Como bien defendió Virginia Woolf, “no hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”. Paradojas de la vida, una de las obras más conocidas de la escritora británica, Orlando, ha sido censurada por el nuevo gobierno del Partido Popular de Valdemorillo (Madrid).

Debido al avance de la ultraderecha, que se hizo aún más evidente con los resultados de las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, y cuando la cita en las urnas del 23 de julio está a la vuelta de la esquina, el sector de la cultura en España, desde distintas instituciones y personalidades de renombre, han alzado la voz para erradicar los intentos de censura, de los que ya se han dado numerosos ejemplos.  

Los manifiestos, la voz de los artistas en clave de denuncia

Reivindicaciones como ‘¡A las urnas las ciudadanas y los ciudadanos!’, presentado el pasado miércoles en el Círculo de Bellas Artes, dan muestra del peso que están teniendo los manifiestos en seña de condena a los intentos de veto cultural. Este contó con el apoyo de más de 300 rostros del mundo de la cultura, sindicatos y miembros de formaciones progresistas, -entre los que se encuentran los actores Javier Bardem, Rossy de Palma o José Sacristán, el cineasta Pedro Almodóvar, o los escritores Rosa Montero, Elvira Lindo o Luis García Montero, y los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, entre otros muchos más- en el que llaman al voto a la izquierda.

En el escrito se hace un llamamiento a la población para que acuda a votar, advirtiendo de que, en pleno siglo XXI y con el escenario que ha dejado la ultraderecha en otros puntos del escenario europeo, “no es el momento de retrocesos y regresiones políticas que ya se han demostrado muy dañinas para el conjunto del país”.

En paralelo, aunque siguiendo la misma estela, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha acudido este viernes al acto cultural de ‘Contra una convivencia censurada’, donde ha denunciado los pactos entre PP y Vox tras el 28M, también en el Círculo de Bellas Artes. “No se debe permitir ni un paso atrás en la libre creación y expresión de los artistas”, ha subrayado, a la par que ha señalado que “la mejor herramienta para combatir contra la censura es el voto”, llamando así a acudir masivamente en las elecciones que están al caer.

En la misma dirección se ha pronunciado el ministro de Cultura, Miquel Iceta, quien ha lamentado que ya hay “ejemplos de retroceso” en ayuntamientos y gobiernos autonómicos: “Creo que hay gente que convive mal con la diversidad y la libertad, hay gente que le cuesta aceptar que no todos pensamos lo mismo. […] No pensaba que tanto años después íbamos a tener que volver a reclamar esa libertad para los creadores y para el conjunto de la sociedad, porque encorsetar la creación es limitar las posibilidades de crecimiento y disfrute”, ha añadido.

No obstante, cabe recordar que la primera campaña de condena ante las medidas de la derecha al respecto fue la impulsada por la Organización por la Libertad Artística (OLA), que reprochó los vetos a obras teatrales, escritas, e incluso a películas de animación, difundiendo efusivamente en redes sociales como Twitter el lema de ‘Stop Censura’, el cual promovieron artistas como Alba Flores, Andreu Buenafuente, Rozalén, además de formaciones políticas como Sumar.

Sin cultura no hay democracia

A través de una imagen en la que se recogen varios titulares de prensa, se evidencian algunas medidas que se han sucedido en los últimos dos meses y que han atentado contra varios proyectos artísticos: desde una obra teatral que abordó los trastornos alimentarios en Mallorca, pasando por Orlando de Virginia Woolf o La villana de Getafe de Lope de Vega, hasta descartar la emisión de la película de Disney Lightyear por un beso entre dos mujeres.

En conversaciones con ElPlural.com, desde Teatro de Barrio, en palabras de su directora, Ana Belén Santiago, señaló que “no es cuestión de ideología, sino de defender los derechos humanos”. A la par, se mostró preocupada por si la consecución de estos hechos lleva a una situación en la que artistas dejen de llevar a cabo proyectos artísticos por pensar que “no les van a contratar un ayuntamiento”: “Estamos en la obligación de condenarlo”, insistió.

“Es necesario que nos movilicemos porque hoy censuran una canción, pero no se quedan ahí, sino que hay una continuidad. La censura del arte es el primer paso de una dictadura”, condenó la compositora Isabel Marco en conversaciones con este periódico.

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En un comunicado publicado este jueves, OLA condenan que los “atentados culturales” procedentes de los nuevos gobiernos de PP y Vox en municipios y autonomías “confirman que los casos de censura artística no son anecdóticos o aislados”, teniendo como fin “reprimir la expresión de la diversidad”: “La lucha es urgente. […] La cultura es un derecho humano fundamental que, en su creación, expresión y acceso, no debería someterse a ningún tipo de censura, ni política ni económica. Hoy censuran para que mañana nos auto censuremos”, condenan.

Y es que no solo bajo la firma de esta clase de escritos caben las denuncias contra la censura que está llevando a cabo la derecha. El aclamado cantante C. Tangana, en una entrevista reciente con elDiario.es, apunta a que la censura “solo sirve para discutir o pelear”, descartando que, pese a los intentos de callar ciertas obras, son propiedad de la gente: “Las instituciones políticas pueden tratar de moldear la cultura pero las personas son las que hacen, las que producen, las que consumen y las instituciones no van a poder con esto”, reivindica ‘El Madrileño’.

Ejemplos de censura de antaño

El caso de la novela de Virginia Woolf ha sido una de la que más polémica ha despertado en las últimas semanas, aunque cabe recordar que, durante la época franquista, también fue vetada. Entre 1943 y 1947 llegó a España la petición de publicar en español varios títulos de la escritora británica tras su muerte, aunque Orlando no pasó el filtro del director general de Propaganda de Francisco Franco.

Este no es el único caso de censura que se dio en la época franquista. La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, fue uno de los títulos descatalogados por sus críticas sociales y por connotaciones que la Iglesia no toleró por “herejía e inmoralidad cristiana”. En 1962, se levantó su veto. 1984, de George Orwell, pese a contar con el primer visto bueno de la dictadura por su sinopsis, fue censurado, finalmente por su “alto contenido sexual”; otro veto que desapareció el año que da nombre a la novela.

Otro de los títulos más emblemáticos de la literatura española del siglo XX es La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, quien fue fusilado pocos días después del estallido de la Guerra Civil. Entre las obras clásicas de nuestro país, La Celestina, de Fernando Rojas, también resultó vetada durante este periodo y se eliminó todo su rastro de las bibliotecas públicas.

Dentro de este grupo de obras nacionales, también se eliminó todo rastro durante el régimen franquista de títulos internacionales: Guerra y paz, de León Tolstói; Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski y Piel de Asno, de Charles Perrault.