Hace un siglo se establecía oficialmente la Denominación de Origen Rioja, un paso fundamental para regular la calidad de los vinos de la región y marcar el inicio de un proceso de protección y promoción del vino de Rioja. Este año se celebra el centenario de la referencia vinícola, tanto nacional como internacional, Denominación de Origen, Calificada desde 1991, de Rioja. Esta categoría es la más alta dentro del sistema de Denominaciones de Origen en España y, además, es reconocida como la más antigua del país.

El rey Felipe VI visitó el pasado 5 de junio la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo, el Barrio de la Estación de Haro, donde inauguró el ‘Espacio Centenario de Rioja’ y la escultura ‘Somos Tiempo’, que conmemora los cien años de la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja, de José Antonio Olarte. Además, el rey se desplazó a las Bodegas de los Herederos del Marqués de Riscal para un acto institucional en conmemoración del centenario de la DOCa Rioja.

La Rioja se reivindica en cultura e historia con este acto que evalúa el compromiso social que la región ha mantenido latente durante toda su existencia. El cuidado minucioso de la uva, después de cien ciclos, de cien cosechas, ha ascendido a un compromiso regional compartido por todos aquellos que, desde el orgullo, sienten Rioja como una forma de entender la vida.

"El esfuerzo y la visión de futuro de quienes nos precedieron han sido pilares fundamentales para que Rioja alcance hoy este nivel de excelencia”, declaró el ahora ex presidente del Consejo Regulador de la DOCa Rioja, Fernando Ezquerro.

Por otro lado, el rey, acompañado por el presidente del Gobierno riojano, Gonzalo Capellán, saludó, uno a uno, a los trabajadores de las bodegas, muchas de ellas centenarias, antes de asistir a la inauguración de la escultura de José Antonio Olarte frente al Consejo Regulador DOCa.

'Somos Tiempo' y 'Arcos'

La escultura de Olarte es un reflejo de un siglo de historia que, según dijo Ezquerro, “llevará para siempre impreso el transcurrir de nuestros pasos centenarios”. Se trata de una esfera inacabada compuesta por cien piezas de hierro para que aquellos que la aprecien sientan el “brindar, celebrar, proyectar, compartir y sentir” que transmite Rioja.

En relación con la trascendencia que engloba el arte, el escultor y autor de la obra, José Antonio Olarte, afirma a ElPlural.com que “a las tres dimensiones y materiales habituales, en este caso, creo que se puede añadir una dimensión más, tal vez varias dimensiones más”.

A los 160 centímetros de largo por 140 de ancho y 160 de alto que suman las cien piezas de hierro de la obra Somos Tiempo se les puede añadir la dimensión del gran compromiso y, en paralelo, “la gran suerte de poder contar y sintetizar con el lenguaje de abstracción y la geometría la historia de cien años del Rioja”, que van desde 1925 hasta 2025. Cien años que suman una parte primordial de la esencia riojana, demostrando su historia y cultura por el “buen gusto”.

La escultura y el grabado se fundamenta en la idea de representar el tiempo, los cien años de vida del Consejo Regulador, los cien ciclos de primavera, verano, otoño e invierno que simbolizan el esfuerzo, la pasión y el tesón de todas las personas que, en comunión con la naturaleza, han hecho posibles cien cosechas.

Olarte ha creado también una segunda esfera inacabada, compuesta por cien piezas de madera de haya reciclada. Esta obra, que ha nombrado como Arcos, instalada en Azkuna Centroa Alhóndiga de Bilbao, rinde homenaje al profundo vínculo entre la Denominación de Origen Calificada Rioja y la ciudad de Bilbao. Un lazo que se remonta al siglo XIX, cuando la Alhóndiga se convirtió en el corazón logístico y simbólico donde el vino de Rioja reposaba antes de conquistar los paladares de generaciones tanto dentro como fuera de la región.

