Una bofetada en toda la cara. Eso es lo que Moreno Bonilla acaba de dar a los profesionales de la salud en Andalucía, según denuncian los sindicatos. Les ha recortado el salario robándoles, una vez más, el Complemento de Rendimiento Profesional (CRP), a pesar de que han cumplido con sus objetivos individuales y han sostenido con esfuerzo y sacrificio una sanidad pública cada vez más abandonada.
Mientras Moreno Bonilla se ha subido su sueldo dos veces en un año, el Servicio Andaluz de Salud ha recortado más de 35 millones de euros del complemento de productividad que deberían haber cobrado médicos, enfermeras y demás personal sanitario.
Al mismo tiempo que dispara el gasto en “pisos gratis” para sus altos cargos, aprueba para ellos una subida salarial del 15% y además les compensará los gastos de transporte, por no hablar de los 5.000 euros que se han gastado en un sillón para el presidente del Parlamento andaluz ¿Qué hace con los sanitarios? Pues lo que hace es imponerles contratos precarios, no cubrir bajas ni jubilaciones lo que supone falta de médicos, enfermeras y celadores que provoca que estén extenuados. Pues además de todo ello, les baja el sueldo.
Este nuevo ataque del Gobierno de Moreno Bonilla ha desatado la indignación generalizada de los sindicatos SATSE, CSIF, UGT, CCOO y el Sindicato Médico. En un comunicado conjunto han denunciado el “robo perpetrado por el SAS”, señalando que no se trata de un hecho aislado, sino de una estrategia planificada para recortar derechos, castigar al personal y seguir deteriorando la sanidad pública andaluza.
La Junta ha vuelto a aplicar recortes brutales al CRP de forma arbitraria, oscura y sin transparencia. Muchos trabajadores ni siquiera han cobrado este complemento, pese a haber trabajado durante todo el año y cumplir con los objetivos exigidos. El motivo: errores administrativos o el incumplimiento del requisito de haber estado cuatro meses seguidos en el mismo servicio. ¿Y por qué no han estado ese tiempo? Porque la propia Junta les hace contratos de un mes y los cambia de unidad constantemente.
Esto no es un problema puntual. Es una consecuencia directa del modelo de contratación precario impuesto por el Gobierno andaluz. UGT denuncia contratos de un día, un mes o dos. Promesas rotas, como la que hizo el propio Moreno Bonilla en 2019, cuando aseguró en el Parlamento que no volvería a haber contratos de menos de seis meses en el SAS. Otra mentira más.
Los profesionales están machacados, exhaustos, sobrecargados. Cada vez trabajan con menos personal y atienden a más pacientes. Sin embargo, en lugar de recibir una recompensa, se les castiga con recortes salariales. Y luego se sorprenden de que miles de sanitarios estén huyendo de Andalucía en busca de mejores condiciones laborales.
El Sindicato Médico ha cifrado el recorte en un 10,6 % con respecto al año anterior. De 332 millones de euros presupuestados en 2024 para incentivos, se ha pasado a 296 millones en 2025. Son 36 millones menos para quienes sostienen la salud pública de todos.
El CRP debería servir para retribuir el buen trabajo, premiar la eficiencia, estimular la mejora continua. Pero según los sindicatos, se ha convertido en una lotería injusta, sin reglas claras, sin criterios objetivos y sin transparencia. Nadie sabe cómo se calcula. Nadie entiende por qué unos cobran y otros no. Nadie ha sido informado de los baremos ni se ha contado con la representación sindical.
Peor aún: mientras se recorta a los de abajo, crece el gasto en privilegios para los de arriba. La Junta dispara el dinero destinado a viviendas oficiales y lujos para altos cargos, mientras escatima euros a quienes cubren guardias, doblan turnos y hacen malabares para sacar adelante quirófanos, urgencias y consultas.
Moreno Bonilla ha expulsado ya a 18.000 sanitarios del sistema público. No se cubren bajas, ni jubilaciones, ni vacaciones. Las listas de espera crecen sin freno. Y quienes siguen dentro, lo hacen agotados, desmotivados y ninguneados por una administración que no valora ni su trabajo ni su compromiso.
Los sindicatos exigen el abono íntegro del CRP y que se convierta en un complemento fijo y justo, no en un premio caprichoso que se da o se quita según intereses políticos o recortes encubiertos. Porque hoy no se trata de ajustar, sino de empobrecer. No se trata de eficiencia, sino de castigo.
Moreno Bonilla presume en sus medios afines de que ha aumentado el presupuesto de sanidad. Pero la realidad que viven los trabajadores del SAS es muy distinta: más carga laboral, menos personal, más presión y menos sueldo. ¿Dónde va ese dinero? ¿Quién se beneficia?
Desde UGT y CCOO lo tienen claro: en la Andalucía de Moreno Bonilla, solo ganan más los amigos de la sanidad privada. Cada recorte al SAS es una puerta abierta al negocio sanitario. Cada contrato precario es una invitación a marcharse. Cada incentivo robado es un argumento para rendirse.
Y lo más sangrante es que podría ser muy distinto. El Gobierno de Pedro Sánchez ha ofrecido a la Junta condonar 18.791 millones de euros de deuda, lo que permitiría reforzar como nunca antes el sistema sanitario público. Pero Moreno Bonilla prefiere seguir obedeciendo a Feijóo y utilizando el dinero público en beneficio de unos pocos, no de los trabajadores ni de los pacientes.
La consecuencia es clara: los profesionales se van. Y quienes se quedan, lo hacen con frustración, rabia e impotencia. Mientras tanto, la calidad del servicio se resiente, se multiplican los errores, y se pone en riesgo incluso la salud de los pacientes. Y lo peor es que todo esto es evitable.
Hoy, los trabajadores del SAS no tienen nada que celebrar. Pero sí motivos para seguir peleando. Porque sin condiciones dignas, no habrá sanidad pública de calidad. Porque no hay excusa para castigar a quienes han entregado su vida a cuidar la nuestra. Y porque si no paramos esta deriva, el desmantelamiento será irreversible. Moreno Bonilla mintió cuando dijo que venía a mejorar la sanidad pública. La realidad es que la está destrozando.