El código de barras, cuya primera patente data de los 50, está muy presente en nuestras vidas.



En la actualidad forman parte de nuestra vida. Para muchos es uno de los grandes inventos tecnológicos del siglo XX y, a tenor de su uso y repercusión, no van desencaminados con su afirmación. Se trata del código de barras, una creación que se atribuye a Joseph Woodland y Bernard Silver.

La primera patente la inscribieron en el año 1952 en EEUU, si bien la implementación del invento se une a los ingenieros Raymond Alexander y Frank Stietz. Una curiosidad que rodea a un sistema hoy presente en cualquier producto que consumimos o adquirimos, es que el trabajo desarrollado que condujo finalmente al resultado por todos conocido, buscada un sistema automático de identificación de ferrocarriles.

Imagen del primer diseño del código.



El primero, redondo
Su forma actual, con esas líneas negras de distinto grosor, dista mucho del diseño inicial, aunque tal vez lo más conveniente es recordar el origen de la idea misma. A finales de los años 40, el gerente de un ultramarinos se dirigió a la Universidad de Drexel para pedir ayuda. Lo que solicitaba era un sistema que le permitiera automatizar el cobro a los clientes en la línea de cajas.

Tuvo la mala suerte de que los responsables académicos no le hicieron mucho caso y la buena de que por allí se encontraba Silver, entonces compañero de estudios de Woodland. Ambos se plantearon hallar una solución. Ahí podría decirse que está la génesis del código de barras. Era redondo y surgió de un dibujo en la arena de una playa de Miami.

Uso comercial
A pesar de que su patente es de principios de los 50, no será hasta 1966 cuando se empiece a utilizar desde un punto de vista comercial. Su triunfo aún se demoraría hasta la década de los ochenta.

Pero ¿Qué es un código de barras? ¿En qué consiste el sistema que propone? Según recogen algunas publicaciones, se trata de un código basado en la “representación mediante un conjunto de líneas paralelas verticales de distinto grosor y espaciado” que guardan distinta información, representando pequeñas cadenas de caracteres.

En concreto, el código de barras posibilita reconocer de forma rápida “un artículo de manera única, global y no ambigua en un punto de la cadena logística”, lo que a su vez, además de poder consultar sus características específicas, permite inventariarlo.

En contra de lo que se pueda pensar, en la actualidad existen varios tipos de códigos de barras.

Una caja de chicles
Otra curiosidad que rodea al código de barras es que sus inventores (Woodland y Silver) ganaron muy poco dinero con un sistema que ha generado miles de millones en todo el mundo. Esto se debió a que, al poco de inscribir su patente, decidieron venderla por una mínima cantidad a la RCA.

El primer producto pagado a través de un sistema de lectura de código de barras fue un paquete de chicles. Ocurrió en 1974 en un supermercado de Ohio, EEUU. En la actualidad esa caja de gomas de mascar se encuentra expuesta en el Museo Nacional del Instituto Smithsoniano de Historia Americana.