La polémica surgida por los mensajes racistas y xenófobos publicados por la actriz española Karla Sofía Gascón truncó su carrera hacia los premios Oscar, la enfrentó a la cancelación del público y la apartó de los actos de promoción de Emilia Pérez, la película por la que estaba nominada a mejor actriz. La intérprete estuvo presente en la gala en el Dolby Theatre de Los Angeles, que tuvo lugar el pasado sábado, pero apostó por el perfil bajo, a sabiendas de que no ganaría la estatuilla. Una semana después, Gascón ha roto su silencio en una carta remitida a la revista The Hollywood Reporter.
A pesar de estar nominada en trece categorías, Emilia Pérez tan solo consiguió alzarse con los Oscar de mejor canción -por El Mal, escrita por Clément Ducol y Camille- y mejor actriz de reparto -Zoe Saldaña-, después de que los polémicos tuits de Karla Sofía Gascón salieran a la luz días después de que se anunciaran las nominaciones. La intérprete desactivó su cuenta de X y fue eliminada de la campaña de Netflix, productora del musical en el que Gascón es protagonista, para los Oscar.
A pesar de todo, y para sorpresa de muchos, Karla Sofía Gascón acudió a la gala de los Oscar, ceremonia que le pareció "muy agradable", como escribe en su carta publicada por el medio estadounidense. En sus primeras declaraciones tras la gala ha hablado abiertamente sobre su experiencia.
Gascón ha pasado "la peor" etapa de su vida, y denuncia amenazas de muerte
"Así como he sido blanco de palabras dañinas, también he dicho cosas hirientes a lo largo de mi vida que han hecho que otros se sientan ofendidos. Cosas hechas y dichas desde el miedo, desde mi propia ignorancia, desde mi propio dolor, desde fuera de ese escudo frío y perturbador", reconoce en su texto. La actriz española prosigue aludiendo al debate sobre la salud mental: "Por mi hija y por las generaciones futuras, quiero abrir una discusión y reflexión honesta sobre la salud mental. A lo largo de diferentes etapas de mi vida he pasado por momentos oscuros, episodios en los que la desesperación me llevó a lugares inesperados", narra.
Explica que hubo varias cuentas falsas en las redes sociales que se hicieron pasar por ella "para sumar dolor y confusión" y que se enfrentó al abismo en las semanas en las que ha pasado desapercibida: "Me lanzaron acusaciones absurdas y delirantes que lastimaron profundamente mi espíritu. Las cosas escalaron a un punto, y tan rápido, que no podía ni respirar. En medio de esta tormenta inesperada y devastadora, ha habido momentos en los que el dolor ha sido tan abrumador que contemplé lo impensable".
En otra parte de la misiva, Gascón asegura que ha sido "la peor" etapa de su vida, y denuncia amenazas de muerte: "Ahora que la tormenta se está calmando un poco, y lo peor ya pasó (o eso espero), empiezo a ver con claridad lo que he aprendido. He aprendido que el odio, como el fuego, no se puede apagar con más odio. Las ofensas no se pueden borrar con más ofensas, y los errores no pueden limpiar otros errores, especialmente cuando las mentiras y la falsedad proliferan por todos lados y cuando lo único que me envían de vuelta es pura rabia, acoso descarado, vejación, desprecio y hasta amenazas de muerte".
La carta íntegra de Karla Sofía Gascón tras los Oscar
A veces, nos ponemos un escudo para protegernos, para que el daño no llegue a nuestros corazones, nuestra piel o nuestras almas. Yo también tengo mi propia armadura, como cualquiera. No es bonita, pero ha salvado mi vida unas pocas veces. El problema es, precisamente, que los escudos pueden ser fríos y duros por fuera y también pueden hacer daño a los que te rodean. Eso es lo que me ha pasado a mí, a los que me quieren y a los que creyeron en mí.
Últimamente, igual que he recibido palabras dañinas, yo también he dicho cosas hirientes a lo largo de mi vida que han causado que otros se sientan ofendidos-cosas hechas y dichas desde el miedo, desde mi propia ignorancia, desde mi propio dolor, desde fuera de ese frió y molesto escudo.
Sin ninguna excusa ni intención de justificar ninguna de mis acciones pasadas, pido disculpas a todos los que he ofendido en algún punto de mi vida y a lo largo de mi viaje. Pido humildemente su perdón y, para honrar su bondad y comprensión, prometo comprometerme a continuar aprendiendo y escuchando, para no cometer los mismos fallos en el futuro.
