El Partido Popular llegaba a la sesión de control con un plan, pero lo preconcebido no siempre sale como uno quiere. Los de Alberto Núñez Feijóo quisieron convertir el Pleno de este miércoles en una suerte de auto de fe contra Pedro Sánchez y la “corrupción que asola a su Gobierno”, pero el timing y la concatenación de sucesos provocó que esa estrategia se diluyera en el agua estancada de la condena emitida el martes por la Audiencia Provincial de Valencia contra Eduardo Zaplana, gerifalte popular en los lejanos tiempos de José María Aznar. Diez años de prisión que, sumados a las sombras que envuelven a la presidenta de la Comunidad de Madrid y su influencia sobre las fuerzas vivas del partido y, por ende, sobre el liderazgo de Feijóo, dejaban al alcance del PSOE una vía de escape.

Airearon su plan en la escenificación de la denuncia contra el PSOE. El primer paso ya se antojaba complicado: convencer a la Mesa del Congreso para que les dejaran cambiar las preguntas ya registradas para la sesión de control del miércoles. Objetivo harto imposible, dado que necesitaban la “unanimidad” de un órgano donde no sólo coexisten los dos socios de Gobierno, sino que también suman mayoría. En consecuencia, solicitud denegada. Pero el portazo institucional no frenaría los planes del PP y así lo han escenificado en el Pleno, una semana después de la performance “hiperventilada” tras los despistes -dicen- en el trámite para modificar la ley que beneficia a los etarras -conocida como Ley de Antecedentes Penales-.

Feijóo tenía que dar carpetazo con aquel espectáculo y qué mejor clavo ardiendo que los titulares que apuntan a la “corrupción” del Gobierno de Sánchez. De ahí, que estrenara la sesión con un interrogante que, si bien cayó en saco roto, fue neutralizado ipso facto por el presidente con la más rabiosa actualidad. La sucesión de los acontecimientos jugó una mala pasada al líder de la oposición, que se topó con el sólido argumento de la condena a Eduardo Zaplana y la siempre sosegada respuesta de Génova ante cualquier atisbo de corrupción.

Un abecedario y la policía patriótica

Dicho y hecho. Feijóo se interesó por los intríngulis de las conversaciones de Sánchez y su esposa con Víctor de Aldama -hoy en prisión, recordaba no sin malicia-, pero el jefe del Ejecutivo salió por la tangente y recordó la figura de un ausente José Luis Ábalos. “Somos iguales ante la ley, pero no somos iguales ante la corrupción”, presumía desde su escaño azul el presidente, recordando la maniobra inmediata para apartar al que antaño fuera su mano izquierda de la disciplina socialista y la predisposición de toda la estructura del partido a “cooperar con la Justicia”.

Sánchez: "Tápense un poco porque de la ‘A’ de Ayuso a la ‘Z’ de Zaplana tienen un caso de corrupción para cada letra del abecedario"

“Colaboran con la Justicia, pero le presentan dos querellas al juez que investiga a su esposa”, recordaba con agilidad el líder de la oposición, augurándole un futuro judicial tortuoso. Pero he aquí el error y donde converge, además de la sentencia de Zaplana, el regreso a un primer ámbito parlamentario de la policía patriótica que articuló entre bambalinas el Gobierno de Mariano Rajoy. Por ello, “no somos lo mismo” y precisamente a eso se aferró el presidente para defenderse de un “ruido” que no turbará el objetivo del Gobierno de “legar una España más próspera y unida” a las generaciones venideras.

Para Feijóo, la “actitud” delata al presidente del Gobierno y el reguero de migas de pan conduce a su figura, a quien le atribuyen el mote de “El Uno” que aparece en los informes. Pero Sánchez reacciona rápido al relacionar la “oposición estéril e hiperbólica” del gallego con la falta de liderazgo en Génova. “¿Le están diciendo que su tiempo se acaba?”, arremetía con astucia el socialista, que evocaba de inmediato la purga que lideró Isabel Díaz Ayuso contra Pablo Casado al accionar el ventilador de su corrupción. Y es que recurrió a la estrategia de la semana pasada en un nuevo capítulo para cuestionar la autoridad de Feijóo en su partido. “Tápense un poco porque de la ‘A’ de Ayuso a la ‘Z’ de Zaplana tienen un caso de corrupción para cada letra del abecedario”, resumió.

Política de la “basura” y el “descaro”

El resto de los soldados de Feijóo persistió en la línea marcada por el general, pese a que la batalla ya apuntaba a derrota. Por eso, su portavoz adjunta en el Congreso, Cuca Gamarra, arremetió de nuevo con una bomba racimo de Koldo. Después, haría lo propio la parlamentaria Miriam Guardiola, quien afeaba a los socialistas presuntas injerencias en el Poder Judicial: “Nosotros respetamos a los jueces y ustedes se querellan contra ellos”.

Montero y Bolaños acusan al PP de hacer "política basura" para "tapar" la ausencia de proyecto político

Misiles que fueron neutralizados por la vicepresidenta primera y el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. Primero, María Jesús Montero defendía que los titulares que acribillan al Partido Socialista no son “casos de corrupción”, sino que se trata de “noticias falsas” que el Partido Popular “aprovecha para hacer política basura”; agregando, además, que responde a una práctica teledirigida a “tapar la carestía de propuestas”.

Por su parte, Félix Bolaños optaba por una estratagema más práctica al enumerar el rosario de la corrupción del Partido Popular: “Gürtel, Púnica, Lezo, Kitchen, Bárcenas, Fitur, Tándem, Guarderías, Mercamadrid, Arroyomolinos…”, replicaba el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, quien redundaba en que aún le quedaban por delante 38 juicios por corrupción en los próximos meses, resumiendo así “el historial del PP”. Pero Bolaños cerraba su intervención con el “descaro” de los conservadores al presentar una querella contra el PSOE por financiación ilegal que hunde sus raíces en la información de un medio que, a su vez, no identifica a un empresario que aseguró que llevó bolsas de dinero a la sede del PSOE. Publicación que Bolaños ha calificado como “falsa”, resucitando la “máquina del fango y del ruido”.