Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 400.000 personas mueren al año de forma prematura en la Unión Europea a causa de la mala calidad del aire, y varios millones de persona padecen enfermedades respiratorias y cardiovasculares provocadas por la contaminación. El propio Banco Mundial señala que el 92% de la población mundial vive en lugares que no respetan las directrices de la OMS en cuanto a la calidad del aire se refiere. En lugares como España, la contaminación provoca la muerte de hasta 30.000 personas al año -según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA)-. Unos datos que han llevado a ciudades como Madrid y Barcelona a restringir la circulación para atajar los problemas derivados de la contaminación.

Más del 65% de la contaminación urbana es fruto del transporte por carretera. En Madrid hay más de 2.100 turismos matriculados por kilómetro cuadrado, y en Barcelona, más de 5.700. Una densidad notablemente alta que perjudica gravemente la salud del aire.

Con este escenario como telón de fondo, las alternativas más ecológicas están ganando peso. Alternativas como el gas natural, cuyo uso como combustible es aún poco conocido entre los ciudadanos a pesar de que España lleva varios años comercializando vehículos cuyo combustible es el gas natural. Es más, a cierre de 2016 había en España más de 6.100 vehículos que funcionaban con este combustible y la tendencia es al alza, según datos de la Asociación Ibérica de Gas Natural para la movilidad (Gasnam).

Y es que, a pesar de que muchas personas piensan que la utilidad del gas natural queda reducida al agua caliente, la calefacción, la cocina… esta materia tiene otros usos tales como hacer de combustible. En este sentido, el gas natural sería una buena alternativa a tener en cuenta puesto que se trata de una opción más ecológica que los carburantes tradicionales.

Ya sea en su forma comprimida (gas natural comprimido) o en su estado líquido (gas natural licuado) es un combustible ideal ya que es eficiente y sostenible. Conjuga en equilibrio importantes ventajas medioambientales, a través de la reducción de emisiones y de una menor contaminación acústica, y también económicas.

Según el estudio El papel del gas natural en una economía española baja en emisiones, elaborado por KPMG en colaboración con Sedigas, esta energía mejora la calidad del aire porque los vehículos propulsados por gas natural emiten, en comparación con los de diésel, un 60% menos de óxidos de nitrógeno (NOx), un 97% menos de dióxido de azufre (SO2) y un 93% menos de partículas en suspensión (PM), contaminantes relacionados con problemas de salud respiratorios.

En comparación con los combustibles tradicionales, el gas natural reduce de media en más de un 85% las emisiones de óxidos de nitrógeno y en casi el 100% las partículas en suspensión. También reduce hasta en un 25% las emisiones de CO2, principal gas de efecto invernadero. Además, contribuye a la reducción de contaminación acústica, ya que los coches con gas natural son más silenciosos: el gas natural reduce en más de un 50 % la emisión sonora percibida y vibraciones respecto a los motores diésel y, en consecuencia, reducen la contaminación sonora y comportan una mejora en la calidad de vida de las personas.

De hecho, La sustitución del 5% del parque de vehículos pesados y turismos de gasolina y diésel por un parque de gas natural supondría una reducción de emisiones de todos los gases contaminantes causantes de la contaminación urbana de entre un 1,5% y un 5%”, apunta el informe Calidad del aire en las ciudades españolas: Transporte urbano, sector residencial y terciario

No en vano, el gas natural es el combustible alternativo más utilizado en España en automoción, según datos de la Asociación Ibérica de Gas Natural para la movilidad; por lo que el gas natural sería una de las soluciones más ecológicas y eficientes en la lucha contra el cambio climático.