Responde al cuestionario sobre Democracia Digital Directa, Bernardo Avalos, ponente del primer congreso mundial D3CON. Avalos es consejero y miembro del equipo Sola. Es socio fundador de un proyecto civil y empresarial para diseñar y desarrollar productos digitales dedicados al fortalecimiento  económico, político y cívico de una ciudadanía socialmente responsable. Ha sido consultor en las más diversas instituciones civiles, gubernamentales y religiosas, entre las que destaca la presidencia de la república de México.

 

Estamos en un momento histórico, ¿consideras que es el idóneo para la evolución de la democracia? ¿Qué aspectos deben cambiar y cuáles podrían permanecer?

 

Muy difícil pregunta. “Idóneo” es lo “apropiado para algo”. Y “apropiado” es aquello que está “ajustado y conforme a las condiciones o a las necesidades de alguien o algo”. A fin de poder responder significativamente se debería saber qué se entiende por ese “momento histórico”, qué significa “evolución de la democracia”; y, finalmente, saber si dicha evolución queda “ajustada conforme a las condiciones o las necesidades” del “momento histórico”.

 

¿Cómo afectará la aplicación de la tecnología a los procesos electorales y, a la posterior, gobernanza?

 

Como lo vienen escribiendo Sue Halpern y Jacobo Weisberg, los efectos de esa “aplicación” de la tecnología (señaladamente la digital) en los procesos electorales resulta evidente en las elecciones de Donald Trump (2016), tanto por el papel jugado por Facebook (Cambridge Analytica), como por la Cyberguerra desatada desde Rusia para intervenir sesgando al electorado.

Respecto a la gobernanza, sólo hay que mirar con calma y detenimiento lo sucedido en el Capitolio de Washington DC el Día de Reyes pasado, y observar con lupa la secuela de efectos en el corto, mediano y largo plazo.

 

La pandemia, ¿contribuye como acelerador de los cambios?

 

Esa fenomenología de orden biológico (“pandemia”) no acelera “los” cambios, aunque pueda acelerar “algunos” cambios al encarnizarse con nuestra especie. Las acciones para atender a una minoría conformada por los graves y salvar a quienes están próximos a la muerte mediante la hospitalización generalizada de la sociedad entera, han dejado a la mayoría de los sanos privados de medios de vida (confinados sin trabajar) para vivir. Pauperizados. Eso ha producido un efecto, que enuncio sucintamente: las medidas humanas han venido transformando las Sociedades Democráticas en Sociedades Confinadas Pasivas tiritando de pánico e incertidumbre. Y se está orillando a las sociedades a la barbarie de la Ley de la Selva.

En términos generales, la gama completa de los impactos negativos en la vida democrática están aún por verse.

Calificar el uso actual de medios digitales para sortear el confinamiento (Zoom o Google Meets, por ejemplo) como augur de tiempos mejores me parece, más bien, un argumento de venta empresarial.

 

¿Puede la tecnología modificar la democracia para que pase de ser representativa a directa?

 

La tecnología (digital) no acelera nada socialmente hablando. Per se, la tecnología es cosa yerta, pistola en el cajón de un armario. La tecnología digital acelera algo societal por dos razones: a) por la arquitectura de su diseño (en los días que corren el diseño de los algoritmos - particularmente los de la A.I.- son motivo de crítica); b) por el uso que de esa tecnología hacen las sociedades.

Es decir, la tecnología efectúa algo en las cosas sociales por su naturaleza (una pistola dispara proyectiles mortales y no sirve para perfumarse por la mañana); y por el uso que se hace de ella (un piolet sirve en extremo al usarlo en la pared helada en la alta montaña, pero a Trosky le quitó la vida en manos de su asesino).

Debido a ese uso vivo en las manos del hombre, toda tecnología es polivalente, como nos ha enseñado, Richard Sclove: produce efectos más allá de las finalidades nominalmente pretendidas, llamados “efectos sociales latentes”.

 

¿Cuál es el principal desafío que afronta la nueva democracia?

 

Si pudiéramos ponernos de acuerdo en qué cosa es lo que entendemos por “nueva democracia”, sería más fácil responder esa pregunta. Los desafíos que mejor pueden ser descritos son los de la “vieja democracia” como “forma ideal” de gobierno al abandonar su naturaleza de “forma de gobierno” para control de Poder.

El asunto clave no es la democracia, sino cómo se controla y administra el Poder dado (las redes de poder, como enseña Foucault), en función del bien-vivir y el bien-estar en la ciudad de los ciudadanos, en el marco de Nomós (derecho), conforme al Bien Común.

Y ese es el desafío mayor de las democracias: su propio nombre en la Era de las e-Multitudes.

 

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