El alquiler en la Comunidad de Madrid se incrementó más de un 11% de media durante 2022. Ese dato demuestra lo que todos los madrileños saben a ciencia cierta: cada vez es más difícil vivir en el centro de la capital. Según Fotocasa, algunos de los distritos que más aumentaron el precio del alquiler el año pasado fueron Usera en un 25%, Chamberí 16,5%, Villaverde en un 16% y Hortaleza en más de un 15%. Esas subidas demuestran el encarecimiento de la vida en la almendra central, lo cual ha derivado en una apuesta por negocios y galerías de lujo en el centro de Madrid, a costa de la vida cotidiana, del pequeño comercio y de la cultura vecinal de barrio.

Los negocios con menos recursos y potencia financiera quedan relegados a las zonas de Madrid de ladrillo visto y toldos verdes, es decir, a las zonas obreras de la comunidad. En contraposición se encuentra el sector lujo, para el que están reservadas las principales arterias de la capital. El informe Global Luxury Retail de 2019 ya reflejaba que Madrid se ha convertido en la tercera ciudad del mundo donde más han crecido las rentas de espacios del sector, sólo superada por Londres y París, ciudades que cuentan con salarios superiores. Es más, el mismo informe indicaba que, en solo un año, los alquileres más exclusivos de la capital han aumentado más de un 10%, alcanzando el nivel de ciudades como Londres y Estocolmo, que se encuentran dentro de los 15 países con los salarios más altos de Europa. La apertura de las Galerías Canalejas da buena cuenta de ello, que se definen como “el nuevo icono internacional del lujo y la gastronomía en el corazón de Madrid”, una oferta de ocio reservada solo para unos pocos. La subida del precio del suelo, del ocio y de la gastronomía consolida ese efecto de zona de recreativos o parque de atracciones para privilegiados que ya tiene una fama conocida en Londres o Nueva York.

Estos oasis de opulencia derivan en un esfuerzo económico para los habitantes de la capital, que tiene un coste de vida un 15,7% más caro que la media española, según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), la Universidad Pompeu Fabra (UPF), el Ayuntamiento de Barcelona y el Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB). Ya no solo sube el precio del suelo de alquiler de vivienda y la renta de locales que solo son asumibles para marcas internacionales y megafirmas españolas en el distrito centro, sino que esta tendencia está expandiéndose por los distritos aledaños. Si antes los barrios gentrificados por excelencia eran Malasaña, Huertas, Lavapiés y Chueca, ahora este efecto impacta en zonas como Usera, el distrito que más ha experimentado este fenómeno en los últimos años.

Aunque la gentrificación puede ir acompañada de una rehabilitación de zonas y edificios, si también conlleva unos precios de suelo prohibitivos el resultado es una ciudad reservada solo para los ciudadanos de poder adquisitivo muy alto, que en muchas ocasiones no pertenecen ni a la misma ciudad o, ni siquiera, al mismo país. De hecho, según datos del Ayuntamiento de Madrid, cerca de uno de cada tres habitantes del distrito Centro han nacido fuera de España, con Italia, Francia y Estados Unidos liderando las nacionalidades de los vecinos de la zona. Esto revela que en la mayoría de las ocasiones solo los salarios de extranjeros son lo suficientemente competitivos para permitirse vivir en el centro de Madrid.

Así, los madrileños se ven forzados a mudarse a zonas cada vez más alejadas de la puerta del Sol, habiéndose convertido la M-30 en la línea roja del precio de la vivienda para muchos de ellos.