La vacuna, el principio del fin de la pandemia, ha sido la estela a seguir que ha ido marcando a su paso el pulso contra la Covid-19, tanto a nivel mundial como en España. El 2021 ha estado protagonizado así por la vacunación masiva de dosis contra el virus, una campaña que ha ido acompañada de distintas olas que han hecho elevar la tasa de incidencia y el resto de indicadores, provocando así la puesta en marcha de distintas restricciones a la población en numerosos intentos de frenar la transmisión de la enfermedad.

La tercera ola del virus sorprendió entre enero y febrero a los españoles, dejando una huella imborrable con cifras récord: 4.795 ingresados en UCI entre el 1 y 5 de febrero y 3.361 fallecidos entre el 8 y el 12 del mismo mes, según los datos recogidos por el Ministerio de Sanidad. Sin embargo, los datos más elevados en cuestión de contagios, tasa de incidencia y positividad de las pruebas diagnósticas se han dado en este último tramo del año, síntoma del efecto arrasador de la variante ómicron.

Hasta hace menos de un mes, el pico de la incidencia desde el inicio de la pandemia se dio el 28 de enero con 889,93 casos y, ni en la quinta ola, con 701,92 el 27 de julio, se llegó a prever una situación similar. No obstante, todo el escenario epidemiológico ha adoptado un giro radical en las últimas semanas, dejando el preocupante escenario actual (hablando en términos de incidencia acumulada): 1.775,27 puntos por cada 100.000 habitantes a nivel nacional este jueves. De la misma manera, tampoco se habían contabilizado tantos contagios diarios, ni tan siquiera en la primera ola, aunque cabe recordar que la variante sudafricana tiene un 80% menos de riesgo de hospitalización por el virus, además que en esta última ola las defunciones también se han reducido gracias a la vacuna.

Por el lado totalmente contrario, y ejerciendo un gran peso sobre el propio virus, la campaña de vacunación fue acogida con una respuesta masiva por parte de los españoles y, para atender a las demandas, el Gobierno central compró cuatro marcas distintas de vacunas: Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen.

Al principio, el objetivo del Gobierno central y de las autoridades sanitarias era alcanzar el 70% de la población con la pauta completa de la vacuna (más 33 millones de personas), el cual se logró el 1 de septiembre, aunque los expertos apuntaron que la inmunidad de grupo se daría con más del 90%, por lo que la ambición del Ejecutivo, autoridades sanitarias y la de la propia ciudadanía ascendió hasta esa cifra. Actualmente, España está a punto de conseguir este hito tan ansiado cuando se refleja que el 89,9% de la población tiene la pauta completa de la vacuna, casi 38 millones de personas.

Del mismo modo, existen otros objetivos pendientes que ya se están empezando a hacer realidad: la vacunación en niños menores de 12 años y, por otro lado, la inoculación de dosis de refuerzo a grupos cada vez más amplios de la población, ya que acaba de comenzar a administrarse el tercer pinchazo a los mayores de 40 años.

Con este escenario de fondo, cabe recordar que el esfuerzo ha sido inmenso. Los esfuerzos del Gobierno central como el de los autonómicos por frenar los contagios se han traducido en repetidas medidas restrictivas que han afectado a la hostelería, las actividades de ocio y la movilidad, tanto en el ámbito nacional como internacional, así como las normas individuales tales como llevar la mascarilla, el aislamiento inmediato si se daba positivo en una prueba diagnóstica o la limitación de las reuniones interpersonales.

La toma de una u otras decisiones ha acabado por saturar a la población, ahora exhausta de todo lo que concierne a la pandemia, una situación que ha terminado afectando negativamente a la salud mental de la gente, provocando más depresiones y problemas de ansiedad. Una saturación que se ha traducido también en presión para todos los profesionales sanitarios, que no han dejado de estar al pie del cañón en ningún momento y a quienes, muchas veces, no se les ha reconocido su descomunal esfuerzo.

2022: incógnitas y certezas

Un año “esperanzador” y el posible fin de la pandemia. Esta fue la predicción que lanzó la Organización Mundial de la Salud (OMS) recientemente sobre el futuro del Covid a nivel mundial, aunque sí alertó de que las terceras dosis “prolongan la pandemia” al no realizarse un reparto equitativo en lugares con coberturas vacunales inferiores al 10%: todo el continente africano, múltiples países de América Latina y parte de Asia.

