Francia acaba de anunciar uno de los mayores recortes sociales de su historia reciente: 44.000 millones de euros menos para educación, sanidad, pensiones, servicios sociales. Y al mismo tiempo, el gobierno derechista de Macron presume de un incremento en gasto militar hasta alcanzar los 64.000 millones de euros. No es una casualidad, es una decisión política: más tanques, menos derechos. ¿Les suena? Porque ese es el mismo modelo que Feijóo y Abascal querrían aplicar en España si algún día llegan al poder. Y no lo esconden. Lo venden con orgullo, aunque no lo expliquen del todo claro.

Mientras París congela pensiones, recorta la sanidad pública y despide trabajadores del Estado, el Gobierno de Pedro Sánchez aprueba una mejora de las prestaciones de la Dependencia, apuesta por el blindaje del sistema público de salud y mantiene la revalorización de las pensiones conforme al IPC.

Por supuesto que importa quién gobierna. Incluso quienes votan al Partido Popular lo saben: si Feijóo estuviese hoy en La Moncloa, haría exactamente lo mismo que Macron. España ya habría anunciado un 5% del PIB en gasto militar y empezado a desmantelar el Estado del Bienestar. Porque Feijóo y Abascal anteponen los intereses de Trump a los de los españoles. Son, en el fondo, traidores a España.

El primer ministro francés, François Bayrou, lo ha dicho sin rodeos: ha llegado “el momento de la verdad”. Un eufemismo que esconde un plan de ajuste brutal. Supresión de dos festivos nacionales. Congelación de salarios públicos. Congelación de pensiones. Recorte de 5.000 millones en sanidad pública. Despidos en el sector público: 3.000 puestos menos el primer año, y solo dos contrataciones por cada tres jubilaciones. Una declaración de guerra al modelo social europeo. Y todo, para cumplir con el nuevo mandamiento dictado desde Washington: alcanzar el 5% del PIB en gasto militar. Lo que Trump exige, Macron lo ejecuta. ¿Y Feijóo? Feijóo obedece.

Lo dijo hace apenas unos meses: hay que invertir más en defensa. No dijo cuánto, pero varios dirigentes del PP y Vox ya han deslizado que el objetivo no debería ser el 2%, sino el 5% o incluso algunos planteaban hasta más. Es lo mismo que París. ¿Y cómo se financia ese esfuerzo militar? Pues como siempre: desmantelando los servicios públicos. Lo estamos viendo en Francia. Lo vimos en España durante los años de Rajoy y Montoro. Y lo volveríamos a ver si la derecha regresara al Gobierno. Esta vez, incluso peor.

Porque Francia hoy es el espejo de lo que nos espera mañana si gobiernan Feijóo y Abascal. La sanidad pública transformada en un negocio. Las pensiones convertidas en producto financiero. La educación reducida a mercancía. Todo privatizado, todo recortado. El Estado reducido a lo mínimo, excepto para lo militar y policial. Un país gobernado para una élite, mientras la mayoría sobrevive entre listas de espera, alquileres imposibles y sueldos precarios.

¿Y por qué tanto recorte? Porque necesitan liberar dinero para cumplir con el dogma de la OTAN: el 5% del PIB en armas. Un dogma impulsado por Trump, ese mismo líder que desprecia a Europa, pero al que la derecha europea, incluida la española, sigue con devoción. ¿Quién paga esa factura? Tú. Tus hijos. Tus mayores. Tus hospitales. Tus colegios. Tus derechos.

Ya lo vivimos. Rajoy lo hizo. Montoro lo ejecutó mientras presuntamente se lo llevaba crudo. Becas recortadas, hospitales cerrados, dependencia abandonada, pensiones congeladas, sueldos públicos de miseria. Y mientras tanto, se aprobaban amnistías fiscales para los que más tienen, se disparaban los conciertos con la sanidad privada, y se protegía a los evasores fiscales. Ese fue el verdadero rostro del Partido Popular. Hoy intentan cambiar las formas, maquillan el discurso, pero el fondo sigue siendo el mismo.

Feijóo es Rajoy 2.0. Y Abascal es su copiloto fanático, dispuesto a dinamitar incluso lo que queda en pie. No es una exageración. Lo dicen ellos. Lo demuestran sus votaciones. Lo prueban sus pactos. Donde gobiernan, recortan. Donde pueden, privatizan. Donde mandan, retroceden derechos. Y siempre, siempre, con el discurso del sacrificio patriótico. Que siempre lo hacen otros.

Frente a esa Europa sumisa, Pedro Sánchez ha defendido un modelo distinto. Ha dicho “no” a la presión de Trump. Ha defendido el gasto social frente al militar. Ha priorizado a la ciudadanía antes que a los intereses de la industria armamentística. Aquí se ha subido el salario mínimo, se han revalorizado las pensiones, se han blindado los servicios públicos. Aquí se ha apostado por la dependencia, por la ciencia, por la educación pública, por los derechos sociales. Aquí se ha gobernado pensando en la mayoría. Eso es ser patriota: defender a los ciudadanos en lugar de tapar los recortes con la bandera.

Algunos dirán que todo esto es alarmismo. Que no va a pasar. Pero no es una ficción. Está pasando. Basta mirar a Francia. Basta mirar a Italia. Basta recordar a Rajoy. Todo lo que se advierte ya ocurrió. Y todo lo que se teme está perfectamente en los planes de la derecha. No es imaginación. Es experiencia. Es memoria.

La derecha siempre hace lo mismo: primero te asusta con el déficit, luego te exige recortes. Te pide sacrificios mientras protege a los de arriba. Hablan de austeridad con una mano y conceden privilegios con la otra. Usan la bandera como coartada para desmantelar lo público. Y cuando todo está privatizado, nos dicen que ya no hay alternativa.

Pero sí la hay. Y en España se ha demostrado. Un Gobierno progresista, valiente, puede hacer frente a una crisis sin destruir el Estado del Bienestar. Puede cuidar a su gente. Puede gobernar con justicia social. Puede invertir en derechos sin endeudarse en tanques. Puede proteger sin agredir. Puede resistir la presión exterior sin traicionar al país.

Ese es el modelo que ha elegido España. Pero no está garantizado. Cada elección cuenta. Cada voto decide. Cada abstención abre la puerta al retroceso. Francia nos muestra el abismo. Y depende de nuestro voto no precipitarse por el precipicio. España ha demostrado que otro camino es posible. Y mantenerlo depende de nosotros.

Como decía aquella campaña francesa tan certera de hace unos años: “Cuando todo sea privado, estaremos privados de todo. Viva el servicio público”. Si votas a la derecha, votas precariedad. Votas privatización. Votas por perder lo que hoy tienes. No lo olvides.

No podemos permitirnos esa regresión. No ahora. No después de todo lo que hemos avanzado. No cuando están en juego nuestras pensiones, nuestros hospitales, nuestras escuelas y nuestros derechos. Francia es la advertencia. España es la esperanza. Que nadie diga que no lo vio venir.

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