arrepentirse. Pero aún estamos a tiempo. De defender lo que es de todos. De exigir transparencia, financiación suficiente y respeto por los profesionales sanitarios.

No podemos permitir que el Partido Popular convierta la salud en un negocio. No podemos mirar a otro lado mientras la sanidad pública se va apagando entre recortes, derivaciones y abandono. Hay que alzar la voz antes de que no quede nada que defender. Porque si hay algo inviable, señor Moreno Bonilla, es seguir confiando en quienes están decididos a destruir lo que tanto costó construir.

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio