El narrador asturiano Eloy Gayán publica su tercera novela, '¡A extremo!', esta vez con la editorial Manuscritos. Se trata de una historia escrita con la pasión de unos personajes que aman la tierra, sean pastores trashumantes o extranjeros que luchan por una vida digna. En esta entrevista, Gayán fija posición sobre "la necesidad de dotar al campo de un atractivo que actualmente los jóvenes no perciben".

Portada ¡A extremo!, del escritor asturiano Eloy Gayán

Pregunta: - ¿Qué cuenta ¡A extremo!?

Respuesta: - En la novela se narra una historia en la que destaca el amor por la naturaleza que sienten los pastores trashumantes, el tesón y la lucha de extranjeros que anhelan un futuro. Se narra la vida de Cosme y de Rita, un matrimonio ya retirado, que retoman su antigua actividad para librar a una familia africana de la esclavitud del siglo XXI: la provocada por las mafias que trafican con seres humanos. ¡A extremo! es una aproximación a la trashumancia, a los caminos y a los campos; un impulso para entender, desde la cercanía y el respeto, una inmigración cercada por la muerte y la tragedia.

P: - ¿Definirías tu novela como de temática ecológica?

R: - Si atendemos a dos de las acepciones que la RAE ofrece del término ecología, sí hay una parte importante de la novela que se centra en la defensa de la naturaleza, en las relaciones entre grupos humanos y su ambiente. Los personajes forman parte del paisaje y de los caminos, y a través de sus pensamientos, de cada uno de sus movimientos, sufriremos la nostalgia provocada por cañadas sin ganado, sin almas. Asimilaremos las sensaciones de esa familia africana que contempla el deterioro de los pueblos de España, una familia que no entiende la ausencia de personas dispuestas a pisar esos caminos, a guiar esos rebaños como fuente de vida, a emplear muros derruidos como refugio. La temática migratoria es aún más relevante y refleja los sentimientos, las alegrías y las penurias de los que luchan por un futuro en unas tierras y pueblos que se les resisten.

P:  - En la historia que cuenta tu libro se destaca la problemática de la España vaciada. ¿Conoces antecedentes de la literatura española que traten el tema? ¿Dirías que con ¡A extremo! inauguras una vía en ese sentido?

R: - La España vaciada es una vía abierta y explorada, tanto desde el punto de vista ensayístico como narrativo. Ha habido un auge en ambos sentidos y existe un listado amplio de obras. ¡A extremo! trata de reflejar que esa España vaciada se presenta como un espejismo que se alza ante los ojos de unas personas que contemplan, estupefactos, que hay lugares que servirían de abrigo, de campos repletos de cosechas y de frutos que servirían de sustento. Y se hace, tal vez de forma diferente a otras obras, empleando como hilo conductor normas ancestrales de la Mesta, de la Casa de Ganaderos de Zaragoza y de la Comunidad de Santa María, que los personajes emplean para justificar sus acciones en el presente. 

P:  - Los pastores trashumantes y los extranjeros que llegan a España buscando una vida digna. Dos grupos que cobran protagonismo en tu novela. ¿Qué vínculo los une?

R: - He tratado de vincular tres realidades: la que engloba los principios y normas que han regulado la trashumancia a lo largo de los siglos, el fenómeno de la inmigración y la España vaciada. Desde el punto de vista de los personajes, se refleja en la novela la importancia del espíritu de lucha de quienes dedicaban su vida a recorrer las tierras de España dejando atrás a sus familias, el sacrificio y la dureza de pernoctar en el campo sin el abrigo de los chozos cuando estaban ocupados. Ese espíritu de lucha es aún mayor en todas aquellas personas que tratan de llegar a España, que inician desde países lejanos una trashumancia en las que ellas sustituyen a los animales y sufren como ellos. A los trashumantes, tanto los que guían rebaños como los que trashuman con su vida, les une la fortaleza que provoca la ilusión por progresar, por garantizar el futuro de sus familias.

"Escribir es adictivo, porque permite recrear vidas que no nos pertenecen, compartir espacios con personas en lugares, en ocasiones, desconocidos"

P: - ¿Por qué escribe Eloy Gayán?

R: - Por inquietud, por evasión, por disfrutar de aventuras, por compartir sentimientos. Escribir es adictivo, porque permite recrear vidas que no nos pertenecen, compartir espacios con personas en lugares, en ocasiones, desconocidos. Cuando se escribe llega un punto en el que se llega a formar parte de la propia historia. Al igual que le ocurre a todo escritor, esos espacios y las palabras se convierten en imágenes. Es lo más parecido a ver una película, con la diferencia de poder marcar los ritmos de la historia. Solo hay una contrariedad, y es que nunca vamos a disfrutar de la intriga que acompaña a todo final. Una condena propia de todo escritor.

P:  - ¿Y qué quisieras aportar, desde tu literatura, a la problemática de los pueblos abandonados?

R: - Solo pretendo aportar un diminuto grano de arena y contribuir a solucionar un problema que se agrava cada día. Basta con mencionar una noticia preocupante publicada en este medio el lunes, 2 de diciembre: “La España vaciada se seca”. La literatura puede convertirse en un medio de conocimiento más ágil de lo que puede ser un ensayo o cualquier investigación, en donde se emplean términos más técnicos. Es evidente que, a través de los personajes y de sus vivencias, de unos caminos y de unos paisajes que invitan a reflexionar, podemos concienciarnos sobre las miserias de esa España que languidece, de la tristeza que invade a todos cuantos estarían dispuestos a trabajar esas tierras, a luchar por un futuro que no alcanzan porque las propias normas de extranjería y las diferencias culturales lo impiden. Me gustaría que se viera que la despoblación, al igual que otros problemas que sufren los protagonistas, deben tratarse con antelación. Y no se ha procurado en el caso de la despoblación. Ya Gaspar Melchor de Jovellanos mencionaba en su Informe sobre la Ley Agraria, elaborado en 1795, el problema de la despoblación, y aportaba soluciones que tal vez podrían tener cabida en la actualidad.

P: - Después del grito ¡A extremo!, ¿qué debería ocurrir para solucionar esta realidad?

R: - Se requiere un trabajo conjunto de expertos en sectores muy dispares. Se requiere una reflexión profunda. Como soluciones esos expertos sugieren fomentar la agroindustria, implantar energías renovables, incrementar la oferta cultural del campo, lograr una interconectividad con zonas urbanas. Lo cierto es que es necesario dotar al campo de un atractivo que actualmente los jóvenes no perciben, jóvenes que viven en una sociedad altamente tecnológica, de la que quieren disfrutar; unos atractivos que cuando se descubren resulta muy difícil renunciar a ellos. A todas las sugerencias apuntadas, se puede añadir la necesidad de concienciar desde la niñez para que se entienda la importancia del campo, del mundo rural, de la naturaleza, del contacto con los animales, un contacto que se ha ido desvaneciendo. Hay que esforzarse para que niños y jóvenes descubran el atractivo de la naturaleza, unas generaciones cuyos ojos tienden instintivamente hacia las pantallas de teléfonos y de ordenadores desde una edad demasiado temprana. Y eso es lo que le ocurre a uno de los personajes de ¡A extremo!, un adolescente urbanita apegado, en exceso, a esas pantallas.