Madrid denuncia el holocausto. Pero sus calles honran a la dictadura franquista. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez- Almeida, ha inaugurado este martes un conjunto de esculturas del escultor José Miguel Utande en la Plaza de la Villa para recordar a los 449 madrileños que fueron deportados durante la Segunda Guerra Mundial al campo de concentración nazi de Mauthaussen en Austria. “Queremos honrar, reivindicar y promover la memoria colectiva; recuperemos la actitud de rebeldía e inconformismo de aquellas personas que no se amilanaron ante los enemigos”, decía Almeida en su discurso.

Pero el Consistorio lo que no quiere es aceptar la Ley de Memoria Histórica que prohíbe la retirada en los edificios y espacios públicos de “escudos, insignias y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra civil y de la represión de la dictadura”. El interés político prima por encima del dolor de las víctimas. “Es muy doloroso, para mí las víctimas son siempre víctimas, con las víctimas hay que estar siempre”, lamenta Alberto Pérez de la Plataforma de Calles Dignas de Madrid en una conversación con ElPlural.com.

La organización coincide con Almeida en que “una ciudad como Madrid solo se puede construir sobre el recuerdo de todas aquellas personas que sufrieron la mayor barbarie entre las barbaries”, pero desde la plataforma han tenido que recordarle una asignatura pendiente que al alcalde se le ha olvidado desde hace más de cinco años. “Tuvimos que recordarle que hace cuatro meses votó a favor de mantener el nombre de la calle Caídos de la División Azul y en contra de que se llame Memorial 11 de marzo de 2004”, recalca la plataforma.

Es muy doloroso, para mí las víctimas son siempre víctimas, con las víctimas hay que estar siempre

En 2017 se aprobó esta legislación contra la simbología franquista tras una votación en el pleno con el rechazo del Partido Popular, pero desde el cambio de Gobierno con la exalcaldesa Manuela Carmena, los parones judiciales detuvieron la retirada de esta placa. Hace dos años, el propio Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) sentenciaba que la calle se mantendría en el distrito de Chamartín porque “no ha existido errónea valoración de la prueba por parte de la juez de instancia” en el auto.

“Nos parece inadmisible porque recuerda a las víctimas, te haces una foto y sigues manteniendo esta calle”, dice Pérez. El también profesor ha denunciado que Almeida hace cuatro días declaraba que “los combatientes de la División Azul fueron voluntarios españoles que fueron a luchar”, pero Pérez explica que “no se puede decir que fue la dictadura más sangrienta” y que “esto fueron unidades que se enviaron desde España con aliados políticos de Hitler, esto no lo podemos olvidar”.

Desde el 25 de octubre del año pasado, Ciudadanos, Vox y el Partido Popular (PP) votaron en contra de cambiar seis nombres del callejero de Madrid. Las plataformas han propuesto al Consistorio el cambio de seis calles: la del general Millán-Astray por Maestra Justa Freire, Hermanos García Noblejas por Institución Libre de Enseñanza, Caídos de la División Azul por Memorial 11 de marzo de 2004, Crucero Baleares por Barco Sinaia, Cirilo Martín Martín por Ramón Gaya y la glorieta Algabeño por José Rizal.

“Es muy preocupante que 44 años después de ser aprobara la Constitución, haya personas que ocupan cargos en las instituciones, en particular en el Ayuntamiento de la capital, que con sus declaraciones y voto se colocan en contra de la ley y de los más elementales democráticos”, denuncia el comunicado de la plataforma tras la respuesta del bloque de derechas.  

“Una ciudad tan hermosa como Madrid, tan plural, tan diversa, tan magnífica y que ha producido tantas cosas en tanto tiempo, tan histórica; Madrid no merece tener el nombre que recuerde el pasado franquista”, asegura el profesor. “Los niños crecen con estas calles y yo que soy profesor pues muchas vecemos trabajamos con las calles por las que vamos andando y te encuentras con estas y pues claro es chocante”, señala.

Madrid no merece tener el nombre que recuerde el pasado franquista

Las mujeres madrileñas en las calles, las grandes olvidadas

Pero las grandes olvidadas, las invisibles y las que muchas permanecen el anonimato fueron las mujeres. Alberto aclara que desde 2015 proponen al Consistorio este cambio del callejero madrileño y una propuesta más integradora con la incorporación de las mujeres en las glorietas. “Efectivamente nos parece que hay una carencia de personalidades femeninas y que ahora el porcentaje de varones es infinitamente superior al de mujeres; hay que intentar que el 90% de los nombres de las calles tuvieran nombres propios de mujeres, de escritoras, pintoras, músicas”, continúa Alberto.

El profesor pone un ejemplo y explica que el final de la vía que homenajea a la División Azul termina en la calle del pintor José Bardasano Bao. Desde la plataforma señalan que conocen a la familia y que su propuesta es incorporar a Juana Francisco Rubio, también pintora y mujer de Bardasano. “Paquita no tiene una calle y José Bardasano, sí”, aclara Pérez. De esta forma, el profesor añade que “que bonito que se cambiase”, un callejero que uniría a la pareja dentro de las vías madrileñas y honraría a la pintura de ambos.

“Hablamos de mujeres que han sido invisibilizadas; hay que recuperar todos esos nombres de escritoras, de músicas, de doctoras, de científicas, que necesitamos en ese imaginario”, reclama Pérez.

La respuesta del Consistorio

ElPlural.com ha preguntado al Ayuntamiento de Madrid y su intención por retirar los nombres que homenajean a la dictadura franquista. La concejala Marta Higueras del grupo mixto del Consistorio madrileño ha aclarado que “en la ciudad de Madrid, en su callejero, y en demasiados vestigios franquistas, queda mucho por hacer”. “No es entendible que nos cueste tanto cumplir con las víctimas del franquismo”, ha continuado.

Higueras también se ha pronunciado respecto al nuevo memorial inaugurado. “Sin lugar a dudas, el monumento salda una deuda histórica y plantea innumerables cuestiones referidas a la colaboración de la dictadura franquista con el régimen nazi en el exterminio sistemático del otro; la presencia de este tipo de monumentos en el espacio público nos recuerdan que el relato de los verdugos y el relato de las víctimas no valen lo mismo”, añade.

Almeida lamentaba “la deshumanización de la persona como sucedió con los campos de concentración nazi” para que “todos tengamos conciencia de lo que sucedió para que jamás pueda volver a suceder”. Unas líneas que recuerdan a las palabras del diario de Ana Frank: “Lo que se hace no se puede deshacer, pero se puede prevenir que vuelva a ocurrir”.