"Cada año, en este día, recordamos las vidas de todos los que murieron en el genocidio armenio de la era otomana y volvemos a comprometernos a evitar que esa atrocidad vuelva a ocurrir”. Con estas palabras, pronunciadas el 24 de abril de 2021, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pasaba a la historia al ser el primer inquilino de la Casa Blanca en reconocer y calificar de “genocidio” el exterminio de entre un millón y un millón y medio de civiles armenios entre los años 1915 y 1923 por parte de los Jóvenes Turcos.

La fecha escogida por Biden no fue fruto del azar, puesto que cada 24 de abril, desde hace ya 109 años, se rememora el comienzo del genocidio armenio, el primero de la época contemporánea y el segundo más estudiado, después del Holocausto judío. Ese día fueron arrestados cientos de intelectuales y líderes de la comunidad armenia para ser posteriormente ejecutados bajo unas condiciones de extrema vulnerabilidad. A partir de ese primer episodio, las autoridades otomanas hicieron extensivo su plan al resto de los armenios que vivían en la región ¿Las razones de este exterminio? El intento por parte del Imperio Otomano de acabar con cualquier tipo de vida y pensamiento que no fueran acorde a sus reglas. En este sentido, los armenios eran una minoría cristiana dentro de un Imperio que cada vez daba más señales de agotamiento. De hecho, otros grupos étnicos cristianos como los asirios y los griegos pónticos también fueron masacrados con el mismo fin.

Un exterminio sistemático que la Asociación Internacional de Investigadores sobre Genocidios (AIIG) no ha dudado en tildar del “problema de derechos humanos más conocido de su época” y el primer genocidio del siglo XX.

Fruto de este genocidio, alrededor de todo el mundo se empezaron a formar comunidades de armenios, conocidiéndose este fenómeno como la diáspora armenia. Un éxodo que se estima que agrupa a una población aproximada de ocho millones de personas, más del doble de los que actualmente viven en Armenia (tres millones), y que se concentra fundamentalmente en Rusia (entre dos millones y dos millones y medio de armenios), Estados Unidos (entre un millón y medio y dos millones), Francia (alrededor de un millón) e Irán (algo más de medio millón).

Un genocidio silenciado por Turquía

Sin embargo, lejos de olvidar sus orígenes, esta diáspora (que ha ido creciendo exponencialmente en las últimas décadas) rápidamente empezó a trabajar con un único objetivo: que se reconociera el genocidio como tal. Y es que, pese a que en las líneas anteriores se señalaba que el genocidio armenio está considerado como el primero de la época moderna y el segundo más estudiado tras el holocausto judío, lo cierto es que las diferencias entre ambas matanzas son siderales. Hoy en día sería impensable que algún miembro de la comunidad internacional negara el holocausto nazi o lo pusiera en duda. Un reconocimiento sin peros en el que mucho ha tenido que ver Alemania, que lejos de querer ocultar su culpa en una de las etapas más negras de la historia reciente, ha realizado un ejercicio profundo de investigación para que se conozca la historia y no se vuelva a repetir.

Todo lo contrario a lo que ha hecho Turquía, sucesora del Imperio Otomano, donde el genocidio es prácticamente un tema tabú y que más de un siglo después de las matanzas sigue negando los hechos, sin admitir que se tratara de un genocidio premeditado y limitándose a englobar las muertes como fruto de las luchas interétnicas, las distintas enfermedades de la época o el hambre. Asimismo, otro de los argumentos que ha esgrimido históricamente Turquía para justificar esas matanzas es la supuesta amenaza que representaban los armenios por sus simpatías por Rusia.

Sin embargo, la diplomacia turca no solo se ha limitado a negar los hechos, sino que también han aprovechado su importancia estratégica –y sus relaciones con Azerbaiyán- para presionar al resto de potencias para que no reconozcan el genocidio. Una hostilidad que quedó más que patente con las duras palabras que le dedicó el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a Biden, asegurando que el reconocimiento por parte de EEUU del genocidio armenio era una decisión “infundada” y “contraria a los hechos”.

