Hace un millón de años, un mono bajó de los árboles y comenzó a deambular sobre sus pies. Poco después empezó a crear herramientas con dos piedras. Y un rato más tarde inventó su primer lenguaje: la música. La forma de relacionarse con su entorno, de definirlo e identificarlo mucho antes de que existieran las palabras. 

Así que la música nos ha acompañado desde que somos lo que somos. La música es omnipresente en nuestra vida. En la vida de todos.

Así que la elección de grupos con que FNAC celebró el Día de la Música no pudo ser más acertada. Sobre un gran escenario ubicado en la madrileña plaza de Callao se desarrollaron tres conciertos gratuitos que llenaron el espacio hasta la Gran Vía. 

Smile abrieron la cita. El grupo vasco superó el calor con su pop mediterráneo. El enésimo intento de triunfar en España con letras en inglés.

El cartel lo completaron Mikel Erentxun y León Benavente. Uno y otros representan muy bien el papel de la música. Mikel Erentxun es la personificación de la ubicuidad de la música a través del tiempo. Desde aquel inicio fulgurante con Duncan Dhu en los ochenta hasta su segundo plano actual, treinta años después. Erentxun sobrevive agarrado con las uñas a las grietas de la memoria musical en este país sin memoria y sin música. 

El donostiarra aprovechó la ocasión para presentar su nuevo disco El hombre sin sombra. Temas que insisten en ese estilo indefinido que a veces parece rock, otras pop y en ocasiones folk. Brillos en El amor te muerde los labios al besar y medios tiempos fríos como en Llamas de hielo. Más cautivador cuando interpretó sus éxitos como A un minuto de ti y fiel al público al interpretar Cien gaviotas. El segundo regalo al público tras la sorprendente aparición de Iván Ferreiro para interpretar juntos De espaldas a mí

León Benavente cerraron la cita con la que FNAC defiende su apuesta por la música. La banda de Abraham Boba representa la ubicuidad espacial de la música. Definitivamente han desbancado a Love of Lesbian como el grupo presente en todos los festivales del país. Es difícil no haber asistido a dos conciertos suyos a poco que uno se haya movido en busca de música en directo.

Una vez más hicieron gala de su potente y efectista puesta en escena. Con Boba saltando, gritando y mezclándose con el público. Con unos músicos hiperprofesionales que saben qué tecla tocar en cada momento. Con canciones como Valiente, Gloria o Ser Brigada que tienen pinta de convertirse en clásicos dentro de unos años. Sobre todo si su defensa sigue siendo igual de férrea e insistente.

En definitiva, una buena manera para recordar por un día que la música forma parte de nuestras vidas. Todos los días.