Una de las preguntas más frecuentes en la consulta de Urología es a partir de qué edad es conveniente hacerse exámenes periódicos de la próstata. Los especialistas recomiendan que los hombres lo hagan al cumplir los 50 años, e incluso antes si tienen antecedentes familiares de cáncer prostático. La próstata es una pequeña glándula del tamaño de una nuez que forma parte del aparato reproductor masculino. Con la edad, va evolucionando y puede llegar a oprimir la uretra provocando problemas urinarios.

Las enfermedades más comunes que afectan a la próstata, además del cáncer, son la inflamación (prostatitis) y agrandamiento, (HPB, o hiperplasia prostática benigna). No existe ninguna conducta preventiva en estas patologías, por lo que la valoración anual por el urólogo es la mejor medida de prevención. Es también conveniente destacar que, cogidos a tiempo, se puede solucionar en un alto porcentaje de casos, incluido el cáncer.

Uno de cada cinco hombres padecerá un cáncer de próstata en algún momento de su vida

Este tipo de tumores son los más frecuentes entre los hombres: uno de cada cinco padecerá un cáncer de próstata en algún momento de su vida. Según los datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) y la Asociación Nacional de Cáncer de Próstata (ANCAP), las cifras apuntan a un crecimiento progresivo de casos acumulados en los últimos cinco años. Esto se debe, no solo al envejecimiento y al aumento de la población, sino también a la posibilidad de localizar la enfermedad en estadios iniciales gracias a las técnicas de detección precoz. La mejor noticia es que hasta el 90% de los casos presentan buen pronóstico.

¿Cómo son las revisiones de próstata?

Además de una entrevista para evaluar posibles síntomas, se hace un tacto rectal en el que el urólogo examina el tamaño de la próstata y comprueba si hay nódulos sospechosos de patología maligna. Además, se hacen análisis de orina y de sangre (donde se examina el valor del PSA), una ecografía y una flujometría, que es un estudio funcional de cómo es la micción (volumen, fortaleza del flujo, tiempo de la micción y el residuo post-miccional). Según los resultados, se puede requerir algún tipo de estudio adicional.

Aunque la próstata es una glándula sexual, cuyo papel es clave en la producción y características del semen, necesarias para la viabilidad y vitalidad de los espermatozoides, no son estos síntomas sexuales los que llevan a los hombres a consultar con el urólogo, advierte la Dra. Carmen González Enguita, jefa del Servicio corporativo de Urología de los Hospitales Públicos gestionados por Quirónsalud en la Comunidad de Madrid: los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz (Madrid), Infanta Elena (Valdemoro), Rey Juan Carlos (Móstoles) y General de Villalba. La mayor parte de las personas que acuden a consulta es por síntomas relacionados con la micción.

 

Síntomas

“Aquí vamos a poder diferenciar categóricamente en síntomas de llenado de la vejiga, síntomas de vaciado, síntomas después de la micción, incluso síntomas muy avanzados del proceso”, nos explica la uróloga. Asimismo, añade que estos síntomas pueden estar relacionados con la próstata, pero no siempre es la única causa.

La polaquiuria o aumento de la frecuencia de las micciones, o la urgencia en el deseo de orinar son los síntomas de llenado más habituales. El paciente aprecia que las micciones son mayores en número. “En ocasiones la urgencia o deseo imperioso de querer orinar puede ir acompañado de incomodidad o dolor al orinar [disuria]. En otras ocasiones, el paciente relata una pérdida de orina acompañando a esta urgencia y en otras, nocturia, es decir, que se levanta muchas veces por la noche a orinar”, comenta la doctora.

En otros casos el problema es un mal vaciamiento de la vejiga o dificultar para hacerlo. Los pacientes relatan “que les cuesta empezar a orinar, muchas veces en la primera micción de la mañana, y que a lo largo de todas las micciones tienen que hacer fuerza para conseguir vaciar la vejiga”. Según explica la Dra. González Enguita, al finalizar la micción, pueden tener “un goteo terminal mayor de lo habitual, quedarse con la sensación de no haber vaciado por completo la vejiga, teniendo que volver incluso a orinar al poco tiempo después de haber finalizado, lo que se denomina una micción en dos tiempos”. En estos casos, el flujo de orina es débil, “con menos propulsión o un chorro en regadera que a veces tiene varios caminos”, añade.

Insuficiencia renal

Una vejiga que no se vacía por completo puede provocar complicaciones severas, ya que una orina retenida favorece el crecimiento de bacterias y, por tanto, aumentan la posibilidad de padecer una infección en el tracto urinario o la formación de cálculos. Si la orina retenida asciende a los riñones, puede producir lesiones más graves e incluso, insuficiencia renal.

Cuando el problema repercute en la función renal, son procesos ya muy avanzados, advierte la especialista “Si el proceso prostático está muy evolucionado en el tiempo, puede sufrir sintomatología de repercusión sobre la función renal, y una micción peculiar denominada paradójica o de rebosamiento, ya que estando el paciente obstruido tiene incontinencia urinaria, es decir, pierde orina. En estos momentos tan evolucionados, el paciente habría tenido que consultar ya al urólogo por síntomas previos”, aclara.

Los síntomas descritos pueden ser consecuencia de un proceso oncológico o no. “Los pacientes acuden a consulta porque existe el temor de que puedan tener un cáncer de próstata, pero les aclaramos que solamente por esa sintomatología no vamos a poder descartar una patología u otra, porque no existe ningún síntoma específico relacionado con la enfermedad oncológica”, argumenta.

Hábitos saludables

La mejor prevención, sea lo que sea, es hacerse un chequeo periódico con el urólogo a partir de los 50 años, mantener una dieta saludable -rica en frutas y verduras y baja en grasas saturadas-, evitar el alcohol, no fumar, controlar el peso y hacer ejercicio de forma regular.