Baltasar Garzón presenta nuevo libro 'La indignación activa' (Planeta), una especie de manifiesto para cambiar el mundo. En él habla de justicia, corrupción, política, terrorismo, medio ambiente, memoria histórica o derechos LGTBI, entre otras cosas, con una mirada crítica y con el objetivo de provocar una reacción activa para no caer en la indiferencia. Sus reflexiones buscan despertar al lector para que tome posiciones frente a una política que considera obsoleta y degradada.

¿Eres un indignado?

Totalmente y desde hace mucho más tiempo que se iniciara el movimiento de indignados con el libro de Stéphane Hessel y luego con el Movimiento 15M. El concepto de indignación activa lo acuñé yo mucho tiempo antes. Fue en 2003, en torno a la guerra de Irak. La idea viene desde entonces y es una reflexión: frente a la vida no puedes tomar una actitud de indiferencia, tienes que indignarte pero no es suficiente. Tienes que hacer más, cada uno en su ámbito. Hay que ser proactivo. Ése es el leitmotive que ha guiado mi vida.

 El concepto de indignación activa lo acuñé yo mucho tiempo antes que el 'Indignáos' de Stéphane Hessel

Si se examinara mi trayectoria personal y profesional ha sido así. He podido acertar o fracasar pero siempre he tratado de abrir puertas hacia una mayor protección de la sociedad, para que la sociedad se sintiera recompensada de sus instituciones.

¿La nueva política está dando respuesta a la indignación?

En parte sí, en parte no. Espero que se recomponga ese inconformismo frente a lo tradicional. Pero ojo, no ser tradicional no significa ser alocado y disparar en todas las direcciones. No se puede jugar a ser oposición permanentemente. Este país necesita liderazgo, compromiso, responsabilidad y mucho diálogo. Hay que sumar, no confrontar permanentemente. Asumir la representación popular para decir cosas que no estaban en el contrato electoral es una trampa. Se necesita transparencia y participación. El movimiento de los indignados cuajó en Podemos pero no quiere decir que todos los indignados sean de Podemos. La indignación fue mucho más amplia. Podemos simplemente aglutinó esos criterios  y dio una formulación política parcial.

No hemos avanzado. Se han cometido errores que eran más propios de formaciones tradicionales pero no de las nuevas. En 2016 se pudo formar un gobierno distinto y, probablemente, de haber sido así estaríamos en un escenario diferente. Agua pasada no mueve molino pero…

¿En qué situación está Actúa, la plataforma política que impulsa junto a Gaspar Llamazares?

Preparando la expansión territorial. El día 27 vamos a tener una reunión muy importante en que vamos a definir un documento con planteamientos para desarrollar. Lo que queremos es que esa plataforma llegue a punto de encuentro de formas progresistas que sumen. Si fracasamos en ese intento tendremos que dar un paso adelante y presentarnos a las elecciones. Sí hay participación en la política pero como punto de encuentro, para encontrar acuerdos progresistas, que es lo que tenía que haber pasado en 2016.

¿El hecho de registrar la plataforma como partido no supuso un paso adelante?

Había que preservar esa denominación. Estamos definiendo puntos, programas, estrategias… Y a partir de ahí que cada uno asume su participación. Hay quien quiere seguir apoyando la iniciativa sin estar en primera persona implicado y otros que sí lo asumen. No queremos aparatos rígidos, queremos un movimiento participativo no asambleario.

Se habla de ti como alcaldable de Madrid. ¿te lo has planteado en algún momento o te lo han planteado?

No, de ninguna de las maneras. Quien lo diga serán enemigos míos. Nadie me lo ha planteado pero diría que no. Ojalá Manuela Carmena siga rigiendo los destinos de la capital. Lo está haciendo muy bien. Es una política y una persona honesta y coherente, algo que es un activo en política impresionante.

Manuela Carmena lo está haciendo muy bien

¿Recomendarías la lectura de tu libro a los políticos?

A todos, aunque algunos dirán ‘ya está este otra vez aquí…’ En cualquier caso, no está hecho con ánimo de convencer a nadie, es un libro de toda una vida. Como ya he dicho alguna vez, soy un pesimista positivo. Las cosas son difíciles, pero hay que intentar hacerlo.

¿Todavía no se ha hecho justicia con las víctimas del franquismo?

Es uno de los capítulos que más indignación me produce por el abandono de las víctimas, por la falta de interés que ha inducido a que mucha gente que ha caído en la trampa de que esto ya está resuelto, que no hay ninguna razón que justifique la demanda de las víctimas, que los muertos están muy bien en las cunetas…

No ha habido reparación con las víctimas del franquismo, no ha habido verdad y por tanto no puede haber justicia

La justicia se puede aplicar de diversas formas pero no se puede reconocer los derechos de las víctimas y no abrirles una puerta mínima para resarcirlos. No ha habido reparación, no ha habido verdad y por tanto no puede haber justicia.

Tenemos que definir las medidas de reparación y las de no repetición, que es lo que se ha hecho en la mayor parte de los países democráticos donde ha habido violencia. En España no, se ha negado la mayor. Y se ha negado en todos  y cada uno de los ámbitos. ¿Por qué se dice que todo está resulto cuando no es así? ¿Por qué se dice que no hay vías cuando sí las hay? El derecho penal internacional ofrece salida a esto. Organismos internacionales de derechos humanos nos están reclamando que apliquemos el derecho internacional. ¿A qué eslabón nos agarramos para no hacer nada? Es la reflexión que falta y a la que se agarra una parte del espectro político español, para el que las aguas están calmadas desde hace tiempo y quiere que siga así. Pero no es así en absoluto.

¿Cómo ha afectado la mayoría absoluta de Rajoy en 2011 a los derechos y libertades?

Nunca me han gustado las mayorías absolutas. Parecen que son mucho más legitimadoras, pero se tiene la mitad más uno y tenemos al otro 49% no está de acuerdo. No podemos decir que el primer mandato de Rajoy fuera muy beneficioso. Más bien exacerbó la soberbia de este grupo político y utilizó su mayoría absoluta para restringir derechos que estaban ya consolidados. El planteamiento era de autoprotección y la crítica se solucionaba a golpe de decisión con uso y abuso de la mayoría parlamentaria.

¿Y la crisis?

Cuando se juega con las cifras y se dice que estamos mejorando económicamente, sí, pero hay que mirar cómo están los más vulnerables, la situación de pobreza extrema, la calidad del empleo, cómo está la sanidad, la educación.   

No vayamos a los grandes números, Vayamos a los número negativos porque pueden ser cualitativamente mucho más graves que los cuantitativos. Está claro que los que más tienen,  tienen más y los que menos tienen menos. La brecha ha aumentado fruto de unas políticas neoliberales de austericidio total. Frente a esto, tiene que haber una políticacde redistribución de la riqueza. Se puede hacer. Esto es más de lo mismo.

¿Se ha planteado volver a la política directa?

Ya estoy, opino políticamente. Si participación directa significa ser candidato, no. ¿Para qué? Mi libro tiene una pretensión social política clara y el desarrollo de una plataforma como actúa también tiene una vocación política clara o el activismo en derechos humanos. Sin embargo, otros escenarios no me los planteo.