La pandemia de coronavirus parece algo del pasado pero, nada más lejos: el virus que paralizó al mundo sigue entre nosotros y, a pesar de los estragos que ha dejado a su paso, también ha dado lecciones y enseñanzas que valdrán de cara al futuro. Esta premisa es la que presenta Miguel Sebastián, economista y exministro de Industria, Turismo y Comercio, en su nuevo libro, El virus interminable (Ediciones B, Penguin Random House).

PREGUNTA (P): Este libro pretende servir como guía para las generaciones futuras, para orientar sobre las actuaciones que se deben tomar en las próximas pandemias, ¿qué lecciones hemos aprendido del coronavirus?

RESPUESTA (R): El principal mensaje del libro es que en Occidente no estamos acostumbrados a tener pandemias de esta magnitud, la última que tuvimos fue la mal llamada gripe española de 1918. La cuestión es si esta experiencia nos sirve de lección, porque en Oriente tienen muchas más experiencias con las epidemias y tienen socialmente fórmulas para actuar.

La principal lección es que tenemos que actuar de forma contundente al principio de la pandemia, incluso cuando no tenemos ningún caso, ahí es el momento de actuar. No haría falta meter a todo el mundo en casa, sería suficiente con cerrar las fronteras, es la forma más segura de evitar que el virus se te cuele. Lo que se trataba es de que todos los países hicieran lo mismo para un virus que tiene 14 días de vida, así se podría haber evitado mucho la propagación y se podría haber derrotado al virus, incluso, sin la vacuna.

P: Ha analizado la evolución del virus desde que comenzó la pandemia hasta prácticamente el día de hoy. ¿Cree que a nivel comunicativo se ha cometido algún error significativo?

R: En el libro no quiero hablar solamente de España, aunque evidentemente es lo que más he seguido, sino de todo Occidente porque creo se equivocó en el enfoque. En China no tomaron en consideración que desde el principio esto tenía un ritmo de aumento muy alto y que, por tanto, iba a llegar si no se tomaban medidas drásticas para para evitar su contagio.

Se han cometido bastantes errores en Europa y también en España. El primero, como decía antes, no haber cerrado a tiempo las fronteras. El segundo, el no haber dispuesto de test suficientes para ir rastreando a los contagiados. También, por supuesto, los mecanismos de rastreo han sido muy malos y son muy importantes para evitar que se propague el virus. Tercero, que no haya habido lo que los chinos llaman ‘las arcas Noé’, es decir, sitios donde poder llevar a los contagiados no graves, e incluso asintomáticos, para evitar que contagien a los demás, nosotros tenemos una red de hoteles gigantesca y que se mantuvo cerrada.

Además, el confinamiento no fue tan estricto, sí que lo fue para los que lo sufrimos, pero hubo mucha gente que no estuvo confinada y, de hecho, el día que más confinamiento hubo fue un día de la Semana Santa donde tuvimos 30 millones de españoles confinados, pero también quiere decir que tuvimos a otros 17 millones que estaban pululando por ahí y, por lo tanto, transmitiendo el virus. El tema de los test, en España ha sido un lujo. Un test te costaba como una mariscada y, en realidad, era una herramienta fundamental para evitar la propagación.

El libro es crítico con la gestión sanitaria, no solo del Gobierno de España, sino de todos los gobiernos de Europa y también de los gobiernos regionales españoles, unos más que otros. Y también, por supuesto, es elogioso el libro en la gestión económica, que creo que se ha hecho bastante bien, se hizo un buen diagnóstico y un buen plan de medidas, tanto Europa como España, para hacer frente a la situación que se planteaba de paralización de la economía.

P: ¿Por qué es ‘el virus interminable’?

R: Cuando estaba terminando de escribir el libro este verano decía: ‘Ojalá cuando este libro vea la luz -que había calculado para noviembre-, este virus haya terminado’. Desgraciadamente, estamos viendo que este virus no ha terminado y es porque no tenemos una vacuna esterilizante que impida tanto el contagiarse como que tú puedas contagiar a otros.

A pesar de que las estadísticas dicen que han pasado el covid 13 millones de españoles, es muy difícil encontrar a alguien que no lo haya pasado, y esto se produce porque no para de circular. Tenemos riesgos porque, aunque la vacuna haya bajado muchísimo la letalidad, no la ha hecho cero y, por tanto, si hay muchos casos, habrá muertes. Es un virus interminable hasta que no consigamos la vacuna esterilizante.

El virus empezó en China y creo que va a acabar en China, cuando China diga que el covid ha terminado, habrá terminado, pero está muy lejos de decirlo.

Es un virus interminale hasta que no consigamos la vacuna esterilizante

P: También ha dedicado su libro a las personas mayores, incluso menciona la gripe del 18.

R: Sí, mi abuelo murió en octubre del 18, cuando mi padre, que era el niño pequeño de una familia numerosa, tenía apenas seis años. Mi abuelo era un militar, se contagió de la gripe y murió. A mi padre le preguntábamos que por qué no teníamos abuelos y él nos decía que nos decía que no tuvo padre, siempre nos contaba que para él fue muy traumático. Esa fue la primera vez que oí hablar de la gripe del 18.

