Fracturas, luxaciones y esguinces son algunas de las lesiones más habituales en niños, dada su tendencia a ser más activos que los adultos y a su mayor participación en deportes y juegos. Por ello, es fundamental aprender a identificar sus síntomas y cómo actuar antes de acudir al médico, siguiendo las recomendaciones de los expertos.
Las lesiones traumatológicas son una de las principales causas de consulta médica en niños. Su alta energía y constante actividad física hacen que los pequeños estén más expuestos a golpes, caídas y accidentes, especialmente en la etapa de crecimiento. Aunque estas lesiones pueden parecer alarmantes para los padres, la parte positiva es que la mayoría no requieren cirugía y se resuelven con tratamientos conservadores.
En palabras del Dr. Esteban García, jefe asociado del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitario General de Villalba, hospital público integrado en la red pública sanitaria de la Comunidad de Madrid (SERMAS): “Cuanto antes identifiquemos las fracturas o cualquier otro tipo de lesión, más sencillo será tratarlas y evitar complicaciones futuras”. “Esto permite optar por tratamientos individualizados, o incluso la observación, evitando procedimientos quirúrgicos innecesarios”, señala el especialista.
Reconocer las lesiones más comunes
Las fracturas en niños suelen ser el resultado de golpes fuertes, caídas o accidentes durante actividades deportivas, y se caracterizan por un dolor intenso en la zona afectada, acompañado de hinchazón, hematomas visibles y, en ocasiones, una deformidad evidente o la incapacidad para mover el miembro lesionado. Estas fracturas, a diferencia de las de los adultos, suelen tener un pronóstico mucho mejor debido a la capacidad de regeneración ósea propia de los pequeños.
“La mayoría de las fracturas en niños no requieren cirugía, sino un enfoque conservador que favorezca la recuperación natural del menor, aprovechando su capacidad de remodelar los huesos de forma más eficiente que los adultos”, explica la doctora María de la Parte, jefa del Servicio de Pediatría del hospital villalbino.
Por otro lado, las luxaciones, que consisten en el desplazamiento de una articulación fuera de su posición normal, se presentan con más frecuencia en codos y hombros. Estas lesiones se manifiestan a través de un dolor agudo en la articulación, la incapacidad para
mover la zona afectada y una posición anómala del miembro, lo que puede ser alarmante para los padres al observar que el miembro afectado no parece estar en su lugar habitual.
Los esguinces, en cambio, afectan a los ligamentos que unen los huesos y son comunes en tobillos o muñecas. Se producen cuando estos ligamentos se estiran o desgarran debido a un movimiento brusco o un golpe. El niño puede experimentar dolor localizado al intentar mover la articulación, hinchazón y dificultad para apoyar o movilizar el miembro afectado.
Primeros auxilios en casa: pasos clave
Para actuar correctamente ante una lesión infantil, es fundamental inmovilizar el miembro afectado utilizando materiales caseros como vendas, cojines o tablillas, lo que ayuda a prevenir daños adicionales. Además, la aplicación de bolsas de hielo envueltas en un paño sobre la zona afectada puede reducir el dolor y la inflamación de manera eficaz. En casos de esguinces o fracturas, elevar el miembro lesionado también contribuye a disminuir la hinchazón al reducir el flujo sanguíneo en el área afectada. Para controlar el dolor, se pueden administrar analgésicos de uso común como paracetamol o ibuprofeno, siguiendo siempre las dosis recomendadas para niños.
Por el contrario, hay ciertas prácticas que deben evitarse para no agravar la situación. No se debe intentar mover o colocar un hueso o una articulación en su lugar sin ayuda profesional, ya que esto podría empeorar la lesión. Tampoco es recomendable aplicar calor ni masajear la zona inmediatamente después del accidente, ya que podría incrementar la inflamación. Además, es crucial no retrasar la consulta médica cuando los síntomas sean graves o persistentes, ya que una atención oportuna puede marcar la diferencia en la recuperación.
“Nuestro objetivo es ofrecer un tratamiento menos traumático, con tiempos de recuperación más cortos. Los niños suelen tener una recuperación más rápida que los adultos, lo que nos permite aplicar estrategias conservadoras con éxito”, explica la doctora De la Parte.
Cuándo acudir al hospital
Saber identificar los signos de alarma es esencial para decidir cuándo buscar atención médica de inmediato. Si el niño presenta una deformidad visible en el miembro lesionado, un dolor que no se alivia con analgésicos, pérdida de sensibilidad o entumecimiento en la zona afectada, o cambios evidentes en el color de la piel, es imprescindible acudir al hospital cuanto antes. También resulta preocupante una hinchazón excesiva o la incapacidad total para mover la extremidad, lo que podría indicar una lesión grave que requiera intervención especializada.
El uso de tecnologías avanzadas como la resonancia magnética y la ecografía permite realizar diagnósticos rápidos y precisos, asegurando un tratamiento adecuado y minimizando complicaciones futuras.
En este sentido, el Dr. García destaca que “la colaboración interdisciplinar y el uso de tecnologías avanzadas seguirán siendo elementos clave para mejorar el tratamiento de las lesiones traumatológicas en los niños”.
Prevención: cómo evitar lesiones infantiles
Prevenir lesiones infantiles es un objetivo prioritario para garantizar el bienestar de los más pequeños. En el entorno doméstico, es fundamental asegurarse de que los niños jueguen en zonas seguras, libres de objetos cortantes, superficies resbaladizas o muebles con esquinas peligrosas. Cuando se trata de actividades deportivas, el uso adecuado de equipamiento protector, como cascos, rodilleras o coderas, es crucial para minimizar el riesgo de lesiones durante el ejercicio físico. Además, supervisar sus juegos y enseñarles la importancia de respetar los límites de su cuerpo y evitar riesgos innecesarios son medidas que pueden reducir significativamente los accidentes.
La educación también desempeña un papel clave en la prevención. Es importante inculcar hábitos seguros desde edades tempranas, como aprender a caminar con precaución en superficies irregulares o entender cómo utilizar correctamente los equipos deportivos.