Son más de cien las esculturas que decoran las calles de la ciudad, convergiendo en el mismo escenario un director de renombre, una risueña y reivindicativa niña, y un adorado perro. Tal es la relevancia de estas estatuas en Oviedo que la ciudad es conocida como un museo urbano al aire libre en el que personajes reales y ficticios tienen su propio homenaje en bronce.
Las estatuas de Oviedo presumen de contar con firmas de artistas internacionales, como Botero; nacionales, como Eduardo Úrculo, Santiago de Santiago o Luis Sanguino; y locales, como Amado González Hevia, Félix Alonso Arena o Manuel García Linares, entre tantos otros.
Todas ellas ponen en valor las tradiciones asturianas, con numerosas muestras que dejan constancia de oficios y folclore local, pero también con espacio para la originalidad y las costumbres “de la calle”.
Rufo, el amigo de todos los ovetenses
El perro más famoso de Oviedo saluda a los peatones desde su ya eterno asiento, en plena calle Doctor Casal, una de las arterias más importantes de la zona comercial. Su historia no deja de sorprender a los visitantes, pues tiene poco de común. Esta es la única de las casi 200 esculturas en Oviedo que fue pedida por los ciudadanos a través de una recogida de firmas, escogida mediante un concurso de maquetas y financiada a base de donativos.
Tal es su fama y su relevancia para los locales, que llevan desde 2016 grabando escenas que se reflejarán en una película que contará la vida de este can que, desde su aparición en los años 80 en las calles de Oviedo, fue adoptado por la ciudad y cuidado por el Ayuntamiento, encargándose de las citas y los gastos médicos del pequeño.
Fueron varias las veces en las que se intentó darle una familia, pero Rufo nunca quiso dejar las calles ovetenses. Por eso, tras su muerte en 1997, los vecinos se movilizaron para homenajearle, lo que resultó en una de las estatuas de Oviedo más queridas, que desde 2015 rinde homenaje a todos los perros callejeros.
Mafalda: la niña que protagoniza todos los selfies
La estatua de Mafalda no es fácil de encontrar, pues pasa desapercibida entre la gente que disfruta en su día a día del Campo San Francisco. Sin embargo, allá donde hay un corro de personas, se ve a una risueña niña con su vestido rojo y un lazo inconfundible en el pelo.
Desde su banco frente al estanque de los patos del parque, mira desde 2014 a los ovetenses y, en especial, a los niños que juegan y corretean. Hoy, Oviedo es la única ciudad del mundo -junto a Buenos Aires- en contar con una escultura individual autorizada por Quino, el creador de esta niña ficticia, gracias al galardón que se le dio con motivo de los Premios Princesa de Asturias. Cuando el argentino falleció en 2020, Mafalda se llenó de flores en un emotivo homenaje a su creador.
En total, son ocho las estatuas oficiales de Mafalda en el mundo, el resto con Manolito, Susana o ambos en ella. Incluso el barrio barcelonés de Santa Coloma de Gramanet contó con un conjunto escultórico, pero tras un acto de vandalismo en el que Manolito terminó en el río, decidieron quitarla.
Otros personajes que llenan de historia las calles de Oviedo
Todas las esculturas en Oviedo son testimonio del legado artístico del que goza la ciudad, que va mucho más allá de los vestigios del Prerrománico asturiano. Distribuidas por las calles del centro histórico, pueden descubrirse en un free tour por Oviedo, una de las mejores opciones para conocer sus historias y curiosidades. En él, se ven algunas de las esculturas de Oviedo más famosas y modernas. A muy pocos pasos de Rufo y Mafalda, Tino Casal, oriundo de la región, también tiene su hueco en las calles comerciales, y la estatua de Woody Allen, con un relajado gesto, aguarda tranquila a las muchas instantáneas que cada día se sacan los turistas junto a él.
Santiago de Santiago dejó su arte plasmado en la Bailarina, que acompaña intencionadamente al teatro estrella de la capital. Y antes siquiera de que el Campoamor acapare las miradas, sorprende una curiosa escultura de un culo de cuatro metros que tiene por nombre Culis Monumentalibus y que siempre saca alguna sonrisa a los viandantes. Las proporciones de esta efigie, firmada por el famoso escultor Úrculo, marcan la pauta para muchas otras de la ciudad, que, con firmas como Botero, siguen un estilo de orondas y curvas formas. Es el caso de La Maternidad, en la Plaza de la Escandalera, más coloquialmente conocida como “la estatua de la Gorda de Oviedo”, el ya mencionado culo o la Mujer Sentada de Manolo Hugué. La escultura de Botero en Oviedo es, con permiso de las anteriores, una de las más apreciadas, algo que deja constancia de las miles de personas interesadas en el arte del artista colombiano.
Si paseamos por el Oviedo antiguo, es posible que nos entren ganas de descubrir nuevos lugares. Al menos, las maletas del emblemático “viajero” de la Plaza Porlier, obra de Úrculo y cuyo nombre original pocos pueden pronunciar, harán que nos pique el gusanillo. Su escultor quiso prepararle para el clima asturiano, dejándole entre las maletas un paraguas, un imprescindible en la región, que también lleva consigo La Lechera, de Manuel García Linares, en la Plaza de Trascorrales. Esta, además, va acompañada de una burra; según cuenta la leyenda, tocarle las orejas da buena suerte en el amor. La escultura de La Regenta de Mauro Álvarez Fernández, frente a la Catedral de Oviedo, nos animará a descubrir un poco más la historia de esa Vetusta de la que hablaba Leopoldo Alas Clarín en su obra.
Tradiciones asturianas reflejadas en el bronce
No hay que caminar mucho para encontrar a Las Vendedoras del Fontán, de Amador González Hevia, en la plaza homónima, o a La Guisandera en la calle Gascona, que representa a las mujeres que trabajaban en las cocinas de los mesones y llares asturianos.
Repartidas por las calles y plazas más famosas, el amplio catálogo de estatuas en Oviedo pone en valor los oficios tradicionales de una ciudad que mira al futuro sin olvidar su pasado. No hay barrio en la capital que no presuma de una talla de bronce que rinda homenaje a personalidades locales o costumbres -como Asturias, de José Noja, frente a la estación principal de tren, que mediante el carbón y el acero representa la mina y la industria en el Principado de Asturias-. También hay aquellas con fines artísticos, que no buscan más que decorar las calles.
Sea como fuere, las esculturas de Oviedo han sido, son y seguirán siendo, amén de las últimas adquisiciones, dignas de descubrir en una escapada a la capital asturiana.
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