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La elaboración de "Somos Tiempo" y la escultura "Arcos" en la Alhóndiga de Bilbao. Fotografías de Juan Cruz San Román
 

“Las esculturas Somos Tiempo y Arcos, mantienen un diálogo entre sí, y entre dos espacios representativos de dos regiones unidas en el tiempo” señala el autor de las obras.

A la idea central de simbolizar el paso del tiempo mediante dos esferas inacabadas se suma el propósito esencial de rendir homenaje a todas las personas que han trabajado la tierra y los espacios de elaboración con generosidad y con una visión de futuro que, en muchos casos, se anticipó a conceptos actuales como la ecología, la economía circular o el cuidado del medioambiente.

Bajo una gran satisfacción, Olarte afirma que “el trabajo de las esculturas ha sido intenso y una buena experiencia. Todo ha ido bien”. El proyecto, como metáfora del planeta y del mundo del Rioja, asegura que es “una esfera a la que añadir nuevas piezas de hierro, nuevos sueños, nuevos ciclos, nuevas cosechas, realizando juntos nuevos e ilusionantes viajes por el espacio y el tiempo”.

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Jose Antonio Olarte en la construcción de su obra. Fotografía de Juan Cruz San Román

El autor de las fotografías, Juan Cruz San Román, que mantiene una relación de amistad con Olarte, ha documentado el proceso de elaboración de ambas esculturas desde su comienzo hasta su inauguración en los correspondientes emplazamientos, ilustrando como la inspiración toma forma y desemboca en orgullo y recuerdo de una región entera.

Cien motivos para brindar

“Esfuerzo, innovación, tradición y un profundo amor por la tierra y el vino” son los valores que definen Rioja, su herencia y su gente, su olor y su paladar. Javier Pascual, director de la revista La Prensa del Rioja, ha publicado un libro conmemorativo del centenario de la Denominación de Origen Rioja, editado por el Consejo Regulador, titulado Rioja, Cien Motivos Para Brindar. Una obra de edición limitada que ofrece una visión actual de Rioja, con las personas que la han construido y la hacen posible para ser considerada una de las regiones vitivinícolas más prestigiosas del mundo.

Se trata de un viaje por la historia de una tierra privilegiada y de quienes han sabido sacar lo mejor de ella, hasta hacer del nombre Rioja un emblema de excelencia. Desde la mirada visionaria de los viticultores y bodegueros que, ya en 1925, comprendieron la importancia de proteger la identidad de sus vinos, hasta la consolidación de un modelo de calidad admirado en todo el mundo.

Bajo una profunda emoción, el ex presidente del Consejo Regulador Fernando Ezquerro aseguraba en el preámbulo de la obra que “si algo nos define es nuestra capacidad de evolucionar sin perder la esencia; es parte del ADN de Rioja, ese que nos ha llevado a superar cada reto con determinación, con visión de futuro”.

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Rioja vive su Día del Libro más especial, con la publicación de una obra que celebra sus 100 años de historia. EP
 

Es una oda a los valores que florecen en la trayectoria del éxito de Rioja a lo largo de un siglo, a través de un camino enriquecido por el efluvio de la tierra riojana y el brindis de quienes lo han hecho posible. Trata de rendir homenaje a la imaginación colectiva para que, en el futuro, Rioja “siga escribiendo su historia con la misma ambición, con nuevas generaciones que entiendan el vino no solo como una tradición, sino como un legado en constante evolución”.

“El legado de una historia milenaria”

La tradición vitivinícola se remonta a épocas previas al Imperio Romano, encontrándose hallazgos arqueológicos de instalaciones bodegueras en la ciudad celtibera situada en el valle del Río Alhama “Contrebia Leucade”. Si bien el arraigo del trato de la vid y el cuidado del vino está implícito en la tierra riojana desde hace siglos, su desarrollo ha pasado por la historia como una mejora de apariencia, aun manteniendo su idiosincrasia respecto a las diferentes épocas.

Monasterios como el de San Millán de la Cogolla, cuna del castellano, tuvo monjes que cumplieron fielmente el lema benedictino “fecit ecclesias et plantavit vineas”, es decir, construir iglesias y plantar viñas, durante el medievo, lo que mantuvo esa tradición entre siglos.

