Seis de las demarcaciones estatales australianas votaron en contra de la propuesta del gobierno federal para reconocer a los pueblos indígenas dentro de la Constitución.  Solamente la circunscripción electoral del Territorio de la Capital Nacional de Canberra logró más votos a favor que en contra. A nivel nacional, el 61% de la ciudadanía ha votado en contra mientras que el 41% se ha decantado por el 'sí'.

El primer ministro, Anthony Albanese, ha asumido en rueda de prensa su responsabilidad sobre la derrota y ha defendido que, por encima de todo,  es un "político por convicción" . En este contexto ha explicado que tomó la iniciativa con la intención de ofrecer a líderes de las comunidades de pueblos originarios continuar avanzando sobre las desigualdades que padecen. Sin embargo, según analistas de 9NEWS, el primer ministro cometió un error mayúsculo al decir que no necesitaba la colaboración de la coalición conservadora para ganar el referéndum.

El líder de la oposición afea la convocatoria de referéndum

Peter Dutton ha argumentado que no eran tiempos como plantear discordias o divisiones en Australia. "Somos una gran nación y no son tiempos de enfrentamientos", apuntaba. 

Sin embargo, al responder a las preguntas de los periodistas cambió de tono y criticó de nuevo al gobierno federal sobre el dinero que había gastado durante la campaña en detrimento de las necesidades que tienen los aborígenes. Además, ha recalcado por enésima vez que la votación dividiría a la ciudadanía y daría lugar a movilizaciones de activistas bajo el mantra de que Australia era un país "racista".

En la misma línea, pero con mayor contundencia, la senadora Jacinta Nampijinpa Price, aborigen del partido liberal conservador y encargada de asuntos que conciernen a los nativos, ha acusado al gobierno laborista de llevar a cabo una campaña "vergonzosa de desinformación".  También ha destacado que los nativos que viven en lugares remotos de Australia fueron manipulados para votar a favor, una afirmación errónea tal y como ha corroborado la Comisión Electoral australiana. 

Conviene recordar que durante la sesión el pasado mes de septiembre en el Club de Prensa, Price manifestó que durante los tiempos de la colonización los nativos no sufrieron maltratos y desarrollaron sus vidas sin ningún tipo de problemas; y que sus antepasados disfrutaron siempre de los mismos privilegios que las personas blancas. Estas palabras causaron revuelo en en círculos políticos, líderes de las comunidades indígenas, redes sociales y el conjunto de la sociedad australiana.

Australia rechaza el referéndum pero, ¿qué puedo decirles a mis hijos?

Así de duro se ha pronunciado el periodista aborigen Jack Latimore en el periódico The Age de Melbourne. "Mis hijos van a un colegio de primaria, del mismo modo que les acompañan algunos padres nativos", subrayaba.

Latimore se siente muy orgulloso de que la escuela adoptara las consignas de VOICE (como se le conoce al referéndum), esperando que al final del trayecto Australia aprobaría la Consulta Electoral. Pero a medida que la campaña fue calentándose en las encuestas "tuve el sentimiento de que podría perder en las urnas". 

Por si fuera poco, añade, las redes sociales se fueron inundadas con "mensajes horrorificos e incluso amenazas de muerte". En el colegio de su hijo el director dio el consentimiento de poner el letrero de 'YES VOICE', pero no tardaron en arrancarlo. Es aquí cuando se pregunta "cuanto resentimiento hay en la sociedad". Pero al margen de la escuela, ocurrieron otros ejemplos de abusos en contra de aborígenes por llevar camisetas con emblemas o la bandera

El periodista concluye su artículo de prensa destacando que en las próximas semanas mis hijos y mi familia "tendremos que restaurar de nuevo nuestro bienestar y la nación donde crecimos".

Casi 90 años de lucha

Para muchos ciudadanos de "down under" la consulta electoral del sábado era un acontecimiento novedoso, pero en realidad son casi 90 los años que los nativos del país llevan pugnando por sus derechos en la Constitución.

Hay que remontarse a 1937, cuando William Cooper, originario de los pueblos indígenas, firmó una petición para enviarla al monarca británico. La petición se cursó en nombre de los aborígenes que creían que había llegado el momento oportuno para reclamar sus derechos legítimos. Además, se eligió a un representante nativo para exponer sus inquietudes y demandas en el parlamento Federal. 

Por aquellas fechas del siglo XX, la petición de Cooper no logró ir más allá de los miembros del gabinete ministerial, liderados por el primer ministro Joseph Lyon. De inmediato, el mandatario político replicó que no tenía mucho sentido enviar el documento al rey. La respuesta del gobierno se transformó en desánimo y consternación entre la agrupación de nativos que con mucho empeño plantearon sus reivindicaciones. Del mismo modo, las frustraciones aumentaron después que el gobierno perdiera en los archivos los documentos de la petición.

Así las cosas, habría que esperar hasta el año 2014 para contar el siguiente gran hito, cuando los descendientes de Cooper presentaron una nueva petición al Gobernador General de Australia Sir Peter Cosgrove, quien estaba encargado de transmitir la documentación a la reina de Inglaterra, Elizabeth II. Sin embargo, años más tarde se averiguó que una copia exacta de la petición fue abandonada en uno de los ficheros de la biblioteca del palacio del Gobernador General.