Por mucho que los medios de derecha traten de taparlo y por mucho que, en el PP aseguren que no pasa nada, la lucha por el poder entre Feijóo y Ayuso es una batalla sin cuartel. Estos días ha habido otro episodio truculento con la negativa de la presidenta madrileña a reunirse con el presidente del Gobierno en La Moncloa.
El pasado 7 de octubre, el aún líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, defendió que la obligación de un presidente o presidenta autonómica es acudir si lo convocaba el presidente del Gobierno. Textualmente dijo: “Un presidente de una comunidad no puede elegir al presidente del Gobierno que le toca”. “Si un presidente autonómico no acude al Palacio de la Moncloa, creo que comete un error”.
Feijóo recordó además que, como presidente de la Xunta, él fue a todas las reuniones con Zapatero, Rajoy y Sánchez. Y planteó que Ayuso debía asistir a dicha ronda de contactos para abordar “los asuntos de Madrid”. “Yo creo que la presidenta Ayuso sabe muy bien que su responsabilidad es defender los intereses de los madrileños y practicar una política de Estado, y eso es lo que ha venido haciendo siempre”.
Pero Ayuso dijo no. La presidenta madrileña decidió sin consultar con nadie, salvo con Miguel Ángel Rodríguez, que no se iba a reunir con el presidente del Gobierno en la Moncloa el viernes 25 de octubre, cuando le correspondía por orden protocolario. Según las palabras de Feijóo, eso significaría que abandona “su responsabilidad de defender los intereses de los madrileños” y que abandona la práctica de “una política de Estado”.
Con su negativa cometió dos errores, el primero desautorizar al que por ahora manda en el PP, a Feijóo, aunque para ella este sea un tema muy menor. Pero su segundo error, fue anteponer sus intereses personales a los intereses de la institución a la que representa. Ella no se representa a ella misma, sino que, como presidenta de la Comunidad de Madrid representa a los siete millones de madrileños y madrileñas, y con su negativa a asistir, se ha burlado de ellos y ha demostrado que no le interesa lo más mínimo sus problemas.
Por mucho que Ayuso pretenda justificar lo injustificable, al final todo son burdas excusas y lo sabe perfectamente. Argumentar que no se reúne por las descalificaciones hacia su pareja, son un insulto a la inteligencia, sobre todo, porque un día sí y otro también, los insultos que la presidenta de Madrid pone en su boca hacia el presidente del gobierno, no la dejan en muy buen lugar, ni a ella ni a su educación.
Pero vamos a ver si nos entendemos, cuando el presidente de gobierno te cita en La Moncloa es para abordar las cuestiones pendientes que tiene tu comunidad autónoma. No es una reunión para tomarte unas cañas, es una reunión de trabajo entre dos instituciones y a eso no se puede decir que no, si realmente te importa tu región. Ayuso con su negativa queda tocada, porque demuestra su nerviosismo, y cuando se está tan nerviosa se cometen graves errores como este.
¿Para eso le pagan el sueldo los madrileños y madrileñas, para que no les represente y no defienda sus intereses? Esto no es hacer política. Política no es enfangar siempre. Política no es siempre buscar la confrontación. Política no es siempre escurrir el bulto. Ayuso se ha convertido en una política absolutamente inútil para los ciudadanos.
Lo que sí ha hecho Ayuso con su plante es desautorizar una vez más a Feijóo. Ha vuelto a romperle su estrategia y le ha hecho tener que dar marcha atrás en sus afirmaciones, todo con tal de no corregirla, aunque eso sí, el portavoz nacional del PP, Borja Sémper, le lanzó una pulla: “comprendo sus motivaciones” pero, “yo sí habría ido a esa reunión”.
Ayuso también ha dejado en muy mal lugar al resto de presidentes y presidentas del PP, quienes sí han acudido a reunirse con el presidente del gobierno, para abordar los temas de sus comunidades. Todos ellos han cerrado filas en público, aunque por detrás aseguran que están cada día más cansados de la presidenta madrileña.
La presidenta de Madrid con actitudes como esta trata de sacar cabeza en una situación que la debilita. Todo lo que está apareciendo en los medios de comunicación sobre su pareja, deteriora y mucho, su imagen. Por mucho que Ayuso pretenda victimizarse e insista en que es una persecución orquestada desde Moncloa, no cuela. Nos miente.
No cuela porque, además de todo lo que hemos conocido hasta ahora de su pareja, que no es poco; seguimos enterándonos a través de los medios, que ha tratado de deducirse ante Hacienda el alquiler de dos vehículos durante las vacaciones de ambos, la compra de hilo dental, champú, desodorante, un saxofón y hasta un Rolex, ¿esto es también responsabilidad de La Moncloa? Por cierto, Sra. Ayuso, ¿es cierto que reservó con dinero público la sala de autoridades de Barajas con cargo al erario público para las vacaciones con su pareja?
Todo ello es motivo más que suficiente para que Feijóo le pida la dimisión a Ayuso; pero el expresidente gallego le tiene miedo. Por eso evita contradecirla. Ha aprendido la lección de Casado y no quiere que a él le ocurra lo mismo. Casado denunció la inmoralidad y supuesta corrupción del hermano de Ayuso y terminó siendo expulsado de la dirección del PP, de ahí el pánico atroz de Feijóo a confrontar con ella.
Casi desde el primer momento del aterrizaje del expresidente gallego en Madrid hace más de dos años, la presidenta regional ha marcado distancias con sus políticas y lo ha desautorizado una y otra vez en sus movimientos tácticos y estratégicos. Y Feijóo sigue aguantando.
El expresidente gallego solo tiene una carta para acabar con Ayuso, ser presidente del Gobierno, por eso sigue pidiendo elecciones generales un día sí y otro también, por eso sigue con su política de barro, por eso pide a los medios de derechas que viertan todo el fango que puedan sobre el gobierno, todo le vale.
Pero su situación se complica por días, Ayuso no va a ceder y cuenta con todo un experto en marrullería política de la peor calaña como es Miguel Ángel Rodríguez, y cuenta con el apoyo de Aznar y de Esperanza Aguirre. Y el escenario de anticipar elecciones es complicado si al final salen adelante los Presupuestos, que continúan negociándose. En cualquier caso, queda gobierno para rato, mientras que para Feijóo ya hace mucho rato que empezó la cuenta atrás.