Cada vez son más las dietas que circulan por internet. Las hay para todos los gustos y casi todas prometen resultados rápidos y sorprendentes.

Sin embargo, la mayor parte de las mismas carecen de rigor científico y pueden suponer un riesgo para la salud.

Desmitificar ideas erróneas y ofrecer los conceptos clave sobre el sobrepeso y su complejidad es uno de los principales objetivos del taller que han organizado cuatro hospitales públicos de la Comunidad de Madrid bajo el título: ‘Cómo reducir peso para ganar salud’.

Se trata de un curso práctico online de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid) y los hospitales Universitarios Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba (Collado Villalba) dirigido, principalmente, a pacientes de estos centros con riesgo cardiovascular, un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 y alguna patología añadida para la que disminuir peso supone un beneficio añadido.

“Damos a conocer las múltiples causas de acumular peso y explicamos aquellas no modificables para aliviar el sentimiento de culpa que tienen muchos de los afectados y evitarles frustraciones que puedan generarles más ansiedad y un efecto rebote”, explica la Dra. Clotilde Vázquez, jefa del Departamento de Endocrinología y Nutrición de esta red asistencial y coordinadora del taller.

La obesidad como causa de múltiples enfermedades

“Partimos de la realidad de que no es fácil perder peso y mantener dicha pérdida, pero también de que es la única opción”, recalca, haciendo hincapié en que la disminución del acúmulo de la grasa excesiva mejora sustancialmente buen número de patologías, entre ellas, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la apnea del sueño, la hipertensión, las dislipemias, la diabetes, la patología osteoarticular e inflamatoria y las enfermedades cardiovasculares.

A esto hay que añadir que la obesidad está relacionada también con algunos tipos de cáncer. “Es, tras el consumo de tabaco, la segunda causa prevenible para el desarrollo de esta enfermedad”, apunta por su parte la Dra. Teresa Montoya, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Infanta Elena, que recuerda a su vez que el sobrepeso se asocia a una reducción de la esperanza de vida de hasta 13 años.

Obesidad y coronavirus

Incluso en la infección por SARS CoV-2, el sobrepeso constituye un factor de mal pronóstico. “Se ha demostrado que incrementa la mortalidad de los pacientes afectados hasta un 300 por ciento, especialmente en los jóvenes”, explica esta endocrinóloga, que señala que la pandemia, debido al sedentarismo fruto del confinamiento, ha favorecido en muchos pacientes un aumento del peso, acompañado de una pérdida muy importante de músculo.

Abordaje personalizado

A la hora de perder peso es importante tener en cuenta que la obesidad es una enfermedad crónica de etiología multifactorial, es decir, que no depende únicamente del comportamiento del individuo, sino que está regida por múltiples factores: genéticos, fisiológicos, psicosociales, conductuales, nutricionales y ambientales.

Por este motivo, resulta clave realizar un abordaje personalizado.

“Hay que analizar las causas subyacentes del sobrepeso y establecer un tratamiento multicomponente que dote al paciente de todas las herramientas (motivaciones, nutricionales, de actividad física y farmacológicas) para conseguir un cambio permanente y definitivo en el estilo de vida”, destaca la Dra. Vázquez.

Bajar de peso progresivamente

Otro aspecto fundamental a tener en cuenta es que la bajada de peso ha de ser progresiva. Estas especialistas recuerdan que no hay soluciones mágicas.

“Perder peso de forma rápida lleva inequívocamente a la disminución de la masa muscular y a un efecto rebote a expensas de la masa grasa, logrando así un cambio de la composición corporal hacia un fenotipo más obeso por porcentaje de grasa corporal”, alertan.

“Más que una bajada de peso en sí, lo que realmente interesa son los cambios en la composición corporal”, afirma Leticia López Escudero, dietista-nutricionista del Servicio de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz.

El objetivo ha de ser disminuir masa grasa y no masa muscular, algo que solo se consigue perdiendo peso de forma progresiva.

La recomendación general es una pérdida de entre el 6 y el 10 por ciento del peso corporal total en un período de 6 meses. “Por ejemplo, una persona de 100 kilos debería perder entre 5-10 kilos en medio año”, señalan.

Alimentación saludable

Para adelgazar de forma saludable, hay que adquirir buenos hábitos alimenticios y evitar los alimentos más calóricos y aquellos que contienen nutrientes menos saludables.

En cuanto a los azúcares, se debe limitar su ingesta al contenido presente de forma natural en frutas, verduras y granos íntegros y evitar los refrescos, zumos (incluso naturales), repostería industrial y casera, y procesados.

“Un consumo constante de alimentos que contienen este tipo de azúcares provoca subidas y bajadas de azúcar en sangre y esto puede traducirse en que la persona acuda de forma recurrente a la nevera o tenga avidez por el dulce”, señala la nutricionista de la FJD.

En lo que respecta a la grasa, la recomendación es que suponga entre el 25 y el 35 por ciento de las calorías totales de la dieta. Se deben elegir aquellas con alto poder antiinflamatorio y antioxidante, como las procedentes de los frutos secos, el aceite de oliva virgen o virgen extra y el pescado, en especial el azul.

Hay que huir de salsas, precocinados, ultraprocesados, embutidos y repostería industrial y evitar abusar de los lácteos muy grasos.

“La clave está en moderar su consumo para no exceder las calorías totales, pero, en ningún caso, debemos restringir por completo ni los hidratos de carbono ni las grasas, sino elegirlos de calidad”, recalcan. En este sentido advierten sobre las dietas cetogénicas, tan populares como peligrosas.

Por el contrario, y dada su composición cualitativa, la dieta mediterránea es una gran aliada, ya que previene y mejora la enfermedad cardiovascular- actuando directamente sobre sus factores de riesgo- la diabetes, las dislipemias, la presión arterial e, incluso, el cáncer.

Su alto contenido en fibra, además ayuda a controlar el apetito en periodos interdigestivos.

Actividad física

Junto con una moderada restricción calórica en la alimentación, para perder peso resulta crucial la actividad física. “Permite aumentar el gasto calórico a la vez que incrementa la masa muscular y, por tanto, el metabolismo basal (el gasto calórico de una persona en absoluto reposo)”, destaca la Dra. Montoya.

La recomendación para adultos es de 150-300 minutos semanales a intensidad moderada de actividades aeróbicas (tales como desplazamientos, ocupación, labores domésticas, jardinería, ejercicios programados) o de 75-150 minutos semanales a intensidad más vigorosa.

Otra opción son las combinaciones equivalentes de ejercicios de fuerza dos días en semana y algún ejercicio de flexibilidad, coordinación y equilibrio (yoga, estiramientos, pilates, etc.) para mejorar el equilibrio y prevenir caídas.

“En el caso de una persona de más de 65 años con algún impedimento para la práctica de ejercicio, deberá mantenerse lo más activo posible en su vida diaria”, apuntan las responsables del taller.

Control de la ingesta emocional

Por último, ‘la última pata del banco’, concluye la nutricionista de la Fundación Jiménez Díaz, sería llevar un adecuado control de la ingesta emocional, la conducta de comer como respuesta a estados afectivos.

Para ello, es recomendable contar con la ayuda de un experto.

Cuatro sesiones

En total, los hospitales que desarrollan la iniciativa han programado cuatro sesiones. Dos de ellas se han celebrado ya, el pasado 20 de mayo y 17 de junio, y las otras dos tendrán lugar el 23 de septiembre y el 25 de noviembre.

No obstante, no solo pueden seguirse en directo. Se pueden recuperar en cualquier momento, ya que están disponibles a través de internet.