La emergencia climática es un hecho. Las escasas precipitaciones de lluvia de los últimos meses, el adelanto de la sensación térmica más típica del verano al mes de marzo, el preocupante estado de los embalses y los incendios forestales son prueba de ello. No obstante, el negacionismo que gira en torno a esta situación sigue latente, incluso en boca de figuras políticas.

Vox continúa dando pie a discursos de este calibre pese a las condiciones en las que se encuentra el medioambiente y los efectos directos que tiene en la cotidianidad ciudadana. En palabras del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, este lunes, el “CO2 no es un gas contaminante”.

Una postura que también se entiende en el mismo marco con el que se pronunció el portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros: “Cada año se vierten al mar, aproximadamente, 5.700 hectómetros cúbicos de agua del Ebro. En el año 2018, el Ebro tiró al mar en 20 días el agua que España consume en todo un año. Estamos tirando al Atlántico más del doble de agua de la que estamos obligados dejar pasar a Portugal”, defendió durante la moción de censura liderada por Ramón Tamames en el Congreso de los Diputados contra el Gobierno de Pedro Sánchez.

Teniendo en cuenta estas posturas, cabe realizar una radiografía sobre el estado actual de los recursos naturales en España y los efectos negativos que lleva generando años el cambio climático.

La capacidad de los embalses deja la reserva de agua para el consumo en un 43%

Sin haber comenzado el verano, temporada en la que el agua es un bien de lo más necesario, el 2023 ha comenzado con datos preocupantes en cuanto a sus reservas, ya no solo por arrastrar los efectos del 2022 seco, sino porque durante estos meses las precipitaciones también han sido escasas. En España hay un total de 372 embalses con un volumen de almacenamiento de 56.000 hectómetros cúbicos de agua, lo que se traduce en un 50% de caudal fluvial del país.

En estos momentos, los embalses peninsulares están a una capacidad del 51,12%, tres décimas más que en la semana pasada (47,68%). No obstante, es una cifra preocupante debido a que está muy por debajo de la media de la última década: 66,77%, según los datos de embalses.net.

Es necesario recordar que las condiciones meteorológicas y medioambientales no son homogéneas, ya que depende de qué comunidad autónoma se trate. Destacan, en primer lugar, la capacidad de agua embalsada de regiones como Galicia (79,63%), Asturias (78,51%), País Vasco (76,19%), La Rioja (73,99%), Castilla y León (69,79%), Comunidad de Madrid (67,83%), Navarra (64,67%), Comunidad Valenciana (57,26%) y Aragón (56,62%) como las que más volumen tienen.

A la contra, y en los niveles más bajos del país, se encuentran Extremadura (51,95%), Cantabria (42,78%), Cataluña (41,59%) y Castilla – La Mancha (39,81%). Entre las que presentan los datos más preocupantes están los casos de Andalucía con un 29,46% -región donde ya se ha alertado de los peligros que la sequía puede dejar en el Parque Natural de Doñana- y en Murcia con un 27,03%, -donde preocupa el estado del Mar Menor y su ecosistema-.

En relación con las presas orientadas a producir energía eléctrica, sus reservas de agua también se han visto sumergidas en un proceso de disminución, encontrándose ahora con un 69,2% de capacidad, cuando la media de los últimos diez años está en el 75,6%.

El detalle más relevante y de interés ciudadanos es, precisamente, el volumen de agua disponible para consumo humano y agricultura, del que hay un 43,1% -es decir, 16.613 hm³-, según refleja el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco), liderado por Teresa Ribera, en el informe semanal del Boletín Hidrológico. En cuanto a la media de la década, un 63%, es otra cifra que vuelve a posicionarse muy por debajo.

La sequía, un problema cada vez mayor

La situación actual de los embalses viene derivada principalmente de la escasez cada vez más evidente y preocupante de la falta de lluvias. Entre 2021 y 2022, se registraron unas precipitaciones acumuladas de un 25% menos de los valores normales, convirtiéndose así en el tercer año más seco desde que comenzaron los registros 60 años atrás.

Un escenario meteorológico que se ha visto empeorado por el alza inesperada de las temperaturas, que se ha evidenciado en el pasado mes de marzo -en el que apenas llovió el 36% de lo esperado- y que ha proseguido en el tiempo en los primeros días de abril. En esta primera mitad de mes, se ha recogido un acumulado de un 19% menos a lo habitual, 334 litros por metro cuadrado cuando la cifra normal ronda los 400, tal y como apunta la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Los índices de sequía -ya tildada de prolongada- se están haciendo más evidentes en algunas regiones concretas de la Península, especialmente en varias zonas de Cataluña, La Rioja, norte de Castilla y León, Andalucía y Murcia. Siguiendo los datos que maneja el Miteco, alrededor de la cuarta parte del territorio peninsular está en situación de emergencia (15,2%) o alerta por escasez de agua (8%).

La temporada de incendios forestales se adelanta

Como consecuencia de estos fenómenos dañinos para el medioambiente, se suma uno más: los fuegos que arrasan miles de hectáreas de entornos naturales.

En los últimos días de marzo, al poco de comenzar la primavera, ya se produjo el primer incendio arrasador del año, el cual se originó en Villanueva de Viver y afectó a buena parte de las provincias de Castellón y Teruel. Después, se sumaron los que tuvieron lugar en Lugo (Galicia), en varios puntos de Asturias y en Tarifa (Andalucía).

El Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) concretó que el fuego en España ya ha arrasado en lo que va de año unas 41.500 hectáreas de superficie forestal, una cifra de gran magnitud que ya se ha considerado cinco veces mayor al promedio que concentra el largo periodo entre los años 2006 y 2022.