En los últimos años de mi vida, salía al mundo dando lo mejor de mí para dar visibilidad a un grupo históricamente ignorado-un grupo que es parte de mi identidad y mi propia realidad. He estado defendiendo y reflejando la vida de una mujer trans atrapada en el peor sitio posible: el cuerpo de un criminal inmerso en un patriarcado extremo. Mientras lo hacía, mi propósito era siempre hacerlo con la mayor dignidad posible, mostrando una historia de lucha y resistencia que merecía ser contada. He volcado mi alma, mi vida y mi esencia en este proyecto, trabajando al lado de grandes amigos mexicanos que me ayudaron a transmitir un mensaje de esperanza: todos podemos ser mejores personas, sin importar nuestro punto de partida o nuestros inicios en esta búsqueda llamada vida.
Mexico tiene un lugar indeleble en mi corazón. En este país magnético y asombroso, se me permitió establecer mi carrera como actor, y he recibido amistad, afecto y calor humano que nunca olvidaré. Desde el día en que mi querido Julián Pastor, un legendario director de cine, me abrió sus puertas, mi amor por esta tierra y su gente se volvió eterno.
Mi compromiso de representar Mexico, a todos los mexicanos y los derechos de los más desfavorecidos sigue fuerte. Siempre estaré en el lado opuesto al fanatismo, la imposición, el patriarcado, el fascismo, las dictaduras, el terror, el abuso y la irracionalidad. No me ato a ninguna bandera política; solo intento ser un ser humano en constante evolución, con éxitos y fracasos, pero con una voluntad inquebrantable de aprender, escuchar, admitir fallos, disculparme y perdonar a otros, mientras me perdono a mí misma por el daño innecesario que he causado.
Por mi hija y para las generaciones futuras, quiero abrir una discusión y reflexión honestas sobre la salud mental. A lo largo de diferentes etapas de mi vida, he pasado por momentos oscuros-episodios en los que la desesperación me llevó a lugares inesperados. En este último episodio, el más comentado y expuesto de mi vida, se crearon varias cuentas falsas en mi nombre para añadir más dolor y confusión. Se vertieron sobre mí acusaciones absurdas, incluso delirantes, que hirieron profundamente mi espíritu. Las cosas esclaron hasta un punto, y tan rápido, que no podía ni respirar.
En medio de esta inesperada y devastadora tormenta, ha habido momentos en los que el dolor ha sido tan abrumador que contemplé lo impensable. He albergado pensamientos más oscuros que los que he considerado en algunas de mis luchas anteriores, no menos íntimas y personales. Y me he preguntado: si yo, con toda mi fuerza y preparación para lidiar con la rabia y el rechazo, estoy al borde, ¿qué habría sido de alguien con menos recursos emocionales para resistir este embate? De alguna manera, lo logré. Otros no habrían sobrevivido a este invierno brutal que estoy a punto de terminar.
Ahora que la tormenta se está calmando un poco, y lo peor ya pasó (o eso espero), empiezo a ver con claridad lo que he aprendido. He aprendido que el odio, como el fuego, no se puede apagar con más odio. Las ofensas no se pueden borrar con más ofensas, y los errores no pueden limpiar otros errores, sobre todo cuando las mentiras y las falsedades proliferan por todas partes y cuando lo único que me envían de vuelta es pura rabia, acoso descarado, vejación, desprecio y hasta amenazas de muerte.
Afortunadamente, he conservado mi ápice de cordura para ver la luz al final de este túnel de odio y entender que debo ser y hacer mejor las cosas, y corregir mis errores pasados, sin involucrarme en más oscuridad. De lo contrario, si sigo su juego y correspondo y amplifico todo ese odio que otros proyectan sobre mí, me perderé; nunca avanzaré y no podré seguir ayudando a otros que todavía están atrapados en la tormenta.
La responsabilidad de cuidarnos como sociedad recae en cada uno de nosotros. Como decía Martin Luther King Jr., "Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez consciente". Por eso, si hay algo que nos debe guiar en estos días difíciles es la empatía con aquellos que, como yo, hemos caminado al borde la mayor parte de nuestras vidas, que creímos que éramos un error y, entonces, cometimos errores. Como decía Albert Camus, "sólo hay un problema filosófico verdaderamente serio, y es el suicidio", porque nos enfrenta al sentido mismo de la existencia. No cito estas palabras para insinuar nada ni señalarme a mí mismo, sino para aquellos otros que no habrían sido capaces de soportar lo que yo acabo de soportar.
Solo a través de la comprensión, la compasión, el perdón y la empatía podemos construir un mundo donde la diferencia no sea sinónimo de condena, sino de riqueza. Un mundo donde podamos aprender y crecer a medida que avanzamos. Un mundo donde todos podamos dejar de lado nuestros escudos y ser nosotros mismos.
Gracias desde el fondo de mi corazón.