“La declaración sesgada del presidente estadounidenses Biden sobre los hechos de 1915 es destructiva para las relaciones bilaterales turco-estadounidenses. Creemos que las palabras del señor Biden se deben a las presiones de personalidades armenias radicales”, apuntó entonces Erdogan. “Investigar los acontecimientos históricos y revelar la verdad es algo que debe dejarse a los expertos, a los historiadores, no a los políticos”, añadió, emplazando al propio Biden a ir a Turquía para “comprobar” las pruebas.

“Bandas armenias de al menos entre 150.000 y 300.000 personas, perpetraron matanzas en territorio turco. Más aún, se asociaron con las fuerzas rusas para combatir contra nosotros. Las autoridades otomanas tomaron precauciones. El reasentamiento de armenios dentro del Imperio Otomano no fue una deportación a otro país. Se les dio una semana para prepararse y quienes tuvieran un motivo válido no tenían obligación de desplazarse”, justificó. Una postura de Turquía que Erdogan resumió con la siguiente frase: “No tenemos nada que aprender de nadie sobre nuestro propio pasado”.

La destrucción de los armenios del Imperio Otomano es un hecho histórico sobre el que no hay discrepancias entre los historiadores

No obstante, pese a la ofensiva turca, lo cierto es que hay bastante unanimidad entre los historiadores sobre que las matanzas existieron y que se englobaron dentro de un genocidio preparado. “La destrucción de los armenios del Imperio Otomano es un hecho histórico sobre el que, en general, no hay discrepancias entre los historiadores. En este sentido, en efecto ‘existió’”, señala a ElPlural.com Ricardo Ruiz de la Serna, profesor de Historia del Mundo Actual y autor de El Genocidio Armenio (Última Línea, 2022). “Algunos discrepan en torno a los factores que la propiciaron. Unos creen que no fue deliberada, sino una consecuencia de las penurias de la guerra y de rebeliones de armenios contra el Imperio. Otros sostienen –y esto es lo que yo creo- que hubo un plan deliberado de acabar con los armenios”, matiza el experto.

“El genocidio se perpetró”, continúa recordando Ruiz de la Serna, “por una parte, todos los recursos del Estado: desde la elaboración de leyes tendentes a privar a los armenios de todos su patrimonio so pretexto de protegerlo de la guerra hasta el empleo de unidades paramilitares y órdenes secretas”. “Por otro lado, desde el punto de vista de la ejecución del exterminio, según la evolución de la guerra y la disponibilidad de recursos, se practicaron desde traslados forzosos en tren, seguidos de marchas extenuantes a pie hasta ahogamientos, incendios y exposición a los elementos (frío y calor), el hambre, la sed y las enfermedades”, apunta.

En lo que respecta al objetivo que buscaban los Jóvenes Turcos con estas matanzas, Ruiz de la Serna destaca que “realizar las aspiraciones del panturanismo y el panturquismo” y “construir una sociedad y un Imperio homogéneos étnica y religiosamente”. “Para ello, las comunidades como los armenios, los siriacos, los griegos del Ponto y otros les parecían un obstáculo religioso y cultura y temían, además, que pudieran ser una ‘quina columna’ de los imperios centrales; especialmente del ruso, que se había constituido en defensor de los cristianos en el Imperio Otomano”, sentencia el experto.

España sigue sin reconocer el genocidio

Sin embargo, pese al consenso que impera entre la gran mayoría de historiadores, lo cierto es que las presiones de Turquía han provocado que apenas unas veintena de países se hayan atrevido a reconocer oficialmente el genocidio armenio (Argentina, Brasil, Bélgica, Canadá, Francia, Italia, Portugal, Rusia, Alemania…). Una nómina de estados que inauguró en 1965 Uruguay. Asimismo, también ha sido reconocido por el Vaticano, el Parlamento Europeo, el Consejo Mundial de Iglesias y otras instituciones. En este sentido, el Papa Francisco llegó a asegurar que el armenio es el “primer genocidio del siglo XX”. Unas declaraciones que nuevamente levantaron ampollas en el gobierno turco, que llamó a consultas a su embajador en el Vaticano.

