Uno de los riesgos más desconocidos de los viajes largos es el llamado “síndrome de la clase turista”, hoy conocido médicamente como trombosis venosa del viajero. Permanecer muchas horas sentado sin moverse, especialmente en espacios reducidos como los aviones, puede desencadenar la formación de coágulos en las piernas que, en casos graves, pueden derivar en complicaciones pulmonares. Aunque el riesgo afecta a todos, hay ciertos perfiles que requieren precauciones adicionales.
Los viajes prolongados, sobre todo aquellos que superan las cuatro horas de duración, suponen un entorno propicio para que la sangre circule con más lentitud. Este fenómeno puede favorecer la aparición de trombos en personas predispuestas. La situación se agrava si a la inmovilidad se suman factores como la deshidratación, el calor excesivo o el consumo de alcohol. Saber identificar los riesgos y adoptar medidas de prevención puede evitar complicaciones graves y garantizar unas vacaciones sin sobresaltos.
Para los pacientes que siguen un tratamiento anticoagulante, las vacaciones suponen un reto añadido: mantener el control de su medicación y saber cómo actuar ante posibles incidencias. Esta guía, con las recomendaciones del Dr. Raúl Pérez Calle, hematólogo del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz integrado en el servicio público de salud de la Comunidad de Madrid (SERMAS), detalla los pasos a seguir antes, durante y después del viaje para minimizar riesgos.
¿Qué es la trombosis del viajero y quién debe preocuparse?
"La trombosis del viajero, antes llamada ‘síndrome de la clase turista’, consiste en la formación de un coágulo en las venas de las piernas", explica el especialista del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.
Según el especialista, "un viaje prolongado multiplica por 2 o 3 el riesgo de trombosis venosa". El problema surge cuando "el mantener una misma postura de forma muy prolongada hace que se pueda enlentecer la circulación sanguínea en las piernas y en ocasiones, activarse el sistema de la coagulación".
Este riesgo aumenta en personas con antecedentes personales o familiares de trombosis, mayores de 60 años, embarazadas, personas con varices o con movilidad reducida, y especialmente en pacientes anticoagulados. Para ellos, cada etapa del viaje requiere un cuidado específico. Además, es importante recordar que hay varias condiciones que también pueden influir en la salud vascular y ocular, afectando la calidad del viaje como son el hipertiroidismo autoinmune, hipertensión arterial, alto colesterol…
Antes del viaje: planificación y consulta médica
La prevención comienza días antes de embarcarse. Las personas con factores de riesgo deben consultar con su médico para valorar medidas adicionales. "En pacientes con riesgo trombótico elevado, que acuda a su médico para valorar si tiene que usar algún fármaco anticoagulante… antes de iniciar el viaje", aconseja el Dr. Pérez Calle.
El control del tratamiento es esencial para quienes ya toman anticoagulantes. "Si una persona se encuentra en tratamiento con antagonistas de la vitamina K, debería estar en un rango de INR lo más estable posible para evitar complicaciones trombóticas o hemorrágicas", advierte.
También hay que prever necesidades logísticas. "Es recomendable llevar la medicación necesaria para cubrir su estancia durante el viaje… llevar la medicación como equipaje de mano y ‘NO’ en la bodega porque los cambios de temperatura pueden afectar". La dieta y la rutina también son aspectos a tener en cuenta, porque sus alteraciones pueden afectar a los pacientes anticoagulados con Sintrom o Warfarina (AntiVitK), de ahí que durante el viaje se recomiende intentar mantener una dieta constante durante el viaje y con productos -y su distribución- similares a las rutinas en origen antes del viaje.
Durante el trayecto: movimiento e hidratación
Ya sea en avión, tren o coche, los desplazamientos largos requieren atención. Las recomendaciones incluyen moverse periódicamente, estirar las piernas, y mantenerse hidratado. "Se aconseja mantener una hidratación adecuada, mantener activa la circulación de las piernas… haciendo movimientos de flexo-extensión de las piernas, sin olvidarnos del pie", señala el doctor.
Ejercicios sencillos como girar los tobillos, levantar los talones o caminar por el pasillo del avión cada hora pueden marcar la diferencia. El uso de ropa cómoda y, en algunos casos, de medias de compresión graduada, puede ayudar a evitar complicaciones. También puede ser útil mantenerse en movimiento con pequeñas rutinas similares a las recomendadas en rehabilitación del suelo pélvico, para prevenir el estancamiento de la circulación.
Si tomas anticoagulantes: cómo gestionar el tratamiento
El temor a viajar estando anticoagulado es habitual, pero infundado si se toman las medidas adecuadas. "No existe ninguna contraindicación para realizar viajes largos o coger vuelos con el tratamiento anticoagulante… Se debe continuar con su dosis de tratamiento habitual sin realizar cambios", indica el Dr. Pérez Calle.
Contar con un plan ante posibles complicaciones es parte de la prevención. "La persona anticoagulada debe estar familiarizada con el proceder en casos de ocurrir alguna complicación. En estas ocasiones, los programas de autocontrol o de telecontrol, suponen una ventaja al paciente".
Además, recomienda "acudir al médico… previo a iniciar el viaje y establecer un intervalo temporal de medición de INR adecuado". Es decir, planificar cuándo y dónde controlar los niveles, especialmente si el viaje se prolonga durante varias semanas.
Al llegar al destino: precauciones en vacaciones
La llegada no implica bajar la guardia. Mantener las pautas de hidratación, evitar el sedentarismo y estar atento a síntomas como dolor, enrojecimiento o hinchazón en las piernas sigue siendo clave. Un entorno caluroso o actividades intensas pueden alterar la estabilidad del tratamiento anticoagulante.
Evitar automedicarse y contar con la documentación clínica actualizada, así como con un seguro de viaje adecuado, es fundamental. También puede ser de utilidad localizar con antelación un centro sanitario cercano en el lugar de destino. En caso de accidentes o dolencias inesperadas, es útil conocer recursos sobre cómo tratar lesiones en casa hasta acudir a un profesional.
Viajar de forma segura es posible incluso para quienes tienen un riesgo elevado de trombosis o siguen tratamiento anticoagulante. La clave está en la planificación y en seguir las pautas recomendadas por los especialistas. Con medidas sencillas como moverse durante el viaje, llevar el tratamiento controlado y mantener una buena hidratación, se puede disfrutar del destino sin poner en riesgo la salud.