Los paletos han tomado posiciones en todo el planeta: en unos sitios han ganado y en otros están a punto de hacerlo, pero en todos han conseguido imponer lo que los listos que no cesan de perder elecciones denominan el ‘marco narrativo’.

Un viejo chiste ilustra bien ese marco mental de los paletos triunfantes: un padre está sentado al anochecer en el porche de casa con su hijo pequeño, cuando este le pregunta: ‘Papa, ¿qué está más lejos, Lepe o la luna?’ El padre tuerce el gesto pensando para sí que, como siempre sospechó, el chico es un ceporro que se parece a su madre: ‘Niño, ¿tú ves Lepe ni ná’. ‘No, papa’. ¿Y ves la luna?’. ‘Sí que la veo’. ‘¡Pues entonces!’.

Mandangas de desvergonzados

Donald Trump también es de los que piensan que la luna, puesto que está a la vista, queda obviamente más cerca que Lepe. Es como si el presidente solo fuera capaz de procesar en su mollera aquello que está visible: lo demás son mandangas de intelectualillos desvergonzados que viven de engañar a la gente sencilla. ¿Cambio climático? ¡Ja! ¡Niño, ¿tú ves el cambio climático ni ná?

Como es evidente, Trump no está solo. En su mismo ejército de paletos militan gentes tan dispares como Marine Le Pen y sus seguidores más cerriles, los independentistas catalanes más audaces, los patriotas españoles más recalcitrantes, los musulmanes más estúpidos, los neonazis griegos, los neofascistas ucranianos, la ultraderecha polaca, el último chavismo...

La verdad por delante

Lo peor, lo escalofriante es que la mayoría de ellos actúan de buena fe, son sinceros, van con la verdad por delante, brutotes pero francos. Son gente rabiosamente absolutista, con una fe ciega en el ‘hágase justicia (la mía) y perezca el mundo (de ellos)’, aunque esa justicia no sea tal pues difícilmente puede serlo aquella de cuya aplicación se derivan cosas como la partición en dos mitades del niño de Salomón, la quiebra de la convivencia en un territorio, la demonización de cientos de millones de cristianos, la demonización de cientos de millones de musulmanes, la destrucción del planeta…

La bandera por detrás

Lo que, al cabo, les une a todos ellos es su fiera determinación de simplificar brutalmente la realidad, de torturarla hasta hacerle confesar que Lepe está más lejos que la luna.

Su bandera es sencilla de entender y por eso hace furor. En su anverso figuran los colores de la patria y en su reverso la leyenda ‘Lo primero, nosotros’. Bajo ese significante caben significados diversos que en el fondo siempre son el mismo: los de mi pueblo, los de mi fe, los de mi país, los de mi clase, los de mi partido… No hay paleto, leído o no, de este mundo que no comparta esa ruda bandera.