En el capítulo de las ausencias, destaca por encima de todos el caso de España, que sigue sin reconocer el genocidio pese a todos los intentos de la comunidad armenia que hay en el país (entre 50.000 y 80.000 personas). Así, lo más cerca que ha estado España de mojarse en el conflicto fue cuando en el año 2015, con motivo del centenario del exterminio, la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso guardó un minuto de silencio por las “víctimas armenias” durante la Primera Guerra Mundial.

No obstante, esta equidistancia no se replica a lo largo y ancho de España, ya que los parlamentos autonómicos de las comunidades autónomas de Cataluña, Navarra, País Vasco y Baleares sí que reconocen el genocidio.

Para profundizar más sobre los motivos que han llevado a España a ignorar esta reivindicación histórica del pueblo armenio, este medio se ha puesto en contacto con Jon Iñarritu, diputado de EH Bildu, la formación que, junto e Esquerra Republicana Catalana (ERC), más ha remado (aunque sin éxito) para que España siga el ejemplo de sus vecinos europeos y reconozca el exterminio. “Nos parece un sinsentido que España sea uno de los únicos estados de su entorno en Europa que no haya reconocido a estas alturas el genocidio armenio, teniendo en cuenta que a día de hoy hay una mayoría política que así lo podría llevar a cabo sin problema alguno”, lamenta el diputado abertzale. “Es un tema de justicia con el pueblo armenio pero que además pondría al Estado español en unos estándares más altos a nivel de democracia y de reconocimiento de hechos graves que ocurrieron en el pasado”, añade.

El reconocimiento generalizado del genocidio armenio haría un favor a la propia Turquía

Respecto a las presiones que ejerce Turquía para que este genocidio siga siendo un tema tabú en la comunidad internacional, Iñarritu subraya que, pese a las palabras de Erdogan y cía, las cosas siempre han quedado ahí, en palabras: “Hay que tener en cuenta que cuando otros estados occidentales han reconocido el genocidio armenio Turquía ha amenazado con tomar medidas, que va a retirar embajadores… pero más allá de acciones simbólicas, no conlleva nada”.

“Además”, continúa reflexionando el diputado abertzale, “el reconocimiento generalizado del genocidio armenio haría un favor a la propia Turquía, que actúa intentando realiza un negacionismo y un revisionismo histórico sobre unos hechos ocurridos en los estertores del Imperio Otomano”. “No sabemos por qué Turquía se empeña en negar una evidencia histórica que acabó con la vida de más de un millón de armenios”, apostilla.

“No entendemos como hasta este momento hay estados, entre los cuales está España, que no hayan reconocido oficialmente este exterminio sistemático de los armenios en lo que era el Imperio Otomano. Es una cuestión de justicia, es una cuestión de parámetros internacional de reconocimiento de vulneración de derechos humanos y, además, el reconocer que fue el primer genocidio de la época contemporánea ayudaría también a prevenir que hechos similares puedan ocurrir en el futuro”, reflexiona Iñarritu. “Estamos siguiendo con atención lo que está ocurriendo con los armenios en el territorio de Nagorno Karabaj, en la proclamada República de Artsaj, donde hay un peligro evidente de limpieza étnica y de genocidio y en el que vemos cómo la comunidad internacional mira para otro lado por intereses geoestratégicos y otras razones. Hay que poner el foco y recordar qué fue, qué ocurrió y cómo ocurrió el genocidio armenio para ayudar a prevenir hechos similares, tanto con el pueblo armenio como con otros pueblos y naciones del mundo”, sentencia.