¿Puede el presidente de los Estados Unidos despedir al director de la Reserva Federal porque no le guste el trabajo que está haciendo? Hubo un tiempo en el que la respuesta se sobrentendía: no. La Reserva Federal (Fed) fue creada por el Congreso. El estatuto fundacional garantiza la independencia de su labor. El presidente de la Fed, Jerome Powell, repitió esta respuesta convencional en el Club Económico de Chicago la semana pasada: el presidente no puede ser destituido por razones políticas.

A pesar de ello, hubo un tiempo en el que los estadounidenses creían que tampoco se podía despedir al director del FBI por las mismas razones. Todos los presidentes desde Jimmy Carter hasta Barack Obama han convivido con un director del FBI que había sido nombrado por un predecesor. La única excepción se produjo en 1993 cuando el presidente Bill Clinton heredó de George H. W. Bush tanto un director del FBI como una recomendación del gobierno saliente de Bush de despedir a ese director por un presunto abuso de las cuentas de gastos. Un avergonzado Clinton maniobró durante meses para tratar que el director renunciaría voluntariamente, terminando por cesarlo solo tras la negativa del director.

Después, llego Doanld Trump. El magnate neoyorquino forzó la salida de dos directores porque no seguían sus órdenes: James Comey al comienzo de su primer mandato y Christopher Wray al inicio del segundo. Wray fue un designado por Trump al que Joe Biden dejó en su puesto durante los cuatro años de su mandato. Entonces Trump decidió que Wray no era lo suficientemente obediente y, tras la renuncia de Wray, lo sustituyó con un candidato afín, Kash Patel. 51 de los 53 senadores republicanos votaron a favor de Patel, por poco cualificado que estuviera. Y con eso, la tradición d independencia del FBI llegó a su final.

Entonces, ¿puede Trump despedir al cabecilla de la Reserva Federal?

Al igual que Wray, Powell fue designado por Trump durante su primera administración. El presidente de la Fed fue nominado una vez más por Biden en 2021 y confirmado por el Senado en 2022. Como indica ese historial, la gestión de la política monetaria de Powell obtuvo una amplia aprobación bipartidista.

Sin embargo, no para Trump.  El presidente norteamericano se enfrenta a un problema urgente: su guerra comercial con prácticamente todos los países del planeta no está saliendo como esperaba. Los mercados financieros estadounidenses están convulsos, el comercio se marchita y la confianza de los consumidores está en la cuerda floja. A medida que las políticas de Trump causan estragos, el autor de estas necesita una excusa y alguien a quien culpar. Powell es ese alguien.

El remedio multiusos de Trump para los problemas económicos es el dinero más barato. Cuando la protoguerra comercial del primer mandato de Trump hundió el mercado bursátil en otoño de 2018, el tycoon exigió recortes en los tipos de interés para rescatarlo de su propio error. En una entrevista en noviembre de ese año para el Washington Post, Trump ya se quejó: “No estoy nada contento con la Reserva Federal. No estoy nada contento con mi elección. Creo que tenemos que dejarlo ir. Ya sabes, si nos fijamos en China está siendo acomodaticia. El euro y Europa están siendo acomodaticios. No estamos recibiendo ningún alojamiento, y también estamos pagando 50 mil millones de dólares, estamos pagando nuestra liquidez, usted puede hacer caso de que es una cosa positiva en un sentido, pero, por otro lado, se rompe su liquidez. Así que estoy haciendo tratos, y no estoy siendo acomodado por la Fed. No estoy contento con la Fed. Están cometiendo un error porque tengo un instinto, y mi instinto me dice más de lo que el cerebro de nadie me puede decir nunca”.

Los números y la sintaxis de esta cita son un galimatías, pero la emoción es real. Por si a alguien se le escapaba, Trump lo hizo personal diciendo que no estaba “ni un poquito contento” con su elección de Powell para presidente de la Fed.

Un chivo expiatorio

Como el hombre de negocios que es, Trump ha pasado la mayor parte de su carrera sumido en profundas deudas. Sus banqueros le recataron a menudo, y, ahora, parece creer que la Reserva Federal debería hacer lo mismo con su presidencia.

Pero la Fed tiene el cometido de preservar la estabilidad de los precios. La guerra comercial del mandatario amenaza con un drástico aumento en los precios para los negocios y consumidores estadounidenses. Esta guerra está asustando también a los inversores para que se deshagan de millones de dólares en activos. Los bonos del estado están cayendo en picado, haciendo que, a su vez, el valor del dólar sea incierto. Trump ha empujado a la Reserva Federal a un terrible dilema, uno que se planteó por última vez durante la crisis del petróleo en los 70. La Fed tan solo puede controlar los tipos en el corto plazo; un recorte a corto plazo durante un periodo de inflación asustaría a los inversores, que esperan una inflación aún mayor en el futuro, lo que hará subir los tipos a largo plazo. La Fed puede modificar el precio de los prestamos durante un día, pero los mercados deciden el precio de las hipotecas a 30 años. Si la Fed aprieta demasiado la palanca que sí controla, forzará una subida de la que no controla.

El rescate que la economía norteamericana necesita no es un cambio en la política monetaria, sino un cambio en la agresión económica de Trump contra sus socios comerciales. Trump debe poner fin a los aranceles y dejar que el comercio se recupere, solo entonces la Fed podrá hacer su trabajo. Sin duda, las políticas inteligentes deben comenzar por admitir que las políticas de Trump han sido estúpidas, algo que el magnate no asumirá por el momento. Así que Powell deberá ser señalado como el chivo expiatorio en su lugar.

El fin de las agencias independientes

Trump ya ha despedido a las cabezas de agencias supuestamente independientes. Ahora, la impugnación de estos despidos se dirige hacia el Tribunal Supremo de Estados Unidos. El Tribunal ya ha denegado las medidas cautelares a los demandantes, lo que plantea la duda de si ganaran su recurso. Quizás el Tribunal se sienta diferente sobre la independencia de la Reserva Federal de la misma forma que lo hace sobre la autonomía de la Junta Nacional de Relaciones Laborales o la Junta de Protección de los Sistemas de Mérito. Puede que busque alguna distinción ingeniosa entre la Fed y todas las demás agencias; puede que incluso la encuentre.

Pero hasta que esa decisión llegue, si lo hace, los mercados necesitarán anticiparse a la alta probabilidad de que Trump instale a alguien del estilo de Patel al frente de la Reserva Federal de la misma forma que ha corrompido y politizado el FBI. Ambos actos habrían parecido imposibles en otro tiempo. Pero la independencia del FBI ya ha sido destruida, y la de la Reserva Federal parece destinada a seguir su camino.

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio