Las últimas previsiones del Banco de España, la OCDE y el panel de FUNCAS apuntan a una mejoría en los pronósticos de crecimiento de la economía española en 2023. Así, el Banco de España apunta hacia un 1,6%, la OCDE hacia un 1,7% y el consenso de FUNCAS señala un 1,5%, por encima, todos, de las previsiones desarrolladas a inicio de año. La razón fundamental de esta mejoría es la evolución de 2022, que frente a los pronósticos más catastrofistas, terminó con un fuerte crecimiento acumulado, de hasta el 5,5%, por encima de las previsiones de inicio de año y muy por encima de las previsiones que circularon en los análisis de la segunda mitad del año. La desaceleración fue cierta, y la notamos tanto en el crecimiento económico, que fue mucho más débil, como en el ritmo de creación de empleo, que fue positivo a lo largo de todo el año pero que se enfrió sobremanera en la última parte del mismo y en el comienzo de 2023.

Las previsiones mejoran entonces para 2023, pese a que veremos todavía datos de crecimiento económico relativamente débiles en la primera parte del año y, probablemente, si no hay nuevas sorpresas en el sector financiero, los datos se recuperarán en la segunda parte del año y en 2024 mejorarán hasta estar ligeramente por encima del 2% y el 2,4% en 2025. La tendencia es que no crezcamos mucho más. Los años 2021 y 2022 hemos vivido importantes crecimientos debido al efecto rebote desde 2020, y la tendencia es que, a medio plazo, la tasa de crecimiento de la economía española converja hacia la tasa de crecimiento potencial, que de acuerdo con las estimaciones de la Comisión Europea, se situaría en el entorno del 1% a largo plazo. Y ese es el principal problema de nuestra economía, pues este dato refleja el escaso crecimiento de nuestra productividad.

La productividad de una economía no es directamente observable, sino que se obtiene como la diferencia entre el crecimiento del PIB y el crecimiento de los factores que lo impulsan, como el capital humano o el capital físico. La productividad habla de cómo está organizada la economía, cómo se utilizan los elementos intangibles o la innovación, o cual es la calidad de la regulación y las instituciones. Mejores instituciones, mejor regulación, empresas más dinámicas e innovadoras, o mejor cualificación de trabajadores y directivos, son elementos que suelen incidir en el crecimiento de la productividad. También lo es, como demostraron los economistas del FMI Ostri, Loungany y Berg, el grado de desigualdad de una economía: las economías más igualitarias suelen tener períodos más extensos de crecimiento económico entre crisis y crisis, de manera que a largo plazo, las sociedades más iguales tienden a crecer más y de manera más sólida.

En España, la montaña rusa a la que está sometida nuestra economía desde la crisis del Covid de 2020, hace que la coyuntura económica ocupe una parte muy importante del debate público: los datos sobre inflación, crecimiento y empleo se celebran o se lamentan casi en tiempo real, pero los componentes que hacen mejorar la productividad a medio y largo plazo no suelen formar parte del debate público. Se supone que el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española debería dirigirse a mejorar las condiciones de productividad y, de esta manera, el crecimiento económico a largo plazo. El conjunto de reformas y de inversiones debería ir dirigido a tal fin. Sin embargo, y de manera muy lamentable, el debate sobre el uso de los fondos está limitado a aspectos de vuelo gallináceo como el grado de ejecución o si “está llegando o no está llegando” a las PYMEs, como si el plan tuviera como objetivo solucionar los balances de las empresas o mejorar sus resultados. No es esa la naturaleza del plan, sino precisamente incidir en las condiciones estructurales de nuestra economía, algo que, de momento, es prematuro evaluar.

Sería muy positivo que se recuperase en España el debate sobre los condicionantes básicos que pueden hacer crecer la productividad y el crecimiento a largo plazo. De momento, la coyuntura ocupa gran parte de nuestro debate, y sólo cuando hablamos de pensiones parece que nos interesan las reformas. Sin embargo, leyes como la ley crea y crece, o la ley de startups, o la ley de ciencia e innovación, son los elementos que van a definir la evolución de nuestra economía en el medio y largo plazo. Si España es capaz de salir de esta montaña rusa en la que se encuentra, puede que se vuelva a abrir la ventana de oportunidad para hablar de todo ello. Estamos en una economía en plena transformación donde las reglas no funcionan como antes y necesitamos nuevas herramientas para entender y actuar dentro de un escenario profundamente cambiante. O comenzamos a tomarnos en serio estos elementos estratégicos para hacer nuestra economía más competitiva y productiva, o nunca saldremos del círculo vicioso que atenaza a nuestra economía entre bajos salarios, baja productividad, empresas frágiles y alta desigualdad.