En The Young Pope, serie sobre el Papa realizada por Paolo Sorrentino, el sumo pontífice, interpretado por Jude Law, considera que, cuanto más alejada esté la Iglesia del pueblo, más poderosa será. Cuanto más misterio, más fieles. Cuanto más secretismo, más interés. Alejarse de lo mundano es acercarse a Dios. Así se mueve Dellafuente. Pero él no es sorrentiniano sino lorquiano.
Federico decía que "sólo el misterio nos hace vivir". Para él, “la creación poética es un misterio indescifrable, como el misterio del nacimiento del hombre. Se oyen voces, no se sabe de dónde, y es inútil preocuparse de dónde vienen”. El valor de Dellafuente radica en el misterio. Es ahí donde se erige como artista diferencial. Detrás de sus cristales tintados, fuera de los medios. Controlando su imagen y su mensaje y fortaleciendo su halo de artista inaccesible. Expresándose mediante símbolos, logos. La estrella de ocho puntas es su cruz. Comunicándose a través de portavoces, tal y como hizo en Madrid en “Los escritos de Torii Yama". Dellafuente se manifestó a través de Luis M. Mainez, Irene Domínguez y Aroa Fernández. Como el sacerdote que lee la Biblia a sus fieles cada domingo, ellos fueron el nexo entre Dios y su pueblo. Dellafuente debe seguir escondido en su montaña. Que no salga del planeta Kaito. En el momento en el que cruce de vuelta el tori que separa lo sagrado de lo mundano, el misterio morirá. Se hará humano. Y de eso sobra en el mundo.

Dellafuente es inherente a Granada. Esa ciudad exhala inspiración. Es una placenta gigante creada para dar a luz personajes únicos y geniales. Los Planetas, Enrique Morente, Lorca, Yung Beef, Dellafuente. Nada es casual. Ese realismo mágico psicodélico aderezado con pureza, tradición y mística. Criarte en Granada es vivir en el pozo de la lisergia. Granada es también una mujer misteriosa. Y tres mujeres acompañan a Dellafuente en este relato. Judeline, Amore y Lia Kali. Tres mujeres cruzan las puertas de la ciudad del encanto y dan voz a su tierra. Las tres gracias de Torii Yama.
Dellafuente es una secta. Da la sensación de que Torii Yama recoge el espíritu religioso de Taifa Yallah, ese proyecto rockero que la pandemia nos arrebató. Aquel fue un trabajo de culto, solo apto para los fundamentalistas de El Chino. Un sonido previo a la Yihad. El fan de Dellafuente es así. El pueblo Fremen que sigue a su Muad’Dib. Cada trabajo debe ser entendido desde esta óptica. Desde la no razón. De Azulejos de Corales a Torii Yama. De la realidad a lo onírico. Su viaje artístico parte de un hiperrealismo callejero y ha ido derivando en filosofía ancestral. Torii Yama es su última manifestación. Nuestras opiniones no importan porque la mística, la fe y el misterio son aspectos que no se discuten.
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