En su nombre y en el de todos los mayores es un homenaje a los que han fallecido en esta covid-19 y que siguen falleciendo, desgraciadamente. Se lo merecen, estoy seguro de que la reacción habría sido muy distinta si este virus hubiera afectado a los jóvenes o a los niños, hubiera sido mucho más contundente. Me da pena que la reacción no haya sido así porque ha afectado a la vida de los muy mayores, pero estas valen igual que las de cualquier otra persona.

P: Como decía al principio, sobre la gestión de la pandemia, y en especial del confinamiento, en un hipotético escenario similar, ¿se debería volver a aplicar?

R: En esta pandemia nos ha faltado una gobernanza global, para tomar medidas drásticas como las que he comentado, el cierre de fronteras es una de ellas y no tiene ningún sentido si no lo hacen todos los países. Para eso hace falta una autoridad mundial que lo ponga en marcha en la fase incipiente, que es lo difícil, porque muchas veces sobreactuar, que es lo que hay que hacer, igual no sirve para nada, pero sirve para no volver a repetir una pandemia de estas características.

Va a ser muy difícil que en las enseñanzas de esta pandemia consigamos una autoridad mundial que pueda actuar contundentemente, porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dejado mucho que desear y la ONU ha estado desaparecida. No hay gobernanza mundial en lo que se refiere a salud y pandemias.

P: ¿Con qué sensación cree que se ha quedado de la población de todo lo que hemos vivido?

R: Nos queda mucho por analizar, hay muchas tesis desde muchos puntos de vista: el económico, el de los biólogos, epidemiólogos, sanitarios, sociólogos, psicólogos, etc. Van a ser muy importantes todos los estudios que se hagan a posteriori, una vez acabe el covid y podamos hacer un balance que todavía no podemos hacer en el que vamos a ver los países que tengan mejor calidad de datos serán objeto de más estudios.

Al final, tendremos que tener enseñanzas muy claras de lo que ha ocurrido y de cómo poder evitarlo. Con las vacunas se ha hecho bastante bien, pero no se mandó el mensaje de que con ellas no se bajan los contagios, sino que, de hecho, aumentaron. Ese mensaje no caló en la población.

Otro de los aspectos, que se habla mucho más en Reino Unido que aquí, es lo que se llaman los efectos a largo plazo del covid. De todos los millones de personas que hemos pasado el covid, ¿a cuántas le han quedado secuelas a largo plazo? Este es un tema muy difícil, ya que hay gente que dice que su vida no es la misma que la que tenía antes del covid. Lo que llaman los ingleses, el long-covid, afectará a nuestro bienestar y, aunque sea psicológico, es un daño que tiene efectos en el bienestar social y en el gasto sanitario.

Nos ha faltado gobernanza global

P: ¿Cómo valora la gestión económica que se hizo en aquellos momentos y las medidas de recuperación posteriores?

R: Creo que fue buena porque era una gestión que buscaba sujetar la demanda básica de las de los hogares, es decir, que se pudieran alimentar y conseguir sus necesidades. Quizás se tendría que haber habilitado más un reparto domiciliario, más que qué la gente saliera a los supermercados a comprar algo.

También, muy importante, sujetar la oferta. Dando por hecho esto era un periodo transitorio y luego fue más largo de lo esperado el sujetar la oferta con los ERTES y los ICOS para que las empresas de todo tipo no cerraran y pudiesen aguantar hasta la salida de la pandemia.

¿Cuál fue el problema? Que la salida de la pandemia fue muy larga porque volvimos a meternos en olas consecutivas, lo que iban parando la economía y afectando a la gente. El daño económico ha sido mucho más alto por no haber sido más estrictos en afrontar la crisis humanitaria.

En el libro defiendo que no hay dilema a salud y economía: eligiendo la salud, va a ir mejor la economía. Lo que más daño ha hecho la pandemia ha sido su duración, no la intensidad de los cierres, sino la cantidad de tiempo que se ha estado con esas restricciones.

P: Al comienzo de la entrevista ha mencionado las diferencias de gestión entre las distintas comunidades autónomas, ¿se refiere a alguna en concreto? En una entrevista ha mencionado en la sección sobre la pandemia. Se diferencia mucho entre comunidades, se refiere.

P: Las primera comunidades que tenían que haber reaccionado fueron en las que llegó primer el covid, fundamentalmente Madrid. Recuerdo que la presidenta de la Comunidad de Madrid -Isabel Díaz Ayuso- dijo que no sabía cómo cerrar Madrid. Si hubiese llamado a los que saben, como a China, sí sabría cómo, porque se trata de poner controles a la entrada y anunciar que no vas a dejar que nadie entre ni en avión ni en tren, además de poner controles en la carretera.

En otras comunidades fueron mucho más estrictos con las medidas y ayudaron evidentemente a evitar la propagación, como la Comunidad Valenciana o en Cantabria hubo un control de la pandemia mucho más estricto y se tradujo en un coste de vidas humanas más bajo.