La moción de censura registrada por Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez amenazaba con pasar a la historia como la que menos apoyos ha suscitado (52). Y lo hará. Pero además, pasará a la historia también por ser uno de los episodios más delirantes del parlamentarismo español. Un auténtico espectáculo de variedades que no ha sido sino una “pérdida de tiempo”. No ha habido Grupo Parlamentario que no le reprochara a Santiago Abascal el uso partidista e interesado de la figura de la moción de censura. Un candidato a la Moncloa que no ha hecho sino cosechar todo tipo de críticas por su discurso carente de propuestas, falto de contenido y rebosante de odio, insultos y acusaciones de gravísimos delitos.

A las 08:55 horas de la mañana de este miércoles se escuchaba por los pasillos del Congreso el aviso que indica el inminente inicio de la sesión plenaria. Hoy, esta habitual alarma ha hecho las veces de tambores de guerra. Se esperaba una sesión salvaje, y lo ha sido desde que el diputado de Vox y encargado de defender la moción de censura, Ignacio Garriga, ha tomado la palabra. 

Más de media hora tuvo que pasar para que Garriga hiciera la primera mención a la gestión de la pandemia de coronavirus. ETA, una vomitiva homilía sobre inmigración y menores extranjeros no acompañados, Gibraltar, Venezuela, islamismo, negacionismo del cambio climático, China… Garriga ha salpimentado su intervención sin dejarse uno solo de los grandes hits de la ultraderecha, pero poco del Covid-19. Y cuando ha abordado el tema, que se supone que es el principal argumento de Vox para la moción, ha sido para verter bulos y acusar de “criminal” y asesino al Gobierno de España. Desde luego, le han quedado unos vídeos fantásticos para su particular campaña de cara a las eleciones catalanas, en las que será candidato.

Las bravuconadas de Abascal

El presidente de Vox ha hecho caso omiso al artículo 113 de la Constitución y a los 175 al 179 del Reglamento del Congreso que especifican que la moción de censura debe ser constructiva y el candidato ha de exponer su programa de Gobierno. Su única propuesta ha sido la formación de un Ejecutivo de “emergencia nacional” que pilotaría el país hasta la convocatoria de elecciones, que se comprometía celebrar antes de finales el año.

Nada más. Su intervención, su larga intervención, la ha dedicado reiterar que le parece preferible la dictadura franquista a la “mafia” de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias: “No son ustedes un Gobierno, son un Frente Popular socialcomunista en alianza con separatistas y terroristas. Una mafia. Y a los españoles se les ha terminado la paciencia”.

Y entre barbaridad y barbaridad, Abascal ha tenido tiempo de analizar escrupulosamente el atuendo del vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030: “Se ponen sus mejores galas para una fiesta del cine y acuden aquí, a la sede de la soberanía nacional, vestidos algo peor de como exige le etiqueta en los botellones de la Facultad. Respeto, señorías. Les pedimos respeto a esta Cámara. Esto no es una taberna ni una herriko taberna”.

Vox pide el voto al PP

Abascal ha concluido su discurso pidiendo voto al Partido Popular e incluso, y para risa de sus señorías, al PSOE. Dirigiéndose directamente a la bancada de Pablo Casado, el líder ultra ha aquejado que “les hemos ofrecido liderar esta moción porque creíamos que era su responsabilidad como principal partido de la Oposición, pero no han querido. Les hemos dado nuestro voto para librar a comunidades autónomas del socialcomunismo, y ahora me toca pedirles el voto a ustedes. En sus manos está demostrar que podemos construir una alternativa”.

Su ofrecimiento, no obstante, no ha sido bien recibido. De hecho, ha provocado una subida de tono. Los populares aún no han aclarado si votarán ‘no’ o ‘abstención’. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, compareció en rueda de prensa visiblemente cabreado tras el discurso de Abascal para anunciar que “no apoyaremos la moción” porque es “inútil”, una “tomadura de pelo” y “un espectáculo circense”.

