La vivienda es uno de los problemas más acuciantes a los que se tiene que enfrentar la juventud. La tensión de los mercados, marcada por una constante subida de precios del metro cuadrado a la que el grueso de las clases trabajadoras no puede enfrentarse. A su vez, la práctica totalidad de las comunidades autónomas está prescindiendo de la aplicación de la Ley de Vivienda, por lo que es todavía más complicado atajar un problema que ya es de primer orden. Una de las regiones donde más se nota este fenómeno es Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso ha apostado por la inacción en esta materia, considerando la vivienda como un negocio y no como un derecho y entregando una cantidad de viviendas muy inferior a las prometidas en los planes públicos anunciados.
Uno de los principales problemas en la región es la mencionada no aplicación de la Ley de Vivienda. Al incumplirla, las zonas tensionadas siguen estándolo y ello impide bajar los precios del alquiler de las ciudades que así lo solicitan. Actualmente, el metro cuadrado en la región se encuentra en máximos históricos, concretamente, en 3.569 euros el metro cuadrado, una cantidad que se eleva todavía más si hablamos de la ciudad de Madrid, donde se alcanzan los 4.756 euros por la misma magnitud, también registro en máximo histórico.
Otro escollo del Gobierno de Ayuso en vivienda es la acción pública por su acceso. El Ejecutivo autonómico prometió 25.000 nuevos inmuebles asequibles a través del denominado 'Plan Vive', un programa que, además de presentar numerosas carencias en su funcionamiento y aplicación, no ha llegado a ejecutarse ni al 10% de su anuncio. Lo mismo ocurre con el bono joven de alquiler del Gobierno, retrasado por más de un año en la región. Unas cosas y otras terminan sumándose, la vivienda resulta inaccesible y termina produciéndose un panorama desolador: según testimonios a pie de calle y diferentes encuestas, más del 80% de los jóvenes no puede emanciparse.
Ayuso, en su línea contra el Gobierno
Por su parte, la presidenta madrileña, lejos de hacer autocrítica y reflexionar sobre el que es uno de los problemas más graves de la región que dirige, decidió cargar contra el Ejecutivo en el último Pleno autonómico, señalando que la política de vivienda que se está ejerciendo desde el Gobierno central es "nefasta" y pidiendo que "se deje de demonizar a los propietarios". Una de las frases que más cola trajeron fue en la misma línea: "El Gobierno quiere envenenar y perseguir a los propietarios que no quieran poner sus pisos en alquiler".
"Ahora lo que pretenden es enfrentar a los inquilinos con los propietarios. La izquierda cree que todo el que tiene una vivienda es un sospechoso rico al que hay que perseguir e intervenir el piso", continuó Ayuso. "No podemos limitar el precio de la vivienda porque no funciona y porque es un atentado contra la propiedad", aseguró también hace unas semanas.
PSOE y Más Madrid confrontan con Ayuso
Por su parte, PSOE y Más Madrid se mostraron esta semana muy contundentes contra este discurso. A juicio de Juan Lobato, secretario general de los socialistas madrileños, de "boicotear la Ley de Vivienda del Gobierno de España". "Esta actuación impide a ayuntamientos y a familias que se puedan limitar temporalmente las subidas del precio del alquiler", afeó Lobato.
El socialista elaboró un mapa de la situación de la vivienda en la región, en el que mostraba que en Madrid los precios del alquiler son más altos que en cualquier parte de España. "Además, se ha incrementado en un 60% del precio de la vivienda pública y se ha prometido levantar 25.000 viviendas de las que se han terminado entregando solo 500 en cinco años", ha añadido.
Por su parte, Más Madrid centró su respuesta a la dirigente madrileña en las medidas de conciliación. "El PP no tiene políticas de familias porque no desarrollan las medidas que se necesitan para tener una: tiempo y casa", argumentó Manuela Bergerot. Lejos de hacer cierta autocrítica, la respuesta de la presidenta madrileña consistió en sacar pecho del aumento del número de nacimientos de la comunidad y vincular las "repúblicas bolivarianas" con las izquierdas madrileñas con los partidos de izquierdas. "Ya ha empezado la Navidad cristiana. Felicidades, amigos de las dictaduras", se burló, en referencia a que en Venezuela, Nicolás Maduro adelantó a octubre la Navidad.