El juego del calamar no deja de causar furor a nivel mundial, sin embargo, en Corea del Norte, han optado por darle la espalda y prohibir a su población ver la famosa serie. Debido a las restrictivas normativas del gobierno, la mayoría de ellas opacas para el resto del mundo, los contenidos culturales y de ocio están muy restringidos.

Según Radio Free Asia (RFA), un joven estudiante introducido ilegalmente en el país copias de la serie de Netflix para distribuirla entre otros estudiantes. Por este motivo, la decisión del gobierno norcoreano ha sido otorgarle la pena de muerte. El joven habría conseguido la copia pirata en China y la habría llevado a Corea del Norte dentro de una memoria USB. 

Dada la difusión que ha tenido la cinta, otros seis estudiantes han sido condenados a realizar trabajos forzosos durante cinco años por el simple hecho de haber visto la serie, aunque uno de ellos ha sido condenado a cadena perpetua por comprar la copia. Mientras que los docentes del centro educativo han sido despedidos y reubicados a otras zonas del país, siendo también candidatos a cumplir una condena menor de trabajos forzados.

Estas sentencias vienen justificadas por la nueva ley de cultura impuesta por el gobierno norcoreano: “Eliminación del pensamiento y la cultura reaccionarios”, puesta en marcha desde el año pasado, en la que se pena la visualización, pirateo o distribución de contenidos procedentes de medios de comunicación extranjeros y de países capitalistas, con especial atención en Estados Unidos y Corea del Sur. 

La brecha de significado sobre la misma ficción

Hwang Dong-hyuk, creador de El juego del calamar, trazó y diseñó esta ficción durante diez años hasta que Netflix hizo que su popularidad se extendiese por todos los rincones del planeta. En sus palabras, la serie es una metáfora del capitalismo y la sociedad moderna que gira en torno a este: “los juegos de la serie se alinearan con los deseos de la gente por obtener el premio gordo en cosas como las criptomonedas, los bienes inmuebles y las acciones”. En Corea del Sur, incluso, ha provocado movilizaciones obreras.

En el lado opuesto, las autoridades norcoreanas prohibieron la serie por “la triste realidad de una sociedad surcoreana bestial”. Corea del Norte se propone así luchar contra el contrabando y la propaganda exterior con penas generales de cárcel desde cinco a quince años, incluso las condenas a muerte como se ha podido comprobar en este caso.