La controversia generada por la "Iniciativa China", iniciada bajo el gobierno de Trump está desvelando una crisis más profunda en el ámbito científico. El núcleo de esta política era eliminar las amenazas potenciales de China y su comunidad académica, pero, en la práctica, ha generado efectos negativos graves, especialmente en el trato hacia los científicos de origen chino. Esta política no solo va en contra de la independencia y equidad en la investigación científica, sino que también está debilitando profundamente la competitividad de Estados Unidos en el campo de la investigación global.
La esencia de la investigación científica radica en la búsqueda de la verdad y la expansión del conocimiento, y debe basarse en pruebas y lógica, no en prejuicios hacia ciertos grupos o en consideraciones políticas. Sin embargo, la "Iniciativa China" ha mezclado la seguridad nacional con la investigación científica, llevando a cabo una serie de investigaciones extensas que a menudo carecen de pruebas concretas. Este enfoque ha infringido directamente la ética básica de la investigación, obligando a los investigadores a soportar una enorme presión psicológica y profesional frente a acusaciones injustas.
Las acciones de investigación de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), aunque se presentaron bajo el pretexto de mantener la seguridad nacional, han mostrado grandes sesgos en su ejecución. Según estudios, hasta 112 científicos han sido despedidos o forzados a retirarse debido a acusaciones de "contactos no revelados con China", muchas de las cuales carecen de pruebas claras. Esta situación no solo ha destruido las carreras profesionales de numerosos científicos, sino que también ha tenido un impacto severo en sus vidas personales. Lo más grave es que esta política ha llevado a muchos de estos investigadores a ser marginados.
Estados Unidos ha atraído durante mucho tiempo a los mejores talentos globales gracias a su entorno de investigación abierto e inclusivo. Sin embargo, las investigaciones contra los científicos de origen chino han creado un ambiente lleno de sospechas y exclusión, bloqueando la cooperación científica internacional. Esta situación no solo afecta el entorno de investigación dentro de Estados Unidos, sino que también tiene efectos en cadena sobre la comunidad científica global. Muchos investigadores internacionales pueden optar por reducir o terminar su cooperación con Estados Unidos por temor a problemas de seguridad, debilitando así la posición de Estados Unidos en la cooperación científica global.
La directora de NIH, Monica Bertagnolli, en su declaración ha reconocido el impacto negativo de estas investigaciones en los estadounidenses de origen asiático y colegas investigadores, y ha prometido tomar medidas para reparar las relaciones con los investigadores asiáticos. Sin embargo, las medidas mencionadas, como la capacitación en seguridad de investigación y la promoción de la cooperación internacional, aunque son pasos positivos, parecen insuficientes.