Por poco, pero el PSOE obtendría más porcentaje de voto que el PP en Andalucía, según el último barómetro mensual publicado por la empresa 40dB para El País y la Cadena SER: 25% frente a 24,7%. Y lo más importante es el amplio porcentaje de votantes indecisos. Porque este voto no es para el PP. Si a un simpatizante del PP le preguntas a quién va a votar, no tiene problema en decírtelo. Sin embargo, si alguien no lo dice, con bastante probabilidad se trata de votantes progresistas, a quienes les cuesta más expresar su voto.
A esto se añade que la última encuesta del CIS, publicada hace una semana, donde el PSOE aumentaba a 7,3 puntos su ventaja sobre el PP. Y esa diferencia tan amplia es imposible sin un gran respaldo en Andalucía, que compense a otros territorios más de conservadores, como Madrid, Valencia, Castilla y León o Galicia.
Ambas encuestas ponen sobre la mesa una caída en picado del PP en Andalucía en los últimos meses y los nervios han empezado a aflorar. Juan Manuel Moreno Bonilla pierde fuelle por días, y él lo sabe. Su gestión es nefasta, y él lo sabe. Le crecen los problemas y él lo sabe. Y el efecto Montero empieza a notarse. La fortaleza de la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda cada día es mayor.
Hace unas semanas, la Junta de Andalucía, a través de la Fundación Centra publicó una “autoencuesta” que concluía que Moreno Bonilla era el más más alto, el más listo, el que mejor lo hace. Incluso, que no es presidente del Gobierno de España porque no quiere. Esto es lo que tiene hacerse una encuesta a uno mismo: que dice lo que tú quieres que diga, y no refleja la realidad de lo que piensan los andaluces y andaluzas.
Desconocemos a quién ha entrevistado la Fundación Centra para hacer dicha encuesta. Pero lo que sí sabemos es que no han realizado las entrevistas en las colas a las puertas de los centros de salud ni en las urgencias de los hospitales; ni a los padres y madres a las puertas de colegios masificados y en mal estado; ni a unos rectores que padecen el ahogo financiero de las universidades públicas; ni tampoco entre las familias que no llegan a fin de mes para pagar el alquiler.
Basta revisar los titulares de los últimos días para conocer lo que ocurre en Andalucía. Faltan 600 matronas en Atención Primaria en Andalucía. Es una denuncia del sindicato SATSE. Faltan matronas, psicólogos, fisioterapeutas, pediatras, neurólogos… En Andalucía hay que esperar para operarse tres veces más que en Madrid y en el País Vasco, y un mes más que en Cataluña. ¡Qué vergüenza!
Por culpa de Moreno Bonilla, los andaluces esperan más para ser atendidos por la sanidad pública. Concretamente, hay ocho meses de espera para ir al neurólogo, cinco meses para traumatología y cinco semanas para una analítica en un centro de salud de Málaga.
A Moreno Bonilla no le importa absolutamente nada ni la salud ni la vida de los andaluces. Y si alguien tiene dudas, que lo pregunte a los vecinos de Cazorla y a su esperpéntica asistencia sanitaria. Allí, los vecinos van andando al hospital sorteando el peligro del tráfico viario. El cierre del centro de salud y su traslado al hospital -a más de dos kilómetros del pueblo- está llevando a los vecinos a jugarse la vida por una vía sin arcenes, o a caminar por un sendero agrícola. ¿Hay derecho a esto?
Se han cerrado más de 2.400 aulas desde que Moreno Bonilla llegó al gobierno andaluz, y el próximo curso serán otras 525 más. Hay colegios que se caen a trozos. Cada vez hay más barrancones, y los docentes no aguantan más. Algunos se han echado a la calle movilizándose y otros han convocado una huelga hasta final de curso.
Todo esto son noticias de los últimos días, pero podemos seguir. En Andalucía hay que esperar hasta 36 meses para que te valoren la discapacidad y 587 días para acceder a la Dependencia. Se ha duplicado el tiempo de espera. Hay andaluces que mueren esperando. Hasta un periódico poco sospechoso de ser de izquierdas, como es ABC, publicaba el otro día: “La espera media para la dependencia en Andalucía es la más alta de España”. Es indignante.
A Moreno Bonilla, las políticas de igualdad le dan alergia. Desde que llegó al gobierno andaluz ha recortado un 23% los fondos propios para la lucha contra la violencia de género y la promoción de la igualdad. Prometió un Pacto Andaluz contra la Violencia de Género, ¿Dónde está? Lo que sí hay es un desmantelamiento de servicios de apoyo a las víctimas.
Andalucía es la primera comunidad en desempleo juvenil y en pobreza severa, pero estamos a la cabeza en publicidad institucional. Desde que gobierna Moreno Bonilla, este capítulo se ha incrementado un 140%.
Los problemas crecen cada día para Moreno Bonilla. Y su silencio es atronador. ¿Por qué Moreno Bonilla no da explicaciones sobre los tres gerentes del SAS imputados? ¿Por qué no da información sobre los sobresueldos y la presunta corrupción urbanística en el PP de Sevilla? ¿Por qué calla ante las irregularidades en el contrato de Soto? ¿Por qué no quiere comparecer en relación a las causas judiciales que señalan a sus alcaldes en Estepona y Marbella?
Pero no a todo el mundo le ha ido mal con el gobierno de Moreno Bonilla. En Andalucía crece el patrimonio de los ricos, que cada vez son más ricos. Crece el salario del presidente andaluz del PP, que se lo ha subido dos veces este año. Crecen los sueldos de los Altos Cargos de la Junta de Andalucía. Crece el presupuesto para “casas gratis” de los Altos Cargos. Crecen los puestos de libre designación de los funcionarios de la Junta. Y también crece, y mucho, el presupuesto para la sanidad privada.
Las encuestas no son una fotografía del momento, sino un síntoma del desgaste del gobierno de Moreno Bonilla y de la oportunidad que se abre para el cambio en Andalucía. La ciudadanía empieza a despertar, harta de recortes, propaganda vacía y abandono de los servicios públicos. Si el PSOE es capaz de canalizar este hartazgo la remontada es posible. Andalucía no se resigna; Andalucía quiere más, y puede empezar a decirlo en las urnas.