Raoul Wallenberg vio la luz un 4 de agosto de 1912 en la capital de Suecia. Tras cursar estudios en Estados Unidos, en la década de los treinta regresó a su país donde emprendió negocios. Una decisión marcará su vida y fue el hecho de que en verano de 1944, el Consejo estadounidense de refugiados de guerra (WRB) le pidiese que se desplazara a Budapest en calidad de diplomático integrante de la Legación sueca en Hungría con el objetivo de intentar Wallenberg ayudar y salvar a los judíos residentes en el país magiar.

Desde su llegada a la Budapest ya ocupada por los nazis se entregó a la causa a pesar de su inexperiencia en este tipo de peligrosas acciones, muchas de ellas clandestinas. En colaboración con la WRB y el Congreso Judío Mundial logró evitar que miles de judíos húngaros fueran trasladados a una muerte segura como era la deportación al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Se calcula que el régimen nazi deportó a los terribles campos de concentración y exterminio a casi 440.000 judíos de Hungría en tan solo dos meses, gran parte de ellos al de Auschwitz en Polonia.

Arriesgada labor

Valiéndose de su status diplomático, Wallenberg consiguió dotar de pasaportes protegidos a miles de judíos húngaros. Con este tipo de documento se identificaban como suecos a la espera de ser repatriados. En realidad estos salvoconductos no eran válidos pero, sin embargo, pasaban como oficiales y solían será aprobados por las autoridades alemanas y húngaras. En otros casos el valiente diplomático recurrió a otras tretas tales como el soborno y el alquiler de casas para los refugiados judíos con dinero de la embajada, fondos que también empleó para crear hospitales, guarderías y comedores. A estos pisos les colocaba carteles falsos como "Biblioteca de Suecia" o "Instituto Sueco de Investigaciones".

También utilizó técnicas de gran negociador con dirigentes nazis logrando suspender algunas deportaciones a campos de concentración alemanes. Esta peligrosa y heroica labor la desempeñó Raoul Wallenberg hasta justo dos días antes de la llegada del Ejército Rojo a Budapest. Por todo ello fue reconocido como Justo entre las Naciones por la organización israelí Yad Vashem por haber librado de la muerte y ayudado a sobrevivir y esconderse a miles de judíos húngaros.

Tras la llegada del ejército soviético y la liberación de Budapest en febrero de 1945, más de 100.000 judíos quedaban aún en la capital gracias a la meritoria labor de Wallenberg y su red.

Enigma de su muerte

La última vez que se vio a Wallenberg estaba junto a oficiales soviéticos a principios de 1945. Murió en una prisión soviética el 17 de julio de 1947. Todo un enigma existe sobre este hecho y su muerte. Se sabe que el diplomático sueco fue arrestado por miembros del ejército soviético en Budapest en 1945. Desapareció sin dejar rastro alguno y nunca más se supo de él a pesar de los intentos por esclarecer los hechos por parte de su familia. Esta no creía la versión dada por los soviéticos. Se le declaró oficialmente muerto en 2016 por petición de la propia familia tras numerosas gestiones infructuosas por aclarar lo sucedido.