A pesar de que no se sabe con certeza cómo evolucionará el virus en los próximos meses, desde ElPlural.com hemos querido consultar con Joan Carles March, investigador del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, profesor y exdirector de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP), los puntos clave de la pandemia este año y lo que podría deparar el año que está a punto de entrar.

“Podría ser que fuera el fin de la pandemia, ojalá. Iremos sabiendo más cosas con el tiempo. Es imposible saber ahora todo lo que pasará ni todo lo que tenemos que hacer. Estamos mucho mejor que hace un año gracias a las vacunas y seguiremos mejorando. Parece más probable en este momento que quede la covid-19 como una infección endémica, igual que otros virus respiratorios. Por tanto, la salida de la pandemia podría ser una endemia en la que sobre todo en invierno tuviéramos un número de casos al año de Covid, igual que los tenemos de gripe o de otros virus. La repercusión en cuanto a número de casos y casos graves dependerá de muchos factores”, señala el experto.

Asimismo, y para evitar futuros errores, March reflexiona sobre el estado de la sanidad pública y la salud de la propia ciudadanía: “No se entiende que en esta situación se hayan echado a la calle 30.000 profesionales, un grave error. Se necesita más salud pública, más atención primaria, más enfermeras y más profesionales trabajando en la salud mental de la población, un problema que, a pesar del plan puesto en marcha con teléfono directo para prevención del suicidio, difícilmente se conseguirá superar con el éxito necesario”.

Por último, y atendiendo a las cifras actuales del virus, el experto remarca la importancia de un referente en la comunicación y transparencia de la situación de cara al público: “Desde julio ya no tenemos a Fernando Simón y sería necesario alguien no de carácter político para dar claves. Lo ideal sería alguien tipo Fernando Simón, con sociedades científicas de salud pública, de epidemiología, de vacunología, de inmunología o de virología”, detalla.

Intensas reflexiones después de dos años de pandemia: "Nos ha pasado un tsunami por encima"

Los profesionales sanitarios, tildados de "héroes" desde el inicio de la pandemia, fueron los protagonistas de los aplausos en los balcones en la primera ola, cuando todo el país se encontraba confinado en sus casas. Más tarde, cuando parecía que se empezaba a atisbar el fin de la pandemia después del verano, registrándose en torno a 40 casos de incidencia acumulada, se anunció el fin de las renovaciones de los contratos covid en toda España al acabarse los fondos covid, dejando así hasta 50.000 sanitarios sin trabajo pero, la inesperada llegada de ómicron hizo que, una vez más, se reforzasen las plantillas ante la amenaza de una nueva presión hospitalaria. 

Toda esta situación, acompañada de una prolongada sensación de agotamiento, ha terminado porque estos profesionales no cesen en denunciar su situación tras dos años consecutivos de pandemia. "Durante 2021 los sanitarios hemos sido los grandes ignorados y presionados, por el poder político y gran parte de la población, hasta la extenuación", reflexiona Víctor Jiménez, director de la Asociación Madrileña de Enfermería Independiente (AME). Asimismo, condena la responsabilidad que se le ha encomendado a la ciudadanía: "Se impone la idea de dar libertad a la población, pareciendo buscar la inmunidad de rebaño  y autorresponsabilidad sin reforzar los servicios sanitarios, ni prepararse para la siguiente oleada de incremento de necesidades asistenciales".

Víctor Aparicio, enfermero de UCI del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, aborda el estado de salud físico y mental propio y de sus compañeros: "Estamos en una sexta ola y estamos peor que al principio, los sanitarios estamos desbordados", haciendo hincapié en los múltiples problemas de salud mental que han desarrollado durante este largo periodo de incertidumbre y presión. "A los sanitarios se nos trata como material desechable de hospital. Se nos contrata y descontrata como si hubiera periodos de salud y de enfermedad, no se valora el factor humano. Nos ha pasado un tsunami por encima y hay un destrozo en el sistema sanitario", denuncia.

Ambos altavoces de la sanidad pública en conversaciones con ElPlural.com coinciden que, de cara a 2022, la situación laboral del sector debe mejorarse: "Miramos la llegada de 2022 entre el hastío y la desesperanza, porque ni siquiera una pandemia, que casi dura 2 años, ha provocado una mínima mejora en las condiciones laborales ni del reconocimiento social de los profesionales sanitarios de la sanidad pública en nuestro país", insiste como última reflexión el director del sindicato AME.