Sánchez interpela a Casado

Abascal no ha sido el único que se ha dirigido a Casado. Sánchez ha hecho lo propio durante su turno de réplica para recordar al líder del PP que la moción de censura no es sino una suerte de “opa hostil” a su partido. En consecuencia, le ha instado a votar ‘no’: “Le pido que no regale un éxito a la ultraderecha. Que interrumpa esta deriva que comenzó cuando filtraron sus ideas en el PP. Llegó la hora de que usted lo escuche. El señor Abascal nunca va a tener suficiente. Siempre le fijarán una prueba más alta. Siempre les van a pedir más. Y cada vez que cedan, más les van a pedir y a despreciar. Les van a llamar derechita cobarde”.

Sobre lo vertido por Abascal, Sánchez ha desmentido todos y cada uno de sus bulos, ha evitado caer en “las provocaciones” y únicamente ha elevado el tono para lamentar que, a nivel político, el líder de Vox es un “depredador sin escrúpulos”.

La bronca ha continuado en la sesión de la tarde, cuando ha llegado el turno de los grupos minoritarios, que ya calentaban el ambiente con la firma de un manifiesto para promover sanciones contra los diputados que hagan uso de insultos o discursos "xenófobos, racistas o machistas”. El documento ha sido suscrito por PSOE, Unidas Podemos, Más Pais y formaciones nacionalistas e independentistas.

Protagonismo

Uno de los momentos más disparatados, y el listón estaba alto, se ha producido cuando Abascal ha dado réplica a Mertxe Aizpurua leyendo los nombres de las más de 850 víctimas de la banda terrorista con todos los diputados de Vox presentes y en pie.

El diputado y portavoz del PNV, Aitor Esteban, se ha negado a participar del aquelarre de Vox: “No vamos a contribuir a dar protagonismo a esta patochada de moción de censura. Puede pasar al siguiente turno, señora presidenta, y usar los 29 minutos que no he utilizado yo”. Eso sí, antes de dejar la tribuna, y por si quedaba alguna duda, Esteban ha confirmado que “evidentemente votaremos no”. Ante esto, Abascal ha reaccionado llamando al PNV “niños mimados" del bipartidismo.

Por su parte, Inés Arrimadas ha afeado a Vox que desvíen el foco de lo importante: la pandemia. El discurso de la líder naranja ha sido descafeinado. Perfectamente consciente de que muchos de sus votantes se fueron a las filas de la formación ultra y con la esperanza de poder recuperarlos, la mayor de sus críticas ha sido que no tiene “un proyecto político” para España. Asimismo, ha ironizado con que que “no somos traidores”: "Si son malos españoles los que votan a partidos que apoyan al Gobierno y los que estamos en la oposición somos unos traidores y los únicos españoles son ustedes, entonces ¿qué España les queda? No les va a quedar ni don Pelayo”.

El partido del cuarto cubata

El diputado y portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Gabriel Rufián, ha cerrado la sesión celebrando que “la única buena noticia es que es eso, un debate”; pues “ya se sabe que antes de las mociones de censura las hacían con tricornio y pistolas”.

Rufián ha recordado a Abascal que “la izquierda gobierna este país porque la gente le ha votado”, así que “a llorar a Mingorrubio”.

El dirigente independentista, en la misma tónica que buena parte de los hoy intervinieres,  ha lamentado que “con la que está cayendo y los hijos de Trump y Blas Piñar nos están haciendo perder el tiempo”.

A su juicio, “la mejor manera de encarar este debate hubiera sido que Garriga y Abascal se hubieran quedado aquí solos hablando, porque silenciar al fascismo no es censura, es autodefensa”.

“Vox es el partido del cuarto cubata”, ha aseverado; antes de dirigirse a la bancada socialista para reprocharles “qué cómodo es tener a la ultraderecha para parecer más progre”.

Este jueves se reanuda la sesión con los turnos de Vox, Partido Popular y PSOE. Se prevé que Abascal no sume más de 52 apoyos, únicamente su bancada, concretando así la gesta de ser la moción de censura con menos votos de la historia de la democracia española. La única incógnita es la postura de Casado y los términos en los que se moverá, así como el sentido del voto de Cayetana Álvarez de Toledo.