La rehabilitación del suelo pélvico es un tema médico crucial, a menudo subestimado, pero de gran importancia para la salud y el bienestar, especialmente en mujeres, aunque también afecta a hombres. El suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos que cierran la cavidad abdominal en su parte inferior, sosteniendo órganos como la vejiga, el útero (en mujeres) y el recto.

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Según afirma la Dra. Carmen Urbaneja Dorado, facultativo especialista en Medicina Física y Rehabilitación, los problemas en el suelo pélvico pueden originarse por varios factores. En mujeres, el embarazo y el parto son las causas más comunes, debido a la presión y el estiramiento excesivo de estos músculos durante estos procesos. En el caso de los hombres, las cirugías prostáticas o los problemas de próstata también pueden ser motivo de problemas en el suelo pélvico.

Sin embargo, existen otros muchos factores que pueden dañar el suelo pélvico, como son el envejecimiento, las cirugías realizadas en esta región o factores genéticos. Y también hay causas que son evitables y están relacionadas con nuestros hábitos de vida, como pueden ser realizar esfuerzos excesivos con levantamiento de objetos pesados, la obesidad o sufrir de una tos crónica como les ocurre a muchos fumadores.

Los problemas del suelo pélvico se pueden manifestar de diferentes formas. Uno de los más extendidos es la incontinencia urinaria, que provoca una pérdida involuntaria de orina. Es más común en las mujeres, especialmente tras el parto o al llegar la menopausia. La incontinencia urinaria llega a afectar de alguna manera a entre el 25% y el 45% de las mujeres en algún momento de sus vidas.

Otro de los problemas derivados del suelo pélvico es el prolapso de los órganos de la zona, es decir, el desplazamiento fuera de su posición normal de órganos como pueden ser la vejiga o el útero. También se puede llegar a sufrir dolor pélvico crónico, disfunción sexual, incontinencia de gases o fecal y estreñimiento.

La rehabilitación pélvica

Ante este abanico de problemas, la rehabilitación pélvica se presenta como una solución fundamental para evitar o sobrellevar los síntomas y, especialmente, para mejorar la calidad de vida que tienen los pacientes. Existe un amplio catálogo de programas de rehabilitación que se adaptan a cada paciente, basándose en el diagnóstico individual y personalizado.

“Estos programas son muy bien aceptados por quien los necesita, sin apenas reunir riesgo de presentar efectos secundarios”, nos explica el doctor Carmelo Fernández García, jefe de Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

En la Unidad de Rehabilitación de Suelo Pélvico de este hospital integrado en la red pública madrileña (Sermas) se puede ver un ejemplo de cómo se procede para llegar hasta un diagnóstico personalizado para cada paciente, fundamentado en una detallada historia clínica. Para ello, el primer paso siempre es una entrevista con un médico rehabilitador especializado en patología de suelo pélvico “para conocer a la persona, su problema y sus deseos de recuperación, con el fin principal de poder ofrecerle el mejor tratamiento, imprescindible para orientar casos complejos que precisen algo más que la enseñanza de ejercicios de la musculatura de suelo pélvico”, subraya el experto.

En esta primera entrevista, que en el campo médico se conoce como anamnesis, se recaban datos como los antecedentes familiares, la edad y sexo del paciente, su profesión, la existencia de otras posibles enfermedades asociadas, su historial de cirugías en el suelo pévilco, su antecedentes personales, así como información de hábitos, como pueden ser la frecuencia de actividad física, el Índice de Masa Corporal, la existencia de tabaquismo, los hábitos miccionales e intestinales y la alimentación habitual.

Tras esta primera entrevista, llega el momento de la exploración física, que se realiza “preferentemente con la vejiga llena y dirigida a la patología en concreto”, explica el doctor Fernández García. En este caso, lo habitual es evaluar la cincha abdominal, para comprobar el estado de la musculatura en esta zona del cuerpo, dada su alta repercusión con las disfunciones del suelo pélvico. También, mediante palpación, se nos evaluará el tono del diafragma.

