Los fines de semana va apretando el calor, pero todavía hace tiempo para visitar lugares un poco más de secano antes de lanzarse a la playa. Con el verano a la vuelta de la esquina, podemos aprovechar los últimos coletazos de un tiempo en ocasiones todavía primaveral para visitar lugares del centro peninsular. En este caso nos quedamos muy cerca de Madrid, concretamente en Segovia y, más detalladamente, en la villa de Turégano.

A unos 30 kilómetros al noroeste de la provincia castellanoleonesa o, lo que es lo mismo, bastante cerca de la capital de España, se encuentra un enclave todavía desconocido para muchos, de pequeñas dimensiones pero enorme belleza. De hecho, en ella destacan varios puntos, además hay que subrayar que pasear por su calles es todo un regalo; pero si hay algo a lo que debemos hacer especial mención y por lo que es más conocido el pueblo es su fortaleza medieval.

El castillo rosa de Segovia

De origen medieval -1440 para ser más exactos- en este caso es su color lo que más llama la atención de quienes lo visitan. Es más, el castillo sí que se ha vuelto especialmente famoso de un tiempo a acá. Tanto es así que petó las redes sociales hace algo más de un año. Así la cosas, todo el mundo quedó impregnado de sus imponente presencia en la cuenta de castillos Castillos de España (@castlesofspain), que a estas alturas reúne más de medio millón de seguidores. No hace falta más que ver los miles de me gusta y los comentarios que le avalan como uno de los más impresionantes.

En el pueblo -y ya en el mundo- lo conocen como el “castillo rosa” por el color de las piedras que lo forman. Dirigiéndonos un poco hacia la historia de esta impresionante fortaleza, su origen data del siglo XV, tal y como refleja la web del Ayuntamiento de Turégano. La edificación se construyó sobre la iglesia de San Miguel, del siglo XIII, cuando el obispo Juan Arias Dávila trataba de defender las posesiones del obispado. Para ello, durante los años venideros se fueron sumando elementos militares. Por lo tanto, es factible señalar que se trata de una iglesia-castillo y, evidentemente, de una fortaleza habida cuenta de su función protectora, aunque ésta fuera en favor del clero.

Pero también tuvo la misión de dar una imagen de superioridad de la Iglesia como organismo respecto del resto del pueblo, para lo cual se construyó un balcón entre dos torres orientado a la localidad.

Entre los personajes principales que guardan relación con la historia de este punto, trascendente para el devenir de la Historia con mayúsculas, se encuentra Fernando el Católico, ya que le sirvió de refugio tanto a él como a Arias Dávila. Pero la relevancia de esta fortaleza es tal que cumplió prácticamente con todas las funciones, pues también hizo las veces de cárcel episcopal y de Estado. Entre sus prisioneros estuvo, por ejemplo, el secretario de Felipe II, Antonio Pérez.

En lo que tiene que ver con la forma del castillo propiamente dicha, de ella destacan su puerta principal, sus torres circulares y las que se levantan sobre la cabecera de la iglesia. En otro orden de cosas, sus formas estrechas y estructuras a varios niveles no hacían sino fortalecer las labores defensivas del castillo.

Qué ver en Turégano además de su castillo

Con todo, y pese a que el castillo es ya de por sí imponente, visitar Turégano es sinónimo de aprovechar al máximo un día de turismo rural. En este sentido, como sucede en todo pueblo no puede faltar su Plaza Mayor. Pero además, pisar esta localidad segoviana es sinónimo de conocer su Palacio Episcopal, otras iglesias como la de Santiago o la Ermita de Nuestra Señora de los Remedios, museos como el Forestal o el de los Ángeles o la Casa Palacio de Miñano.