La alianza con Vox ha llevado al PP a la incapacidad de mantener el perfil moderado del que su líder, Alberto Núñez Feijóo, intenta hacer gala. El protocolo antiaborto planteado por el partido de extrema derecha en Castilla y León ha abierto un nuevo encontronazo en el Gobierno regional y advierte al expresidente de la Xunta de lo que podría esperar a su formación si repite alianza a nivel nacional.

Desde el PP todo son ahora reprimendas hacia sus socios en la región, desde el propio Feijóo hasta Ayuso pasando por Mañueco, responsable primero del pacto que se forjó allá por marzo, todavía sin la renuncia de Pablo Casado como presidente de los populares, pues esta llegaría el 1 de abril y un día después Feijóo asumiría el puesto. Eso sí, el caso Casado estaba muy candente todavía mientras las cosas se fraguaban en las Cortes. De esta manera, cabe destacar que, por ejemplo, fue el 23 de febrero cuando el antecesor de Feijóo hizo su última intervención en el Congreso.

A Gallardo se le veía venir

Que pactar con Vox no era una buena idea se veía venir. Pese a que la ultraderecha había facilitado gobiernos en territorios como Andalucía, esa era la primera vez que en democracia que esta entraba en un Gobierno. Esto no le ha traído más que problemas al PP y al propio Mañueco. Controversias que, por otro lado, se presumían predecibles si se atiende mínimamente a la figura de Juan García Gallardo, quien saltó a la palestra a la vez que se destapaban una ristra de tuits contra todo el que no pensara como él de los que el propio ahora vicepresidente intentaba defenderse asumiendo que eran cosas del pasado.

Apenas un mes tardaron en aparecer los primeros problemas. Desde que Mañueco jurara el cargo en abril, Gallardo ya estaba cargando contra el aborto desde su sillón, como quien dice. De hecho, la interrupción voluntaria del embarazo fue la cuestión protagonista de la que el PP tuvo que dar cuenta tras las amenazas de su vicepresidente en la primera comparecencia ante la prensa del portavoz Carlos Fernández Carriedo.

Con la reforma de la ley del aborto sobre la mesa y a la vez que el Gobierno de España emplazaba a ampliar derechos sexuales y reproductivos (la reforma vería la luz en diciembre), Gallardo ya salió con todo. Por aquel entonces, el PP se negó a “autorizar o desautorizar” a sus socios y, tirando de clásico, cargó contra Moncloa señalando que desde allí no estaban en lo que realmente importa y que no habían consultado la decisión con las comunidades. Parecido en cierto modo a lo que ha hecho ahora Mañueco, aunque en este caso sí ha desautorizado muy en cierto modo a Gallardo con las “obligatoriedades” de los sanitarios en el nuevo protocolo.

Insultos en las Cortes

Las formas parlamentarios y el vicepresidente de Vox nunca fueron buenos compañeros de viaje, y es que más allá de planteamientos como el último u otros que pueden rescatarse como la constante negativa a la violencia de género, Gallardo es la máxima expresión de la anti política, faltando en constantes ocasiones a la prensa y a sus propios compañeros de sala.

Uno de los ejemplos más claros de ello, si no el más, es el que tiene que ver con las faltas de respeto que le propició a la diputada socialista Noelia Frutos, que está en silla de ruedas. “Le voy a responder como si fuera una persona como todas las demás”, recordarán los lectores que fueron sus palabras. Mañueco pidió disculpas,sí, pero tardó dos días en hacerlo, guardando un pasmoso silencio ante los medios impropio de un político que está deseando sacudirse la polémica. Seguramente haya querido hacerlo, como en el resto de las ocasiones, pero no ha sabido cómo.

Incapacidad ante los incendios

Llegó el verano y con ellos los devastadores incendios. Los bomberos afeaban a Mañueco el plan, sacando las vergüenzas día sí y día también con imágenes de la comida irrisoria que su Gobierno les ofrecía para pasar las jornadas en las que hacían frente al fuego.

No es difícil acordarse tampoco en esta tesitura de las concentraciones a las que el PP de CyL se enfrentó en aquellos días ni la nula capacidad de Vox para arrojar si quiera un cubo de agua a la cuestión. Tal es así que la idea de Gallardo para ayudar a los afectados por los incendios en la Sierra de la Culebra (Zamora) fue prometer un concierto benéfico y que personas paradas limpiarían bosques. Entre otras medidas se encontraban entregar un maillot de un ciclista “de renombre” a alcaldes de localidades afectadas e inscripciones gratuitas para una carrera de ultramontaña. Eso sí, la foto de rigor en traje y tocando las cenizas no faltó.

Faltan "ganas de trabajar"

Lo que queda claro es que Mañueco no sabe todavía hoy en día cómo enfrentarse a Vox, y es que el partido que a nivel nacional lidera Santiago Abascal se ha convertido más en enemigo que aliado, algo que se volvió a demostrar cuando Gallardo tachó directamente de “banda criminal” al Gobierno de Pedro Sánchez y el consejero de Empleo en la región, Mariano Veganzones asumía que el problema del empleo en España y en la comunidad no era que faltasen trabajadores “sino ganas de trabajar”. Aquí sí se pronunció más o menos pronto Mañueco, pero tampoco dijo nada. Se limitó a pedir “bajar el tono” a todos, evitando condenar abiertamente las soflamas de sus compañeros en el hemiciclo.

Los Presupuestos más polémicos de España

Pero si hay un momento en el que queda claro el giro radical al que el PP se ha visto sometido en la región, este es el que tiene que ver con los Presupuestos. En este sentido, el gobierno de coalición rompió el Diálogo Social, provocando con ello el enfado de los sindicatos, otro de los enemigos abiertos de Vox. Además, el pleno fue accidentado después de que las derechas votaran por error en contra de sus propias Cuentas, aunque esto quedó en poco más que una anécdota si se atiende al fondo de las mismas. Así las cosas, violencia intrafamiliar, defensa de la tauromaquia o energía nuclear han sido algunos de los aspectos que la ultraderecha ha colado en la región dentro de una pareja condenada a entenderse, pero en la que una de las partes está cada vez más incómoda.