La historia de la mayor quiebra en la historia empresarial en España tiene nombre propio, Abengoa. Sin embargo, tras el fracaso de la que fuera una de las mayores multinacionales patrias -con permiso de Inditex- se pueden encontrar otros nombres propios, estos quizás de rancio abolengo. El fundador de Abengoa fue Javier Benjumea Puigcerver, sobrino del Guadalhorce, ministro de Obras Públicas en la dictadura de Primo de Rivera, y del conde de Benjumea, gobernador del Banco de España con Francisco Franco.

Sin embargo, el joven ingeniero no estuvo solo cuando decidió emprender su cruzada en 1941. De hecho, Abengoa debe su nombre al acrónimo de los apellidos de sus cincos fundadores: José Manuel Abaurre Fernández-Pasalagua, Javier Benjumea Puigcerver, José María Gallego Quero, Antonio Ortueta Díaz-Arce y Ricardo Abaurre Herrero de Tejada.

El relevo al frente de la firma lo tomarían 50 años más tarde los hijos de Javier Benjumea, quedándose el mayor (Javier Benjumea, hijo) en la vicepresidencia y el menor (Felipe Benjumea) en la presidencia. Una generación y media resistió la dinastía de los Benjumea, hasta que, en 2015, ambos salieron por la puerta de atrás dejando un pufo de 9.000 millones de euros.

En su lugar, al frente de las decisiones de la firma se colocó un Consejo de Administración profesionalizado, tal y como exigen los requisitos para permanecer en la Bolsa. Sin embargo, la herida abierta en el seno de la empresa continuó sangrando hasta que, en febrero del 2022, acosada por los bancos, con Santander a la cabeza, proveedores y Pymes, Abengoa se declaró en quiebra.

No obstante, el hijo menor de los Benjumea no cesó en su empeño de recuperar la presidencia. Durante el mandato de José Domínguez Abascal, Felipe consiguió un suculento contrato como asesor. Un cargo que mantuvo hasta que en 2016 el Consejo de Administración de Abengoa decidió cambiar la presidencia forzando así la rescisión del contrato de Felipe Benjumea.

A partir de este punto, los nombres propios al frente de la multinacional no pararon de sucederse. Antonio Forneles Melero duró apenas unos meses en el cargo y fue sustituido por Gonzalo Urquijo, bajo cuyo mandato se elaboraron hasta tres planes de reestructuración: 2017, 2019 y 2021.

Durante su mandato se fundó una filial operativa del grupo, Abenewco 1, a la que se trasladaron las mayoría de sus activos con el fin de salvar los muebles. Sin embargo, el propio Urquijo, incapaz de acometer el tercer rescate, dimitió de su cargo con una querella pendiente contra él y su Consejo de Administración por parte de los accionistas.

La salida de este último presidente se hizo efectiva cuando los pequeños accionistas de la empresa, agrupados bajo el nombre de Abengoashares, se hicieron con el control de la empresa madre (Abengoa) y propusieron al exdiputado de Ciudadanos Marcos de Quinto como presidente, el cual rechazó la propuesta de ponerse al frente del que fuera el orgullo del tejido empresarial andaluz.

La cotización en bolsa de Abengoa fue suspendida en 2020, consumándose su expulsión del IBEX 35 el pasado 26 de septiembre de 2022. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ya excluyó su negociación al tener en marcha la fase de liquidación.

Un rescate fallido

De tal magnitud fue la catástrofe que se gestó durante el mandato de los Benjumea que, entre el 2016 y el 2020, la empresa ha tenido que afrontar tres planes de reestructuración distintos, el último finalmente fallido.

Tras el primer y segundo plan de rescate, se pactó un tercero, que jamás se concluyó: la Junta de Andalucía se negó a realizar el rescate con los 20 millones de euros que se le pedían, el Gobierno Central, por su parte, sí estaba dispuesto a otorgar avales a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Sin embargo, el duro revés le llegó a Abengoa cuando la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) dejó fuera a la firma del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, hundiendo su última esperanza de salir adelante.

La quiebra de Abengoa afecta al mercado eléctrico

La quiebra de Abengoa va a tener también efectos colaterales en el mercado eléctrico español. La empresa es socia del mercado mayorista de la luz. Su liquidación y subasta, a precio de saldo, ha hundido el valor del ‘pool’ coincidiendo con la estrategia del Ejecutivo de eliminar el poder de dicho mercado.

Abengoa tiene el 5,31% de Omel S.A y el 5% de Omip SGPS, ambas sociedades pertenecientes a la Omie, empresa que articula el mercado eléctrico de la península ibérica que se establece como principal referencia para fijar los precios de la luz de España y Portugal.

Tras la liquidación definitiva de la compañía, hace apenas una semana dictada por el juez, las participaciones en Omel S.A y Omip SGPS pasarán a alguno de los accionistas existentes o bien permitirá la entrada de algún nuevo inversor, siguiendo así con la tónica habitual de Abengoa y sus filiales.

Dichos activos, hasta ahora propiedad de la empresa matriz (Abengoa S.A), se someterán a una un proceso de subasta al alza al mejor postor. Sin embargo, el valor de los activos apenas supera los 23 millones de euros. De esta cantidad, las participaciones de ambas compañías suponen una décima parte.

El precio del ‘holding’ que controla el mercado eléctrico

Es la primera vez que se hace público el precio del ´holding’ que gestiona el mercado eléctrico ibérico. En concreto, el 100% de las acciones de Omel S.A se cifran en 17,128 millones de euros, de las cuales el 5,1% pertenece a Abengoa, es decir; 909.000 euros.

Por su parte, el valor total Omip SGPS se sitúa en los 29,449 millones, por lo que el otro 5,1% que pertenece a Abengoa se tasa en 1,472 millones. De esta forma, el precio total del mercado eléctrico suma un total de 2,382 millones de euros.

Independientemente del precio de saldo al que se vendan las acciones de Abengoa, lo que es innegable es que el traspaso se tiene que hacer. Sin embargo, traspasar los activos del ‘pool’ no será tarea fácil, ya que la normativa impide a una empresa tener más del 5% de las acciones del mercado eléctrico.