Este 14 de abril del 2023 se cumplen 92 años de la proclamación de la Segunda República en nuestro país. Con ella, se ponía fin al mandato de Alfonso XII y se abría para muchos una etapa de esperanza, libertad y democracia en España. Desde la madrugada del día 13 de abril y durante todo el 14, la bandera tricolor no dejó de ondear en las diferentes ciudades españolas. Mayoritariamente, y la Historia así lo sostiene, fueron los obreros los más afines a la nueva forma de Estado. Sin embargo, hubo una minoría eclesiástica que, contra todo pronóstico, también enarboló la tricolor antes y durante la Guerra Civil. Se trata de los curas republicanos o curas sociales.

Fueron pocos en comparación con los que padecieron a la República en 1931 y en la retaguardia que se desató como respuesta al Golpe de Estado de 1936. Sin embargo, existieron y son -porque la Iglesia así también lo ha querido- unos de los grandes olvidados de la Historia.

No muchos conocerán, por ejemplo, a Francisco González Fernández, cura y maestro de Mijas (Málaga), asesinado en 1938 por las tropas franquistas; o al sacerdote gallego Matías Usero. De igual manera fueron reprimidos  José Manuel Gallegos Rocafull -originario de Cádiz y que llegó a presentarse a las elecciones del 31- o Hugo Morales; a la postre Juan García Morales, periodista y propagandista. Cabe también recordar a Luis López-Dóriga, diputado en 1931, amigo del socialista Fernando de los Ríos y simpatizante de García Lorca, con el que coincidió en alguna ocasión.

Ellos y otros muchos fueron intelectuales que impartieron clase en España o en el exilio, sin dejar de lado sus creencias. De hecho, pensaban que la base de éstas debía posicionarles del lado de los débiles, y no de los opresores.

Mariano Gamo: el cura clandestino de Moratalaz

Ninguno de ellos resalta más que los demás, aunque sin duda hay alguno cuya historia es especialmente conmovedora.

Mariano Gamo fue un cura que durante la dictadura cedió su convento para la celebración de reuniones clandestinas. Su legado llega hasta vísperas de la Transición cuando, en 1973, se negó a oficializar misa por la muerte de Carrero Blanco y fue apalizado por ello.

“Dije que no tenían autorización mía para rezar un Padrenuestro. Entonces acudieron agentes, me pegaron fuerte…”, cuenta en una entrevista concedida a La Sexta.

Fue detenido por Billy El Niño más tarde, por hacer de la parroquia “un foco de subversión contra el régimen”.

Los curas vascos

Junto a él destacan los conocidos como curas vascos. 16 curas y sacerdotes que fueron asesinados por el franquismo en los primeros años del régimen. Algunos de ellos de ideología nacionalista vasca que, por supuesto, no cabían en la España de Franco. El “pecado” de otros era, simplemente, ser vascos.

Un ejemplo de estos últimos es Celestino Onaindía, quien fue detenido en 1936 en Hernani tras oficializar un entierro y asesinado ocho días después.

Otros nombres propios son el de Aita Patxi, Victoriano Gondra Muruaga o José Sagarna Uriarte. Este último fue, presuntamente, detenido por denunciar en el sermón que un hombre estaba teniendo relaciones extramatrimoniales. Lo hizo, tal y como relata su sobrina Izaskun -quien fue alcaldesa del PNV de Zeanuri .-sin dar nombres. Simplemente denunció la conducta.

La Iglesia quiso borrarles de la Historia

Ni que decir tiene que la Iglesia Católica quiso borrar sus nombres de la Historia. Los grandes cargos de ésta les bendijeron como “santos cruzados” y trataron de eliminar todos los elementos díscolos, para  que nunca más se volviera a hablar de éstos hechos.

Sin embargo, los historiadores han recuperado este episodio en obras como Otra Iglesia: clero desidente durante la Segunda República y la Guerra Civil, de Antonio César Moreno, Feliciano Montero y Marisa Tezanos.

De hecho, muchos de los curas y sacerdotes que no fueron asesinados ni condenados al exilio mantuvieron su actividad en los años 60 y 70 bajo el título de “curas obreros” o “curas rojos”. Cuando no ellos, sus sucesores.