Durante muchos años, las baldosas y el parquet han sido las opciones más elegidas en proyectos de interiorismo. Sin embargo, en la actualidad comienza a surgir una alternativa que gana cada vez más espacio: el microcemento.
Este material se presenta como una solución duradera, versátil y con un acabado visual uniforme. Gracias a estas cualidades, se está consolidando como una de las principales apuestas en el mundo del revestimiento y el diseño contemporáneo.
Qué es el microcemento y por qué está en auge
El microcemento es un revestimiento continuo que se aplica directamente sobre diferentes superficies. No necesita juntas, lo que permite lograr un acabado liso, uniforme y moderno. Esta característica lo diferencia del porcelanato, que requiere uniones visibles entre piezas.
Una de sus grandes ventajas es su versatilidad. Se puede aplicar sobre hormigón, cerámica, madera, paredes, techos e incluso muebles. Además, al no necesitar una base perfectamente nivelada ni una preparación tan exigente, puede ahorrar tiempo y costes en las obras.

Un nuevo aliado para renovar espacios
El interés por el microcemento no se limita al ámbito profesional. Cada vez más personas lo eligen para renovar sus casas por su aspecto sobrio, su fácil mantenimiento y su capacidad para integrarse en distintos estilos decorativos. Al ser resistente y práctico, responde bien a las necesidades de uso diario.
Este cambio en las preferencias refleja una evolución en la forma de entender los materiales. Ya no se trata solo de buscar estética, sino también funcionalidad y adaptabilidad. Por eso, el microcemento aparece como una opción cada vez más presente en reformas y construcciones nuevas.

Lo que no siempre se dice de las baldosas
A la hora de elegir un tipo de suelo para una vivienda, conviene tener en cuenta no solo su apariencia, sino también los inconvenientes que puede presentar a largo plazo. Los suelos de baldosa de suelos cerámicos y los de madera son dos opciones muy populares, pero cada uno tiene desventajas que pueden influir en su uso diario.
En el caso de las baldosas, una de sus principales limitaciones es que resultan frías al tacto, lo que puede generar incomodidad en invierno, sobre todo al caminar descalzo. Además, su superficie dura hace que cualquier objeto que se caiga sobre ella tenga muchas probabilidades de romperse, y una caída accidental puede ser más peligrosa que en otros tipos de suelo.
Otro aspecto a considerar es que algunas baldosas, especialmente las de acabado pulido, pueden volverse resbaladizas al mojarse, aumentando el riesgo de accidentes. Con el tiempo, las juntas entre las piezas tienden a oscurecerse o deteriorarse, lo que puede afectar al aspecto general del suelo. Por último, si una baldosa se rompe, encontrar una idéntica para sustituirla no siempre es fácil, sobre todo si ha pasado mucho tiempo desde la instalación.
Las desventajas de los suelos de madera
Los suelos de madera, por su parte, aunque aportan calidez y un acabado natural, también tienen sus puntos débiles. Son especialmente sensibles a la humedad, lo que puede provocar deformaciones o manchas si no se tratan adecuadamente. Requieren un mantenimiento más regular que otros materiales, ya que con el uso es habitual tener que lijarlos o barnizarlos para que conserven su aspecto original.

También son más vulnerables a los arañazos y golpes: el paso de muebles, tacones o incluso algunos juguetes puede dejar marcas visibles. A esto se suma que, en general, la madera tiene un coste más elevado, tanto en el precio del material como en su instalación. Con el tiempo, además, la exposición prolongada al sol puede hacer que el color del suelo cambie, generando diferencias de tono si no se protege adecuadamente.
En definitiva, tanto las baldosas como la madera ofrecen ventajas importantes, pero también presentan limitaciones que conviene tener en cuenta antes de decidir qué tipo de suelo instalar en casa.