A lo largo de las primeras décadas del siglo XVII, el cultivo y comercio del vino se consolidó como el auténtico motor económico de La Rioja, situando a la región en el mapa de las principales zonas vinícolas de España. Localidades como Logroño, Haro o Laguardia se transformaron en núcleos fundamentales de producción, y aún hoy sus subsuelos conservan los históricos calados, que servían para la crianza y almacenamiento del vino. 

A partir del siglo XIX, la unión entre Burdeos y Rioja se empezó a consolidar cuando la filoxera empezó a arrasar los viñedos franceses. Desde Haro, Rioja exportó miles de litros de vino a Burdeos para suplir su escasez y, en términos de facilitar su envío, muchas bodegas construyeron sus locales cerca de la estación de tren, lo que convirtió el Barrio de la Estación de Haro en el barrio de bodegas centenarias más importante del mundoA cambio, Rioja adoptó técnicas de Burdeos como la crianza prolongada en barrica, selección de terruños y un modelo más científico. De esa relación nacieron bodegas como CVNE, La Rioja Alta, algunas bodegas Franco-Españolas o López de Heredia, que aún conservan ese legado.

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Barrio de la Estación de Haro. Fotografía de Twitter @BarriodEstacion
 

Varios siglos después, un grupo de productores solicitó que les fuese reconocido un precinto de garantía específico que permitiese identificar los vinos de Rioja del resto. Así, un año más tarde, en 1925, se crea oficialmente la Denominación de Origen Rioja delimitando el territorio y estableciendo su primer Reglamento.

Según afirma Javier Pascual, “en general, puede afirmarse que la vitivinicultura riojana juega un papel importante en la economía y en el mantenimiento de la población en las áreas rurales, ya que se trata de una economía sostenible, con más valor añadido que otros cultivos agrarios y con oportunidades para los más jóvenes”. De esta forma es como las regiones más consolidadas históricamente demuestran su envergadura y fortalezas frente a los vaivenes del futuro.

Un tinto, Rioja

El vicepresidente de Bodegas Familiares de Rioja, Juan Carlos Sancha, ha vivido dos aniversarios de la Denominación de Origen Rioja. “Uno muy distinto al que vamos a vivir ahora, que fue el 75 aniversario de Rioja en el año 2000”, reconoce.

Su principal diferencia, como asegura, es que “en aquellos años era el momento realmente de euforia, todos querían invertir en el mundo del vino, había interés por formarse en las universidades, y los viticultores y sus hijos querían quedarse en el campo”.

La situación en su centenario es muy distinta, principalmente por la producción excesiva de uva barata de quienes “están operando dentro de la Denominación de Origen Calificada Rioja, fuera de la DOCa, pero en su territorio”. Ha repercutido en los precios, que han bajado a niveles ridículos en los mercados de los vinos, y “todo esto lo que hace es que la imagen de Rioja se haya desacreditado”.

Distintas medidas como la destilación o la vendimia en verde, en las que ya se han invertido 80 millones de euros, o incluso el paso del blanco al tinto, que “está marchando bien”, no son sino remedios para tratar de ocultar el “empacho de plantaciones de viñedo”. 

Vamos a cumplir en 2025 los cien años como Denominación de Origen en el escenario más triste de nuestra historia

“La viña que ha generado los problemas de Rioja es esa viña joven que está plantada en suelos inadecuados y con clones inadecuados”, afirma. Se debe arrancar esa viña joven por delante de la vieja si se quiere erradicar el problema, o tratarlo al menos, y con ello mantener el sello riojano.

Es un momento de “reflexión” en el que Rioja encauza un rumbo que lo quiere alejar de su tradición y cultura, principalmente en el vino tinto, que se basa en un cuidado excepcional de una uva seleccionada. Las modas no deben ahuyentar la esencia de la marca pero si incitarla a fijar la vista en nuevos horizontes que la sitúen, como desde el último siglo, en la cúspide de la vitivinicultura.

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