Este martes se ha publicado el informe de la OCDE Panorama de la educación (Education at a Glance, en inglés), donde se desgrana el estado de salud de la educación española y se hace una comparativa con los países miembros y comunitarios. Nuevamente, el estudio pone de relieve que nuestro país está por debajo de los estándares europeos en la calidad de la enseñanza, mayoritariamente por la presión en las aulas -con menos profesores por número de alumnos-, la privatización y ciertos mantras como la mayor tasa de repetidores que dejan a nuestros jóvenes con menor proyección de empleabilidad en un entorno donde el paro juvenil se sitúa entre los países con peores registros de la UE.

El informe deja claro que la inversión que destina el Gobierno a través de los PGE está ajustada a los parámetros del resto de la unión. Concretamente, nuestro país destina un 4,9% de su PIB en educación, coincidiendo milimétricamente con lo que destinan el resto de países analizados. No obstante, y pese al esfuerzo y la inversión que se destina, España sigue siendo uno de los países con mayor número de personas entre 25 y 34 años  que aún no han completado la educación secundaria, algo que complica la empleabilidad de dicho grueso poblacional.

En cifras, en nuestro país el 26% de los ciudadanos comprendidos entre esa edad no han terminado sus estudios de la ESO. Esta cifra, muy por encima de la media, cifrada en un 14%, supone una mejora respecto a 2016, cuando la proporción española era del 35%. No obstante, el porcentaje sigue siendo demasiado elevado, complicando la búsqueda de trabajo de los jóvenes en edades habituales para iniciar su trayectoria profesional.

Concretamente, el nivel de estudios es muy significativo a la hora de encontrar trabajo. Tal y como expone el informe, el 63% de las personas sin la educación secundaria está empleada, mientras que el 71% de los que lo han logrado tienen empleo. En el caso de los que han superado estudios terciarios, grado o formación profesional, la cifra se dispara hasta el 84%.

Otro de los apartados donde la OCDE se detiene especialmente en el caso español es en el caso de los repetidores, especialmente en secundaria. De esta forma, mientras que en educación primaria solo se ven obligados a repetir curso un 2,1% de los alumnos, algo homologable a los estándares del resto de países miembros, en educación secundaria lo hacen un 7,8% en la primera etapa y un 6,5% en la segunda -por el 2,2% y el 3,5%, respectivamente, del resto de países analizados- .

Unas cifras de escandalosa disparidad que vuelven a poner sobre la mesa el debate sobre la idoneidad de que los jóvenes repitan curso. Mientras algunos expertos siguen defendiendo que es el modelo correcto, ayudando a los jóvenes a completar sus estudios de una forma adecuada y favoreciendo su desarrollo personal, otros creen que la condición de repetidores, en casos evitables, puede suponer un estigma que propicie la desidia y el desinterés de los alumnos afectados.

Financiación y ratios

Pese a que España destina el mismo porcentaje del Producto Interior Bruto que la media de los países de la OCDE, el gasto por alumno en todas las etapas formativas es menor. Esto, en cifras, supone que el gasto medio anual por alumno hasta la educación terciaria es de 12.426 dólares, frente a los 14.209 de media del resto de miembros.

A este desajuste hay que sumar el número medio de estudiantes en el aula superior, sobre todo en secundaria, donde se sitúa en 24 en la educación pública y en 26 en la privada, frente a 21 y 20 respectivamente en la Unión. Los profesores españoles, además, rompiendo con el viejo mantra de quienes critican la labor docente en la educación pública, dan más horas de clase que sus colegas europeos en todos los niveles: un 20% más en primaria y un 4% y 6% en la primera y segunda etapa de secundaria, respectivamente.  

Brecha de género

Otro de los acotes interesantes que realiza el informe de la OCDE en la brecha de género que existe entre hombres y mujeres. Por un lado, las niñas y las mujeres obtienen mejores resultados que los hombres -una brecha, además, creciente-. En el caso español, el porcentaje, homologable a la media, establece que las mujeres consiguen en un 58% acabar estudios de educación terciaria, por el 46% de los hombres.

No obstante, y pese a que la lógica apuntaría en una dirección opuesta, estos indicadores no se reproducen a la hora de encontrar empleo: “Los indicadores clave de los resultados en el mercado laboral son generalmente peores para las mujeres que para los hombres”, reza el informe, pasando posteriormente a detallar los resultados. En España, el número de empleados exclusivamente con la ESO -sin bachillerato ni FP o grado- es del 71% en los hombres y del 51% en las mujeres. Brecha que se vuelve menos nítida en el caso de aquellos con educación terciaria, con un 85% y un 81%, respectivamente.

Lo mismo pasa con los salarios: el suelde de las mujeres con secundaria supone el 82% del que ganan los hombres en su misma condición. En el caso de graduadas universitarias, la nómina supone el 91% que sus pares masculinos.