Actores, músicos, novelistas y artistas de gran calado dejan una huella imborrable en la cultura de nuestros días. Es deber de las instituciones recordar sus nombres cuando nos dejan con homenajes y méritos a su legado, y son muchos los nombres los que se pueden rememorar año tras año. Pese a que con motivo de esta cuestión no debería entrar la discusión política, sobran los ejemplos en los últimos tiempos que dan cuenta del uso partidista que se brinda a según qué figuras.

Almudena Grandes fue epicentro de una conflictiva discusión política en Cibeles entre la parte del Partido Popular de José Luis Martínez-Almeida con la oposición de la izquierda; similar escenario el que se dio recientemente con Marisa Paredes, cuando los populares rechazaron brindar su nombre en espacios públicos en seña de homenaje. ¿Existe una tónica ideológica sobre esta cuestión?

Fuentes de Más Madrid, en conversaciones con ElPlural, sí que apuntan a que hay “una evidente diferencia de trato hacia los artistas según su afinidad ideológica, lo que refleja una visión sesgada y excluyente” en las medidas aplicadas a su vez por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso sobre el mundo de la cultura.

Las maniobras de la derecha madrileña en clave cultural

El ejemplo más reciente sobre este ámbito se concentra sobre la actriz Marisa Paredes, que falleció el pasado 17 de diciembre y, para honrar su memoria, Más Madrid anunció una batería de propuestas para situar su nombre en una sala de los Teatros del Canal o crear un Premio de Cine en la Comunidad de Madrid; iniciativas que fueron tumbadas por el PP.

En el caso de la novelista madrileña de renombre, Almudena Grandes, aunque la disputa en esta ocasión se concentra en el plano municipal, resulta fácil recordar las discrepancias entre el PP de Almeida con la oposición, cuando el Consistorio negó su inclusión en la lista de Hijos Predilectos de Madrid pese a su destacada contribución y compromiso con esta tierra.

Como tercer caso que viene a colación, la polémica que se vivió en Alpedrete, cuna de los actores Paco Rabal y Asunción Balaguer, cuyos nombres fueron objetivo del PP y Vox de quitarlos de una plaza y un centro cultural del municipio. Ante la negativa de la comunidad cultural y la oposición, el Ayuntamiento reculó en su postura y mantuvo los nombres originales.

“Ejemplos como estos evidencian una tendencia preocupante por parte del PP y Vox a valorar y reconocer únicamente a aquellos artistas que se alinean con su ideología, mientras se menosprecia o incluso se borra la memoria de otros igualmente valiosos para nuestra cultura. Madrid es una comunidad lo suficientemente madura y rica en talento cultural, como para que el PP supere las diferencias políticas que tiene con los creadores y los artistas y reconozca el aporte de todas las figuras culturales que han enriquecido nuestra región, sin importar su orientación ideológica”, defienden las fuentes de Más Madrid consultadas por este periódico, instando así al Ejecutivo de Ayuso a “abstenerse de otorgar premios” si no empieza a mantener “una postura inclusiva y plural en la gestión cultural” al ser “patrimonio de todos”.

De Nacho Cano a la tauromaquia: así funciona el ‘modelo Ayuso’

A la contra de estos ejemplos, se sitúan otros por los que los populares de Madrid han rendido homenajes, como son los casos del periodista José María Carrascal -quien dará nombre a un parque de la Ciudad de los Periodistas- o el productor musical Nacho Cano, quien mantiene un vínculo de amistad conocido con la líder del Ejecutivo de la Puerta del Sol.

Pero estos movimientos de censura no sólo se han atrevido a apuntar a figuras de la cultura como tales, sino también a multitud de obras reconocidas. Allá por 2023, el gobierno municipal de Valdemorillo, bajo el mando del PP, censuró la obra de teatro Orlando, de Virginia Woolf; al igual que sucedió con La villana de Getafe de Lope de Vega y un amplio repertorio de otras muestras artísticas que se vieron vetadas por los mandatos del PP y Vox en los últimos años en toda la geografía española, motivo que despertó entonces el movimiento Stop Censura, avalado y promulgado por artistas de renombre, en redes sociales.

Pero volviendo al escenario madrileño, desde el principal partido de la oposición al mandato de Ayuso también extrapolan esta realidad a otros ámbitos que engloban la cultura, como se aprecia en el impulso del sector de los toros. Con el restablecimiento del Premio de Tauromaquia, anulado por el Gobierno central y promovido a la contra por el Ejecutivo madrileño, aseguran así que esta acción “refleja una priorización de ciertos intereses culturales alineados con su ideología, mientras se desatienden otros ámbitos culturales de igual relevancia”.

Por esta exposición del ‘modelo Ayuso’ en clave cultural, desde Más Madrid abogan porque la región debe ser “ejemplo de respeto y reconocimiento de todas las personas que han contribuido a su enriquecimiento cultural”: “Ayuso no puede hacer un uso partidista de las instituciones públicas y otorgar premios y reconocimientos a su antojo”, reprochan.

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