Gobernar desde los valores progresistas es el objetivo declarado del presidente en funciones, Pedro Sánchez, tras aceptar el encargo del jefe del Estado, Felipe VI, de presentarse a la investidura. Ayer resumió de forma sucinta la compleja situación que tiene por delante hasta llegar a un pacto de investidura. “Las negociaciones tienen que ser discretas y los acuerdos públicos”. Añadió el socialista: “La legislatura va a exigir grandes consensos”. Lo que quiere es conseguir un gobierno estable. Se abre para España, según Sánchez, una etapa complicada pero apasionante. También se refirió a lo que la sociedad soporta: “Los españoles están hastiados de broncas estériles. Quieren volver a creer en la política”.

Quizás sea esto último lo más difícil porque, aunque lo que propone el candidato a presidir España es una base esperanzadora de transformar la sociedad y combatir la desigualdad, junto a Unidas Podemos, las proclamas de la derecha ante este anuncio son desalentadoras. Porque veamos, ¿cómo volver a confiar en la política con Casado y sus huestes acusando de sedicioso y filo terrorista al posible nuevo gobierno, negándose a mover un dedo para que Sánchez no tenga que buscar apoyo en otras fuerzas fuera de las que ya ha contactado? O con Pablo Casado amenazando con terceras elecciones. Y Ciudadanos jugando a amagar, a la espera de lo que ordenen el Partido Popular y Vox.

Pedro Sánchez ya ha anunciado que hablará con todos los presidentes autonómicos, sin excepción. No ha faltado la mirada maliciosa de quienes, como el periódico ABC, han visto en este anuncio una fórmula retorcida para hablar con el presidente de la Generalitat catalana de manera disimulada. ¿Creen verdaderamente que fuera de los fuegos fatuos de la propaganda y el marketing, se necesitan en política excusas para descolgar el teléfono o quedar a conversar?

Desde luego, los españoles no recuperaremos de ese modo la fe en la política, pero sí es de apreciar el esfuerzo de los progresistas por llevar adelante el encargo que salió de las urnas, y por tranquilizar los ánimos en Cataluña. Frente a los radicales, que son minoría, y los portadores de sueños imposibles, que rechazan cualquier otra salida, el futuro Gobierno tendrá que atemperar, negociar y buscar acuerdos porque hay una mayoría de catalanes que necesitan soluciones urgentes, y no sólo políticas, sino también económicas y sociales. Ese es el camino.

La otra vía, la que parecen insinuar el PP y sus secuaces, la intervención sin motivo, y el uso de la fuerza como medicina, no es propia de un Estado de Derecho. El Partido Popular vira peligrosamente hacia el extremismo.

El presidente en funciones ha ganado las elecciones y esta vez tiene la decisión y tendrá los votos para presentarse a una investidura exitosa. Será en diciembre o en enero, pero será.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com