Ser verde es rentable. Así al menos lo asegura la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que afirma que, “en la próxima década, la creación de empleo verde será muy sostenida”.

Las cifras más optimistas de la OIT prevén a nivel mundial la aparición de 24 millones de puestos de empleo nuevos y la desaparición de 6 millones, según plasma en el informe “El papel de los trabajadores y los empleadores frente al empleo en una economía verde”, en el que también considera que habrá una redistribución de la ocupación entre sectores.

Los llamados ‘empleos verdes’ podrán generar en España, 500.000 puestos laborales, es decir el 2,5% de la ocupación. Una cifra que, además, espera triplicarse en la próxima década.

El ‘New Green Deal’, propuesto en el seno de la Unión Europea, que aspira a concretarse como un modelo de transición hacia una economía sostenible, elevaría al millón la cifra de puestos en los próximos años en los que esperan alcanzar la cifra de 18 millones de puestos de trabajo verde.

Para ello será necesario que administraciones y empresas acepten una reconversión y reorientación del negocio. ¿Cómo? Una de las opciones planteadas en el contexto de la Cumbre por el Clima por el ‘Plan de Acción de Santiago’ que pretende desarrollar iniciativas para una transición hacia una economía baja en carbono y su su fijación de precios; apoyar a personas, comunidades y negocios para que apuesten por las finanzas sostenibles; incluir el cambio climático en los aspectos financieros públicos y “ecologizar” los sistemas financieros.

También será importante la aportación económica. De momento, la Comisión Europea se plantea un aporte inicial de 580.000 millones de euros hasta el año 2030. La entrada de capital público y privado podría asegurar, según el Plan de Energía y Clima presentado por el Gobierno en funciones, 230.000 puestos de empleo en España. Pero, ¿cuáles serán los empleos más demandados?

Según el informe de la OIT, la construcción, la industria manufacturera, la agricultura y el comercio serían los sectores más favorecidos por la transición. También el ecoturismo, se cuela entre las primeras posiciones del ranking, especialmente el enfocado al astroturismo, geoturismo, gestor de espacios naturales, guía turístico rural, entre otras.

¿Y las PYMES?

Celia Ferrero, vicepresidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) explica a ElPlural.com, que al igual que ocurre con la digitalización hay al menos dos tipos de actores de deberían intervenir: “los proveedores, que deberían ayudar a los autónomos en las prácticas para aplicar aplicar estos procesos verdes y la administración pública, que debe incentivar estas prácticas para que los autónomos sean transparentes y que puedan acceder a determinados beneficios fiscales, como es el caso del acceso a las licitaciones públicas, por ejemplo”.

El 99,8% de las empresas españolas son pymes, es decir, componen el grueso del tejido empresarial y son precisamente ellas quienes están impulsando la innovación en el campo de la transición verde. Dentro ese alto porcentaje hay que destacar que el 93,70 son personas físicas, es decir autónomos. “No se adaptan los eventos ni contenidos a la realidad del autónomo, pese a eso, hay mucho emprendimiento. Son ellos mismos los que se preocupan por el emprendimiento verde, iniciativas en espacios rurales. Esa es la parte positiva, que la iniciativa no está viniendo desde las grandes corporaciones, sino desde las pymes”, señala Ferrero.

Actividades que pueden suponer la tabla de salvación a medio plazo para un tejido empresarial golpeado constantemente por la crisis económica. “Hay mucha pyme y startup que están buscando integrar las prácticas sostenibles de forma fácil. El problema es que no hay guías, y que la administración siempre obliga, pero no incentiva. Hay que dar a las pómez las herramientas necesarias para que ellas sepan cómo tienen que acreditar esas nuevas prácticas”, concluye la vicepresidenta de ATA.