Quizá es un debate al que se le ha pasado el tiempo. Pero aún así, de cuando en cuando vemos alguna manifestación pública, campaña o tuit que nos habla de lo pernicioso que es la introducción de organismos genéticamente modificados (GMO, por sus siglas en inglés) en nuestro entorno. Especialmente cuando hablamos de cosechas de cereales.

Más productivos

Ahora hay un nuevo estudio que pretende arrojar luz sobre este asunto. Y se trata de una de las investigaciones más ambiciosas de la última década. Sobre todo porque está hecha en base a otros cientos de análisis realizados sobre la influencia de los GMO tanto en la propia agricultura como en la salud. Veinte años de estadísticas e investigaciones que se han condesando en un único informe. Lo primero es algo que más o menos se sabía, que está fuera de controversia. Los cultivo con semillas genéticamente modificadas son más productivos que los tradicionales. Concretamente, los campos cultivados con este tipo de simiente son entre un 6% y un 24,5% más productivos. Este dato no habla solo de generar más producto.
También de que se necesitan menos recursos, sobre todo tierra y suelo, para producir más. Esto tiene un impacto indudable sobre el medioambiente.

Más sanos

Pero la principal preocupación de las organizaciones que se muestran contrarias a los GMO es su influencia sobre la salud humana. Ahora el estudio argumenta que también son beneficiosos para los consumidores. En concreto en lo relativo a la posible infestación de las cosechas con hongos. Estos parásitos generan toxinas que son nocivas y cancerígenas en animales y en personas. La presencia de estas micotoxinas se ha reducido significativamente en los cultivos modificados. Los expertos explican que alterar seres vivos para que produzcan más y sean más seguros para el consumo no es algo nuevo. Es una tecnología que los seres humanos llevamos utilizando más de 10.000 años. La diferencia es que antes se hacía mediante cruces y ahora se emplean modificaciones microscópicas y químicas.  

Leer ahora: 

España concentra el 95% de los cultivos transgénicos de Europa