Su origen se remonta a 1265 y marca el fin definitivo del pontificado. La retirada del anillo del pescador del Papa constituye uno de los actos más destacados tras su fallecimiento, al ser extraído del dedo del pontífice por parte del camarlengo para después ser destruido y evitar que el sello que lleva se pueda falsificar.

Así, constituye uno de los primeros actos tras la muerte del pontífice para ser destrozado. Con los restos de este se elabora el anillo del siguiente Papa, manteniendo siempre la figura de San Pedro pescando desde una barca. En el caso del anterior pontífice, Benedicto XVI, no fue destruido, sino que se grabó sobre él una “X” impidiendo usos posteriores después de que este anunciara su retirada.

Este símbolo, que se renueva en cada pontificado, se remonta al siglo XIII y con él se sellan diferentes documentos oficiales o bulas papales. Además, según se refleja en el artículo 13 de la constitución apostólico Universi Dominici Gregis, el camarlengo es el encargado de retirar el anillo de la mano del pontífice y comprobar su completa destrucción junto con los cardenales. Esta, según manda la tradición, se lleva a cabo con un martillo de plata o grabado con una cruz, respetando así las palabras del Vaticano: “Los objetos estrictamente ligados al ministerio de San Pedro deben ser destruidos”.

Al margen de la tradición, el papa Francisco ordenó que el anillo que se le entregó -de oro- fuera sustituido por uno de plata. Entre otras cosas, también fue conocida la imagen del Papa retirando la mano de los fieles para impedir que besaran el anillo, no por higiene sino por las intenciones del papa Francisco de restar poder a su propia figura.

Funeral y protocolo

Al margen de este acto, lo siguiente será la celebración del funeral y demás actos vinculados al protocolo. De esta manera, se decretan nueve días de luto, conocidos como Novemdiales. Durante este periodo, fieles y líderes internacionales acudirán al Vaticano para expresar el último adiós al Papa Francisco. Asimismo, el funeral y el rito protocolario, que tendrá lugar en la Basílica de San Pedro, nada tendrán que ver con los casos de sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Esta serie de medidas vienen amparadas en el 'Ordo Exsequiarum Romani Pontificis', libro litúrgico cuya última edición fue aprobada el pasado 29 de abril del 2024 y publicada en noviembre, fue firmado y modificado por el propio Papa Francisco para simplificar aspectos clave del ceremonial vaticano en los funerales papales, eliminando tradiciones como los tres ataúdes, el catafalco, el báculo papal y ciertos tratamientos protocolarios, con la intención de subrayar la figura pastoral del Papa. Tras la muerte del máximo pontífice de la Santa Sede, el Vaticano inicia un protocolo de tres fases o "estaciones" bien definidas, según establece el ritual. 

Sin embargo, siguiendo las modificaciones aprobadas por Francisco que cambian el protocolo, durante los rituales fúnebres se emplearán títulos más simples, similares a los utilizados en los funerales de los obispos. Por ejemplo, se eliminará la expresión 'Romano Pontífice' para destacar claramente el carácter pastoral del Papa.

El objetivo de estos cambios, según explicó el arzobispo Diego Ravelli, maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, es subrayar que el funeral del Papa "es el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso hombre de este mundo".

Aunque se mantiene la figura del camarlengo, responsable de diversas funciones durante la sede vacante (periodo en que la sede papal está vacía tras la muerte del pontífice), Francisco eliminó la llamada 'Cámara Apostólica'. Este era un colegio formado por eclesiásticos que tradicionalmente asistía al cardenal camarlengo en la gestión temporal de la Iglesia durante dicho periodo.

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