Además, la exploración incluye una inspección de los genitales externos para localizar posibles cambios, cicatrices o desplazamientos y comprobar los tonos musculares y tendinosos. También se realiza la maniobra de Bonney para localizar posibles pérdidas de orina, se evalúan los reflejos y la sensibilidad cutánea y se mide el tono muscular del suelo pélvico “mediante la Escala de Oxford modificada y el protocolo PERFECT (para valorar el tono y la resistencia de la musculatura)”.

Los ejercicios de Kegel

Tras toda la evaluación y el diagnóstico personalizado, llega el momento de la rehabilitación, que puede ser de distintos tipos en función del análisis del experto. Una de las variables más extendidas son los ejercicios de la musculatura de suelo pélvico (EMSP), creados en 1948 por el doctor Arnold Kegel, con los populares ejercicios para reforzar la musculatura perineal con 20-40 horas de ejercicios durante 20-60 días.

Los ejercicios pretenden activar tanto las fibras lentas como las rápidas que componen el suelo pélvico y se realizan coordinando ejercicios y respiración, cada vez con mayor intensidad. El problema de estos ejercicios aparece cuando el paciente no es constante con el trabajo o no está bien supervisado, influyendo en unos malos resultados.

Otra de las rehabilitaciones más extendidas es el Biofeedback o BFB, que se centra, con terapia conductual, en trabajar una determinada musculatura, diferenciándola del resto de músculos. “El objetivo principal es localizar, potenciar y relajar la musculatura mediante un estímulo visual o auditivo que sirve de feedback para disociar la musculatura del suelo pélvico del resto de músculos que pueden llegar a contraerse de forma sinérgica al activarlos”, explica el jefe de Rehabilitación de la Fundación Jiménez Díaz.

La Electroestimulación

La Electroestimulación (EES) del suelo pélvico también es una rehabilitación muy extendida. Mediante la aplicación de una corriente eléctrica no dolorosa, como la que emiten los nervios de nuestro cuerpo, se consigue una contracción del músculo tratado en cuestión.

La contrapartida de esta práctica es que no está indicada para las personas que portan marcapasos, que sufren infecciones o en mujeres embarazadas. Igualmente, está contraindicada para mujeres que llevan DIU con cobre, porque puede calentarse, y en aquella que estén en el momento de la menstruación, pues puede aumentar el sangrado.

En el ámbito de las técnicas más modernas para la rehabilitación del suelo pélvico, destaca la neuromodulación del nervio tibial (NMT). Esta innovadora opción se presenta como una solución cuando los tratamientos convencionales no son suficientemente efectivos. La NMT implica la estimulación del nervio tibial, localizado en la zona medial del tobillo, a través de un dispositivo de electroestimulación tipo TENS de bajo voltaje.

El nervio tibial, que se origina en las divisiones anteriores de las vértebras lumbares L4, L5 y sacras S1, S2, S3, comparte el mismo segmento espinal que las inervaciones del suelo pélvico y de la vejiga. Mediante la estimulación eléctrica de este nervio, se logra una estimulación retrógrada de las raíces del plexo sacro, que están vinculadas con el control visceral y muscular del suelo pélvico. Este proceso permite influir retroactivamente en la musculatura del suelo pélvico, el ano y la vejiga.

La NMT ha mostrado resultados positivos en casos de vejiga hiperactiva, vejiga hipoactiva y urgencia defecatoria. El tratamiento incluye sesiones de 30 minutos, una vez por semana durante 12 semanas, buscando generar flexión plantar del primer dedo del pie, movimiento de los demás dedos o sensación de hormigueo en el pie. Existen dos métodos de aplicación: la estimulación percutánea mediante aguja de acupuntura y la transcutánea con parches de superficie. Ambos métodos han demostrado resultados similares, aunque es importante considerar que algunos pacientes pueden experimentar un empeoramiento de síntomas a los 6 y 12 meses de finalizar la neuromodulación, lo que podría requerir sesiones de refuerzo.