Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, ha criticado este lunes los horarios de la hostelería en España, que permanece abierta hasta la una de la madrugada, mientras que en el resto de Europa cierra más temprano.

"Es una locura la diferencia con el resto de Europa", ha afirmado Díaz en una reunión del grupo parlamentario de Sumar en el Congreso, donde también abordó la propuesta del Gobierno de reducir la jornada laboral en esta legislatura. “No podemos pretender seguir ampliando los horarios hasta no sabemos qué hora”, ha añadido la titular de la cartera de Trabajo.

De esta forma, según ha defendido Díaz, esta medida puede "vertebrar" la sociedad española, pero debe ir acompañada de una racionalización de los tiempos sociales, que ahora no son razonables. Así, ha cuestionado que algunos locales de restauración tengan horarios tan tardíos o que se celebren reuniones a las ocho de la noche. "No es razonable", ha insistido Díaz.

En este sentido, la ministra ha informado de que su departamento cuenta con un grupo de 60 personas que trabajan en el tema de la racionalización del tiempo. Además, ha recordado que hace diez días se reunió con los representantes del sector turístico y les expuso las diferencias horarias con el resto de Europa.

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Un debate atemporal

Los horarios de España siempre han sido objeto de debate y controversia, tanto dentro como fuera del país. ¿Por qué los españoles comen, trabajan y duermen más tarde que el resto de los europeos? ¿Qué consecuencias tiene esto para su salud, su productividad y su bienestar? ¿Es posible y deseable cambiar esta situación?

Existen diversas teorías que intentan explicar el origen de los horarios españoles, que se remontan a siglos atrás. Algunas apuntan a factores históricos, como la influencia de la cultura árabe, la prolongación de la jornada laboral durante la posguerra o el cambio de huso horario impuesto por Franco en 1942 para alinearse con la Alemania nazi. Otras señalan a factores geográficos, como la amplitud de la península ibérica, que hace que el sol se ponga más tarde en el oeste que en el este, o el clima, que favorece una vida más nocturna en verano. También hay quien atribuye los horarios españoles a factores culturales, como el carácter sociable y festivo de los españoles, su preferencia por la comida casera y el tapeo, o su resistencia al cambio.

Lo cierto es que los horarios españoles tienen un impacto negativo en varios aspectos de la vida de los ciudadanos. Por un lado, afectan a la salud, ya que provocan un déficit crónico de sueño, que se asocia con mayor riesgo de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, depresión y deterioro cognitivo. Por otro lado, afectan a la productividad, ya que reducen el rendimiento laboral, el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, y la conciliación familiar. Además, dificultan la sincronización con el resto de Europa, lo que supone un obstáculo para el comercio, el turismo y la cooperación internacional.

Ante esta situación, cada vez son más las voces que reclaman una reforma de los horarios españoles, que se adapten mejor a los ritmos biológicos, las necesidades sociales y las exigencias económicas. Algunas de las medidas que se proponen son: adelantar el reloj una hora para recuperar el huso horario original de España, que coincide con el de Reino Unido y Portugal; reducir la jornada laboral a 35 horas semanales y eliminar las horas extras; fomentar el teletrabajo y la flexibilidad horaria; racionalizar los horarios de las comidas, adelantando el almuerzo a las 13:00 y la cena a las 20:00; limitar el horario de apertura de los establecimientos comerciales y de ocio; y promover una cultura del descanso, respetando las horas de sueño y las siestas.

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