Cada mes de septiembre se revive en Cartagena (Región de Murcia) uno de los enfrentamientos más épicos de la historia: la Segunda Guerra Púnica, que culminó con la conquista de esta ciudad milenaria por parte de las tropas romanas, comandadas por Escipión el Africano. Las Fiestas de Carthagineses y Romanos, declaradas de Interés Turístico Internacional, nos trasladan al pasado de una ciudad que ha sido testigo directo de importantes acontecimientos de la historia.
Más de 4.000 cartageneros participan en las diferentes representaciones teatrales que repasan la historia de la ciudad en los majestuosos escenarios originales con los que cuenta. Entre otras cosas, el visitante puede asistir al desembarco de las legiones de Escipión en el puerto de la ciudad, la boda de Aníbal con la princesa Himilce o la pelea entre gladiadores y fieras salvajes en el Circo Romano.
Vista panorámica de Cartagena (Foto: Ayuntamiento de Cartagena)
Emplazada en un punto estratégico del litoral murciano, ha sido habitada por diferentes culturas que han dejado su huella en su patrimonio artístico y cultural. Cartagena fue fundada como Qart Hadasht por el cartaginés Asdrúbal el Bello en el año 227 a. C., sobre un anterior asentamiento ibérico o tartésico. La ciudad conoció su apogeo durante época romana con el nombre de Carthago Nova. Tras la caída del Imperio de Occidente formó parte de los dominios bizantinos en la península ibérica, que la consideraron su capital en la provincia de 'Spania'. Posteriormente la ciudad acabó conquistada por los visigodos primero y musulmanes después. Fernando II el Santo reconquisto la ciudad y la incorporó al reino de Castilla.
Una joya arquitectónica sepultada bajo la tierra
Teatro Romano de Cartagena (EP)
El teatro Romano, construido entre los años 5 y 1 a.C por orden del emperador Augusto, es probablemente el icono más representativo de la ciudad murciana y estuvo oculto, enterrado por el tiempo y el olvido, hasta finales de los años 80. De hecho, sobre sus restos se construyó la llamada Catedral Antigua, el templo más antiguo de la ciudad, que data del siglo XIII.
Una casualidad permitió descubrir este imponente coloso romano, cuando se construía el Centro Regional de Artesanía. En las excavaciones que se practicaron descubrieron los restos de la antigua Muralla Púnica y otros muchos que, en 1990 identificaron como el antiguo teatro. Se había mantenido en muy buen estado de conservación y hasta un 60% de los materiales originales se conservaban enterrados.
En paralelo a su reatauración se iniciaron las obras para la construcción del Museo del Teatro Romano de Cartagena, que abrió al público en 2008, convirtiéndose en el referente cultural y museístico más importante de la región.
Una ciudad ligada al mar
Pero también es una ciudad ligada profundamente al mar. Allí nació el inventor Isaac Peral y podemos contemplar su prototipo de submarino, el 'Peral', en el Museo Naval de Cartagena. Cuenta, asimismo, con el Museo Nacional de Arqueología Subacuática ARQUA (en el Paseo Alfonso XII, 22), también acoge al Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas. A través de sus hallazgos podemos conocer aspectos sobre la construcción naval, el comercio y la navegación desarrollados en la Antigüedad.
La Muralla del Mar, mandada construir por Carlos III (s. XVIII), delimita el casco antiguo. Otro punto de interés turístico es la Casa Fortuna, construida en el siglo I antes de Cristo que muestra cómo era la vida cotidiana de una familia acomodada bajo el Imperio Romano.
Fachada modernista de Casa Maestre, de Victor Beltrí, en Cartagena
La ciudad cuenta, además, con una zona modernista muy interesante, con el Palacio Consistorial o Ayuntamiento, una joya de la arquitectura de principios del siglo XX, ka Casa Cervantes, la Casa Maestre, el Gran Hotel, los palacios Pacual Riquelme y el de Aguirre y la estación de tren.
¿Qué comer en Cartagena?
En Cartagena abundan los salazones, pescados, calderos y arroces, además de lo mejor de la huerta del Campo de Cartagena, que proporciona productos de altísima calidad entre los que destacan los guisantes, las alcachofas y los tomates. También las habas, que se consumen secas y con las que se cocina un plato emblemático de la gastronomía cartagenera, los michirones.
Los michirones son un guiso elaborado con habas secas, típico de la huerta murciana, del Campo de Cartagena y también de la Vega Baja alicantina. (Foto: Ayuntamiento de Cartagena)
Cartagena es uno de los pocos sitios donde perdura la almadraba, el arte de pesca milenario practicado desde hace 3.000 años por íberos, fenicios, cartagineses, griegos y romanos. Las especies típicas capturadas en la almadraba de La Azohía son el atún, el pez limón/lecha, albacoreta/sarda, emperador/pez espada, bonito, dentón, melva, palometa, caballa y otras especies como lacha, golondrina, zarpa o jurel.
Playas
El litoral cartagenero es uno de los menos urbanizados de todo el Mediterráneo español, con sólo un 0,67 % de costa urbanizable. En las cercanías del casco urbano están Cala Cortina, y La Algameca. Cerca se pueden visitar dos zonas protegidas, las playas de Cabo Tiñoso y el parque regional de Calblanque.
Playa de Calblanque (Foto: Ayuntamiento de Cartagena)
La zona próxima a Cabo Tiñoso es la que ofrece un aspecto más salvaje y solitario de toda la costa de Cartagena, destacando sus preciosas calas como la Cala Cerrada, Cala Salitrona, Cala Boletes y Cala Aguilar, entre otras. La playa de La Azohía conserva, junto a una bien dotada infraestructura turística, el caserío marinero tradicional. Entre La Azohía y la vecina localidad de Mazarrón se halla Isla Plana, otro pueblo dedicado al turismo estival.
Faro del cabo Tiñoso (Foto: Ayuntamiento de Cartagena)
En los alrededores del entramado urbano, encontramos el campo de Cartagena, tal y como se conoce a la comarca que se extiende desde las sierras de Mazarrón y Carrascoy hasta el litoral del Mar Menor y el Mar Mediterráneo. Cuenta con molinos propios de la zona, que incorporan velas triangulares en lugar de las clásicas aspas.
El entorno de la cercana sierra minera de Cartagena, ha sido definido en ocasiones como de “paisaje lunar”. Se trata de grandes explotaciones a cielo abierto, que ofrecen una singular variedad de colores, todo ello completado por los restos de diversas construcciones de las explotaciones mineras, entre los que destacan los singulares “castilletes”.